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Los haitianos tenían razones más que suficientes para merecer el TPS tras el devastador terremoto de julio del 2010 que dejó 300,000 muertos y un millón y medio de heridos en su país. 
Los haitianos tenían razones más que suficientes para merecer el TPS tras el devastador terremoto de julio del 2010 que dejó 300,000 muertos y un millón y medio de heridos en su país. 

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El presidente, que está en las nubes en tantos aspectos del gobierno, sin embargo, ha trabajado dura y eficientemente en aterrorizar inmigrantes y así mantener contentos a sus más acérrimos partidarios, que lo siguen apoyando a pesar de encontrarse bajo una investigación por parte del FBI. Por cierto que, en una movida digna de Benito Mussolini, Trump acaba de despedir a James Comey, el director de la agencia que lo está investigando. Increíble.

Unos días atrás la agencia Prensa Asociada (AP, por sus siglas en inglés) dio a conocer que la Casa Blanca ha añadido a los haitianos a su infame lista de comunidades étnicas y religiosas marcadas para campañas de persecución, arrestos y deportación.

“Nos están recogiendo uno a uno”, alguien escribió en Facebook, refiriéndose a campañas similares contra mexicanos, mujeres y niños centroamericanos y musulmanes. El hecho de que los inmigrantes de piel blanca no hayan sido perseguidos hasta el momento, deja aún más en claro el racismo de esta administración.

El hecho es que una nube negra de incertidumbre cuelga sobre las cabezas de los aproximadamente 55,000 haitianos que se benefician en la actualidad del Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés), que les permite a vivir y trabajar legalmente en EE. UU., y que expirará el 22 de julio. Dicho programa deber ser revocado o renovado, según sea el caso, cada 18 meses.

Los haitianos tenían razones más que suficientes para merecer el TPS tras el devastador terremoto de julio del 2010 que dejó 300,000 muertos y un millón y medio de heridos en su país. Todavía las tienen. Pero James McCament, el director interino de U.S. Citizenship and Immigration Services (USCIS) ha recomendado su terminación. Una decisión tan drástica significaría enviar de regreso a miles de personas a la nación más pobre del hemisferio, que ha sufrido no solo el terremoto gigantesco de hace siete años sino también inundaciones devastadoras, el huracán Mathew y una mortífera epidemia de cólera.

Consistente con el modus operandi de Trump, la persecución a los haitianos se asemeja a una cacería de brujas. Prensa Asociada ha reportado que, en una decisión injusta e inusual, la administración Trump parece querer determinar el destino de toda una comunidad por las acciones de unos cuantos.

Ya no es suficiente determinar si las condiciones en Haití han mejorado lo bastante como para que se revoque el TPS, o si por el contrario continúan en un estado tan deplorable que el mismo debe renovarse una vez más. Ahora los acólitos de Trump han comenzado a buscar evidencia de crímenes cometidos por inmigrantes haitianos, aparentemente como un factor más en decidir el futuro del programa humanitario. La AP obtuvo emails internos de USCIS en los que el jefe político de dicha agencia pregunta también cuántos haitianos acogidos al TPS reciben beneficios públicos, lo cual es ilegal.

La realidad es que la enorme mayoría de los haitianos que residen en Nueva York, Nueva Jersey y la Florida son gente trabajadora y respetuosa de la ley, y que en lugar de persecución y acoso merecen el respeto y el agradecimiento de la sociedad que, sin duda, se beneficia de sus aportes a la economía y la cultura. Sus familias, su país, se verían en condiciones todavía más precarias sin las remesas que ellos envían. Es imperativo que se renueve el TPS.

Irónicamente, el candidato Trump, buscando sus votos, les dijo en septiembre a los haitianos en Miami: “Yo de verdad quiero ser su defensor más grande”. Ahora, ya no los necesita y lo que quiere es deportarlos. ¿Habrá alguien tan hipócrita como el presidente actual de EE. UU.?
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