[OP-ED]: ¿Es Donald Trump un supremacista blanco?
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¿Es Donald Trump un supremacista blanco? A George W. Bush parece que el título le cuadra.
En base a una serie de duros comentarios supuestamente dirigidos a Trump, uno interpreta que el ex presidente cree que el actual ocupante de la Oficina Oval ha envalentonado a los supremacistas blancos, ha promovido el prejuicio y alimentado un resurgimiento de lo que Bush denomina “nacionalismo distorsionado en un nativismo”.
Dirgiéndose a los asistentes de un evento patrocinado por el George W. Bush Institute en Nueva York, Bush recordó a esta nación de inmigrantes que “la inmigración siempre trajo dinamismo a los Estados Unidos” y cargó contra los que dividen el país.
“Nuestra identidad como nación, a diferencia de muchas otras naciones, no está determinada por la geografía o la etnicidad, el terreno o la sangre,” dijo. “Eso significa que individuos de cualquier raza pueden ser plenamente e igualmente estadounidenses. Significa que el prejuicio y la supremacía blanca, de cualquier tipo, son un insulto al credo estadounidense.”
Al oír esas palabras, sonreí. Todo lo que pude pensar fue: Ay, ay, ay, cómo extraño a W.
(Pequeño secreto: Soy asesor senior del Bush Institute, en Dallas).
Trump es el segundo presidente estadounidense que me hace sentir nostálgico del 43° presidente. El primero fue Barack Obama.
Bravo al 43° por diagnosticar con certeza lo que afecta a Estados Unidos y por recordarnos que no hay ningún problema en nuestro país que no pueda arreglarse con sus virtudes. Tal y como lo expresó Bush: “Para renovar nuestro país, sólo debemos recordar nuestros valores.”
En cuanto a la cuestión de si Trump es un supremacista blanco, muchos estadounidenses no tienen duda alguna. Mi familia y mis amigos lo han creído durante muchos meses, y trataron de convencerme. Les frustra el hecho de que no veo lo que ellos ven.
Pero aun no estoy allí, les digo.
En primer lugar, no creo que Trump encaje en la definición. Un supremacista blanco se mira en el espejo todos los días, y agradece tener piel blanca. Y se siente superior con respecto a los que no la tienen.
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Es visual.
Con Trump, no hay duda de que se ve superior al resto de nosotros. Nunca tuvimos un presidente que se amara a sí mismo tanto (bueno, quizás Bill Clinton ocupa el segundo lugar). Cuando Trump se mira en el espejo, apuesto a que ve a un Robert Redford de 25 años que le mira de vuelta.
Pero la visión egoísta que tiene Trump de sí mismo y su exagerada auto-importancia parecen tener poco o nada que ver con el hecho de tener piel blanca. Provienen del hecho de que es rico y viene de Manhattan—que, según cualquier neoyorquino—es el centro del universo.
No es visual. Es visceral.
Sin embargo, me sumo a los críticos de Trump en sus otras dos afirmaciones sobre el presidente—que se elevó desvergonzadamente al más alto cargo de la tierra, en parte, sobre las alas del nativismo anti-latino y que, en ocasiones, coqueteó con igual desvergüenza, con el racismo y el etnocentrismo al hablar de todo, desde los jueces federales latinos hasta los refugiados musulmanes y los jugadores profesionales afro-americanos de fútbol americano.
Aún así, cada día es un nuevo día, y eventos recientes me han obligado a pensar más en lo que mis amigos y mi familia han intentado decirme sobre el supremacismo blanco del presidente.
Cuando Trump insiste en que China se está aprovechando en el comercio, o que México inunda a Estados Unidos con drogas, o que Puerto Rico pronto estará solo mientras lucha por recuperarse de un huracán devastador—pero no dice lo mismo de otros rincones del mundo liderados por gente blanca, bueno, ¿qué conclusiones debemos inferir?
Y cuando Trump hace una llamada de condolencia a una viuda militar que resulta ser afro-americana, y se ve embrollado en una controversia sobre si fue descortés, insensible, insustancial o despectivo, tal como lo evaluó una congresista afro-americana, ¿qué debemos pensar?
He aquí lo que pienso: La cuestión no es sólo cómo se ve Trump a sí mismo, sino cómo ve él a los demás. Su sentido de supremacía surge no sólo de un narcisismo fuertemente arraigado, sino también del hecho de que desprecia a la gente que no se parece a él. En ese respecto, el problema no es que se vea a sí mismo como superior. Es que vea a tantos otros como inferiores.
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