[Op-Ed] El glorioso Carnaval de Negros y Blancos
Cuando llegué a Pasto hace cinco días, pensé que podría mantener distancia profesional para poder
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Cuando llegué a Pasto hace cinco días, pensé que podría mantener distancia profesional para poder escribir sobre la fiesta que se vive en un carnaval, pero ahora, habiendo llegado al hotel, con la cara pintada y con el ritmo de las murgas aún en la cabeza, me doy cuenta de que es imposible no dejarse llevar por la energía del momento y escribir emocionada y atónita.
Las carrozas que desfilan por las calles de Pasto son el resultado de meses de trabajo en los talleres, donde los artesanos transforman el papel maché en arte. Esta hermosa ciudad ha pasado tardes enteras observando cómo los artistas dan vida a estas creaciones, cada una con su propia historia. "El carnaval es como un hijo", he escuchado, "lo ves crecer día a día y cuando sale a la calle, el corazón se te hincha de orgullo". Ahora que veo la reacción de la gente ante estas obras, entiendo por qué dedican tanto tiempo a mantener viva esta tradición.
Crédito: Corpocarnaval
Este carnaval tiene algo que lo hace diferente a cualquier otra celebración. Ayer vi a un ejecutivo y un vendedor ambulante jugando con cosmético, riéndose juntos como viejos amigos. La UNESCO no se equivocó al reconocerlo como Patrimonio Cultural, pues aquí la gente olvida quién es quién y simplemente se entrega al juego. El Galeras observa mientras la ciudad se transforma, y en estos días he aprendido que el carnaval va más allá de los eventos programados. Los grupos de baile que desfilan no solo danzan, sino que mantienen vivo un legado que conecta generaciones.
Crédito: Corpocarnaval
La magia comenzó con el Carnavalito, donde los niños tomaron las calles con sus disfraces y sonrisas. Luego vinieron los colectivos coreográficos, la Familia Castañeda con sus tradiciones rurales, y el juego de negritos que nos recuerda la importancia de la inclusión y la igualdad. Cada día ha traído su propia sorpresa, su propio ritmo, su propia forma de unir a la gente.
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Crédito: Corpocarnaval
Entre empanadas de añejo y tragos de hervidos, la gente comparte historias de carnavales pasados. Un grupo de jóvenes me adoptó en su comparsa improvisada, enseñándome pasos de baile y compartiendo su cosmético. "Aquí nadie es forastero", me dijeron mientras pintaban mi cara, una verdad que se siente en cada esquina de la ciudad durante estos días mágicos.
Crédito: Corpocarnaval
Mañana Pasto volverá a su rutina, pero algo cambia en quienes vivimos el carnaval desde adentro. La experiencia nos enseña que la verdadera riqueza está en estos momentos compartidos, en hacer de las calles un espacio donde todos somos iguales. Los celulares capturan fotos y videos, pero las verdaderas memorias se graban en el corazón. Escribo esto con pintura en las manos, pensando en todas las historias que contaremos hasta el próximo enero, cuando el Carnaval de Negros y Blancos vuelva a demostrarnos que las mejores cosas de la vida pasan cuando celebramos juntos, cuando el arte, la música y la alegría borran fronteras y nos recuerdan que somos una sola familia.
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