[OP-ED]: Asesinado por reportar la verdad – ¿qué diría Trump?
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"Nadie puede decirme lo que no puedo escribir,” era la respuesta de Unanue –alto, delgado e intenso—a los que le advertían sobre el riesgo que corría. Él sabía que era un negocio peligroso, pero no estaba dispuesto a hacer concesiones.
Como escribí hace 12 años en el Daily News, “Las advertencias se hicieron realidad. Un atardecer trágico 13 años atrás, un pistolero encapuchado de 16 años conocido como Mono, se acercó calmadamente a Unanue en el restaurante Mesón Asturias en Jackson Heights, Queens, y le disparó dos tiros en la cabeza. Capos colombianos de la droga, amenazados por las investigaciones y denuncias del periodista cubano, le habían pagado $4.500 al asesino. El incansable periodista cayó muerto en un charco de sangre, dejando atrás a su compañera y su hijita de dos años”.
"Me parece que él dio su vida por toda la sociedad”, el Cardenal O’Connor les dijo a las 1,500 personas conmovidas que asistieron a una misa conmemorativa en la Catedral de San Patricio unos días después.
Unanue, que había sido director de El Diario-La Prensa, el diario en español más antiguo del país, tenía 48 años cuando murió el 11 de marzo de 1992. Era el apogeo de los carteles de la droga colombianos y su influencia perniciosa se extendía a Nueva York, especialmente a Queens, donde Unanue vivía y moriría. Su muerte fue un lúgubre recordatorio de la fragilidad de la libertad de prensa, incluso en EE. UU.
"Sabemos que todos los crímenes son atroces”, declaró la fiscal de Nueva York Mary Jo White. "Pero cuando matan a la víctima porque reportó la verdad, ahí todos somos víctimas”.
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Es puro surrealismo que un cuarto de siglo después de que Unanue diera la vida por reportar la verdad, la Primera Enmienda se encuentre bajo el ataque de los mismos a los que se les ha confiado su protección y defensa: El presidente Donald Trump y la retorcida camarilla de la que se ha rodeado, campeones de los “hechos alternativos”, las medias verdades y las mentiras desvergonzadas.
Se comprende que alguien como Trump trate de impedir que la verdad salga a la luz pública minando la credibilidad de la prensa y menospreciando la libertad de prensa. Después de todo, la lista interminable de sus acciones ofensivas, cuestionables y absolutamente despreciables no es como para enorgullecerse.
Muchos lectores recordarán la amenaza de Trump durante la campaña, de que cambiaría las leyes para que le fuera más fácil demandar a los medios noticiosos, si resultaba electo presidente.
Pues, aunque fuera dudosa su victoria, hoy es el presidente.
Y desde su llegada a Washington, el viejo actor de reality shows no ha ocultado su desprecio por las libertades de prensa y de expresión – es decir, por el derecho a decir la verdad por el que Unanue entregó su vida.
En estos días me he estado preguntando qué diría Unanue acerca de los miserables ataques de Trump a la Primera Enmienda.
Y me parece verlo, ojos chispeantes, gritando desafiante para que lo oigan todos: “Hablar claro y decir la verdad nunca ha sido tan importante”.
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