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El presidente Donald J. Trump, habla durante un mitin en Pensilvania como parte de la precampaña electoral de las elecciones legislativas que se celebrarán el 6 de noviembre. EFE

Los insultos de Trump no son cosa de risa

¿Cuánto tiempo más tolerará el pueblo estadounidense a un presidente mentiroso, cruel y racista que aparentemente intenta socavar las instituciones…

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Sería lógico pensar que el flujo constante de malas noticias generadas por Donald Trump y sus secuaces hiciera más fácil el trabajo del columnista. Debería ser cuestión de arrancar algunas de las muchas flores venenosas que crecen en el fétido pantano en el que Trump ha convertido la presidencia y escribir sobre ellas.

Pero no es así. Por el contrario, cada vez es más difícil elegir sobre qué nuevo ultraje, o más bien ultrajes, escribir, precisamente porque son tantos.

Por ejemplo, podría escribir sobre la guerra despreciable y creciente de Trump contra la prensa, sus similitudes con el comportamiento de algunos de los dictadores y hombres fuertes por los que ha profesado admiración, y su terrible implicación para la democracia.

“Las Noticias Falsas (Fake News) odian que diga que son el Enemigo del Pueblo solo porque saben que es VERDAD”, tuiteó el domingo. “Estoy brindando un excelente servicio al explicar esto al pueblo estadounidense. A propósito causan una gran división y desconfianza. ¡También pueden causar guerra! ¡Son muy peligrosos y enfermos!”

Por increíble que parezca, ahora el charlatán de feria que ocupa la Casa Blanca sugiere que el periodismo y los periodistas, a los que indiscriminadamente califica de creadores de noticias falsas, incluso pueden comenzar una guerra.

Si se tratara de tiempos normales, las palabras de Trump se tomarían como el despotricar de un conocido personaje turbio de Nueva York, digno solo de desprecio o una buena carcajada. Pero estos tiempos están lejos de ser normales y el turbio personaje ahora es nada menos que el presidente. Y, como tal, sus despreciables palabras se han transformado de risibles a peligrosas.

“Estoy muy preocupado de que la hostilidad provocada por Trump y algunos medios conservadores resulte en que alguien resulte lastimado”, escribió Jim Acosta, de CNN, quien el martes pasado había sido hostigado, insultado y amenazado en un mitin de Trump en Tampa, Florida. El jueves, Acosta le pidió a la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, que le dijera a la nación que la Casa Blanca no considera que los medios sean enemigos del pueblo. Siguiendo fielmente el ejemplo de Trump y aumentando la tensión ya insostenible entre la Casa Blanca y los medios, esta se negó a hacerlo. Sí, el potencial de violencia es real y está en aumento. Y es la obra del presidente.

O podría elegir escribir sobre cómo el presidente, cuya inclinación por insultar a cualquiera por cualquier motivo es notoria, reserva una ofensa muy particular para los afroamericanos.

Según él, la Rep. Maxine Waters (D-California), el presentador de CNN Dan Lemon y la superestrella de la NBA LeBron James, son gente de baja inteligencia. Esto, por supuesto, es un prejuicio típico de los racistas ignorantes que, como el presidente, todavía ridículamente creen ser más inteligentes que los negros y los latinos. Tal vez eso explique su obsesión con Barack Obama, quien, cualesquiera que sean sus defectos, hace que Trump parezca, en comparación, como lo que es: un personaje de farándula, burdo e inepto.

“LeBron James acaba de ser entrevistado por el hombre más tonto de la televisión, Don Lemon. Hizo que LeBron se viera inteligente, lo cual no es fácil”, escribió Trump el sábado por la mañana. Ya había insultado a Waters la semana anterior durante un mitin de campaña en Pensilvania, alegando que tenía un “cociente intelectual muy bajo”. Es irónico que eso lo diga alguien que la mitad del tiempo no sabe de lo que está hablando.

Hay muchas más atrocidades de Trump que se revelan todos los días. Y aunque valdría la pena comentarlas no hay suficiente espacio ni tiempo para escribir sobre todas ellas.

¿Cuánto tiempo más tolerará el pueblo estadounidense a un presidente mentiroso, cruel y racista que aparentemente intenta socavar las instituciones democráticas de la nación?

En menos de tres meses habrá elecciones de mitad de período y los votantes pueden restaurar algo de dignidad y compasión a Washington. Pero para eso, hay que salir a votar el 6 de noviembre.

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