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Estatua de Francisco de Miranda en el Ben Franklin Parkway. Foto: Linn Washington.
Estatua de Francisco de Miranda en el Ben Franklin Parkway. Foto: Linn Washington.

Señores, la democracia no es un deporte-espectáculo

La participación electoral en las primarias de Filadelfia podría definirse como “lamentable”. No votar boicotea las oportunidades de progreso.

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El hecho de que menos de una cuarta parte de los votantes registrados en Filadelfia participaron en las recientes elecciones primarias para puestos clave, desde el cargo de gobernador del estado de Pensilvania a puestos oficiales de nivel inferior, ciertamente sería definido como lamentable por alguien como Francisco de Miranda.

En toda Filadelfia  –ciudad que precisamente destaca por ser el lugar de nacimiento de la democracia en América– solo el 16.74 por ciento de los votantes registrados se presentaron en las urnas en las elecciones primarias de 2018, que son determinantes para las elecciones generales de noviembre.

¿Quién era, pues,  Francisco de Miranda, el hombre con la particular distinción de tener dos estatuas en su honor, una  en la famosa avenida Ben Franklin de Filadelfia, y otra en La Habana, Cuba?

Miranda fue un luchador venezolano por la libertad. Ayudó a Estados Unidos durante la Guerra de la Independencia, esa épica batalla del siglo XVIII contra Gran Bretaña que permitió la creación de los Estados Unidos bajo la forma de un gobierno democrático, que extendía los derechos de voto tanto a ricos como a pobres. Más tarde, luchó en la Revolución Francesa y participó en las guerras de liberación de América Latina, incluida Venezuela.

El elevado nivel de derroche de democracia entre los votantes registrados de Filadelfia –reflejado en su falta de voto– es un insulto al legado de gente como Francisco de Miranda, que se dejaron la piel en su lucha por la libertad.

En algunos distritos electorales de Filadelfia, la lamentable tasa de participación de votantes en las elecciones primarias de 2018 fue mucho menor que la cifra redondeada del 17 por ciento difundida  por los medios.

En el –predominantemente latino– distrito 7º, que incluye Fairhill, solo un 3.4 por ciento de los 11.605 votantes Demócratas registrados participó en las elecciones para reelegir al gobernador de Pensilvania, Tom Wolf, un Demócrata. Solo un mísero  1.69 por ciento de los 1.001 republicanos registrados para votar en ese centro electoral se presentó para elegir a los tres candidatos a gobernador del GOP.

Las tasas de participación de votantes de un solo dígito también se registraron en los barrios densamente latinos 19 y 43, adyacentes al 7º Distrito, donde las votaciones incluían elecciones para la Cámara de Representantes y el Senado del Estado de Pensilvania.

A varias cuadras del 7º, en el extenso y predominante afroamericano barrio 32, en el norte-centro de Filadelfia, la participación de los votantes Demócratas para elegir al gobernador Wolf aumentó en un dígito, pero solo ligeramente, hasta el 11.8 por ciento. Los candidatos a gobernador del GOP sólo atrajeron al 2.4 por ciento de los votantes Republicanos registrados de ese barrio.

Antes de que los bajos niveles de votantes en distritos como el 7º y el 32º se atribuyan a conductas de raza / etnia, hay que considerar el hecho de que en muchos barrios predominantemente blancos de Filadelfia las tasas de participación también fueron lastimosamente bajas.

En el Distrito 66 de Filadelfia, ubicado en el extremo noreste, en la frontera con el condado de Bucks, el 14.4 por ciento de los demócratas registrados votaron por Wolf (el único candidato demócrata a gobernador) mientras los tres candidatos Republicanos sacaron el 18.61 por ciento de los votos republicanos registrados en el distrito.

Sí, muchas personas no votan -comprensiblemente- porque no ven un retorno personal por participar en un sistema político plagado de corrupción y amañado para favorecer a los ricos.

Sin embargo, no votar es incumplir con el deber ciudadano en una democracia.

No votar conlleva consecuencias perjudiciales en nuestra calidad de vida.

¡Demasiados olvidan fácilmente que la democracia no es un deporte-espectáculo!