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Start-ups and individual inventors need assurance that their hard-won IP can’t easily be stolen. Photo: Depositphoto
Las nuevas empresas y los inventores individuales necesitan tener la seguridad de que la propiedad intelectual que tanto les ha costado conseguir no puede ser robada. Foto: Depositphoto

Punto final al robo de propiedad intelectual por parte de los gigantes tecnológicos | OP-ED

Las pequeñas empresas han conseguido ganar en los tribunales a las grandes tecnológicas, a pesar de contar con el apoyo de un ejército de abogados.

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Puede que los propietarios de un Apple Watch estén paseándose con un artículo robado atado a su muñeca. En una denuncia presentada este verano ante la Comisión de Comercio Internacional de EE.UU, la empresa de dispositivos médicos Masimo Corporation acusó a Apple de haber robado tecnología patentada para medir los niveles de oxígeno en sangre  y de haber incorporado esa tecnología en su popular reloj inteligente.

Las afirmaciones de Masimo no son descabelladas: para gigantes tecnológicos como Apple y Google, apropiarse de la propiedad intelectual (IP) es una estrategia común para mantener su dominio del mercado.

Muchas de las víctimas de este tipo de robos son empresas más pequeñas o particulares sin los recursos suficientes para hacer frente a los gigantes tecnológicos. 

Consumidores y accionistas deberían exigir responsabilidades a estas empresas de tecnología. Tomar medidas enérgicas contra las violaciones depredadoras de la propiedad intelectual de las grandes tecnológicas es la única forma de defender los derechos de los inventores y las empresas emergentes, al tiempo que se promueve la competencia de mercado que tanto beneficia a los consumidores.

La demanda de Masimo contra Apple es uno más entre los numerosos casos abiertos recientemente por presunto robo de propiedad intelectual por parte de los principales gigantes de la tecnología. En agosto, un juez mercantil dictaminó que Google violó cinco patentes diferentes propiedad del fabricante de altavoces Sonos. En 2019, un jurado falló que Apple había infringido tres patentes de Qualcomm, su proveedor de San Diego.

La filosofía que guía este tipo de conducta es obvio: si no puedes vencer a tus competidores más pequeños, róbales directamente.

La filosofía que guía este tipo de conducta es obvio: si no puedes vencer a tus competidores más pequeños, róbales directamente. Lo más probable es que tu víctima no tenga el tiempo o el dinero para defender sus derechos en los tribunales. Y si lo hacen, los gigantes tecnológicos contarán con un ejército de abogados de primer nivel a su disposición.

Sin embargo, últimamente las pequeñas empresas han empezado a ganar casos en los tribunales. Con pérdidas de cientos de millones, es difícil imaginar cómo los ejecutivos de estas empresas de tecnología justifican su decisión ante los accionistas.

Al negar a los inventores la oportunidad de alcanzar su potencial, Google y Apple están reprimiendo la competencia que de otro modo beneficiaría a los consumidores al bajar los precios.

Las principales empresas de tecnología contrarrestan estas acusaciones alegando que las protecciones de la propiedad intelectual son demasiado estrictas y que son los titulares de las patentes los que tienen un comportamiento anticompetitivo.

Tales argumentos son, en el mejor de los casos, una distracción. En el peor de los casos, estos argumentos están destinados a engañar a los tribunales. La capacidad del titular de una patente de solicitar derechos de licencia a otros que quieran utilizar la tecnología es uno de los principales beneficios de una patente, y de un mercado libre.

La verdadera amenaza a la competencia proviene de los gigantes tecnológicos, que se niegan a respetar la propiedad intelectual de las empresas emergentes más pequeñas, así como de emprendedores individuales. Las principales empresas de tecnología deben aprender que la infracción conlleva importantes consecuencias financieras.

Las empresas emergentes y los creadores individuales necesitan la seguridad de que su propiedad intelectual, ganada con enorme esfuerzo, no puede ser robada fácilmente por empresas con tanto dinero en los bolsillos como Apple o Google. Sin esta seguridad, la motivación por innovar podría evaporarse.

Un entorno en que las patentes son estrictamente respetadas no solo es importante para un mercado tecnológico vibrante y competitivo, sino que es una condición previa. El asalto de las grandes tecnológicas a este tipo de protecciones esenciales se ha prolongado durante demasiado tiempo.

(*) Kristen Osenga es Investigadora y Profesora de Derecho Austin E. Owen en la Facultad de Derecho de la Universidad de Richmond.
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