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Sin duda, los hombres jóvenes necesitan más vías de apoyo, mejores modelos y una sociedad en que menos hombres—y mujeres—celebren una conducta masculina bruta.
Sin duda, los hombres jóvenes necesitan más vías de apoyo, mejores modelos y una sociedad en que menos hombres—y mujeres—celebren una conducta masculina bruta.

[OP-ED]: Muchachos, ¿están atrapados en la ‘Caja Masculina’?

Un nuevo estudio sobre las actitudes de los hombres jóvenes con respecto a la masculinidad halló que, de la misma manera en que las mujeres se sienten atadas a…

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Esa Caja Masculina es un constructo creado por los investigadores Brian Heilman, Gary Barker y Alexander Harrison como un término para hablar con los hombres sobre la masculinidad. 

Se refiere a un conjunto de creencias verbalizadas y no-verbalizadas, comunicadas por padres, familias, los medios, los pares y otros miembros de la sociedad, que indican que los hombres deben ser independientes, duros, físicamente atractivos, respetuosos de rígidos papeles de género, heterosexuales, con destreza sexual y agresivos cuando se trata de resolver conflictos. (¿No suena todo esto como los pre-requistos para cualquier héroe de historieta o de película de acción?).

Según un estudio, que encuestó a hombres de entre 18 y 30 años en Estados Unidos, Reino Unido y México, los hombres “en la Caja Masculina” son los que más han internalizado esos mensajes y presiones. Un hombre en la Caja Masculina piensa que “un tipo que no pelea cuando otros lo mangonean es débil”, y cree que “un hombre gay no es un ‘hombre de verdad’”. 

Los hombres que están “fuera de la Caja Masculina” son los que “se han salido de la caja, rechazan esas ideas y en cambio adoptan ideas y actitudes más positivas y originales sobre lo que los hombres deben creer y la manera en que deben comportarse.” 

Los autores crearon la encuesta con dos objetivos: determinar cómo perciben los hombres las expectativas de la sociedad sobre la conducta masculina, y cuantificar en qué medida los hombres internalizan esas expectativas. 

Por ejemplo, el 57 por ciento de los hombres jóvenes en Estados Unidos sostiene que la sociedad les dice que “un hombre que habla mucho de sus preocupaciones, temores y problemas no debe realmente ser respetado.” Pero sólo el 30 por ciento de esos mismos jóvenes opina personalmente de esa manera. 

En forma similar, el 60 por ciento de los encuestados norteamericanos cree que la sociedad espera que un “hombre de verdad” debe tener tantas compañeras sexuales como pueda, mientras solo el 26 por ciento considera personalmente que ésa es una norma sensata. 

Incluso en los temas más candentes, como la aceptación de la homosexualidad, el panorama parece mejor cuando se ve lo que los hombres realmente creen, comparado con lo que ellos creen que son las expectativas de la sociedad:

Sólo el 58 por ciento de los encuestados estadounidenses dijo que para la sociedad es “totalmente aceptable y normal” que los hombres heterosexuales tengan amigos gay. Pero cuando se les preguntan sus opiniones personales, el 84 por ciento de los jóvenes se sienten cómodos con la idea de que los hombres heterosexuales sean amigos de los homosexuales. 

Los autores llegan a la conclusión de que “algunos hombres pueden rechazar presiones sociales restrictivas y negativas relacionadas con la masculinidad, pero muchos adoptan esa presiones y reglas, así como también la versión de la masculinidad que representan. ... En verdad, mientras los hombres de los tres países han avanzado mucho en la aceptación de la igualdad entre hombres y mujeres, aun deben avanzar mucho más para liberarse de normas que los retienen en formas emocionalmente rígidas de masculinidad.” 

No es lo óptimo, pero considerando que tanto hombres como mujeres viven bajo intensas presiones de la sociedad para ajustarse a estereotipos de género inflexibles, es, en su conjunto, alentador. 

Obviamente, reprimir las emociones y no pedir ayuda cuando se trata de resolver problemas personales—característica con la que un 40 por ciento de los hombres estadounidenses está de acuerdo—no es saludable. 

Pero en general, estas cifras demuestran que aunque los mensajes severos y restrictivos de la sociedad sobre lo que significa ser un hombre son penetrantes, la mayoría de los hombres jóvenes tienen códigos personales de conducta diferentes. Eso implica que tienen acceso por lo menos a algunas fuentes de fuerza e inspiración a las que pueden recurrir cuando deciden cuál es la manera correcta de ser “masculinos”. 

Como madre de dos varones jóvenes, me siento reivindicada. Mis esfuerzos (y los de su papá, abuela y abuelo, maestros y otros) en la mesa, en el auto, en la escuela y en docenas de situaciones diversas tienen el potencial de cambiar las cosas. Nuestros esfuerzos colectivos para guiar a los jóvenes para que sean buenas personas tienen el potencial de neutralizar las charlas de los medios sociales, la conducta de los vestuarios y las burdas normas de los juegos de video y las películas.

Los autores hallaron, sin embargo, que “salirse de la Caja Masculina puede asociarse con experiencias de depresión.” 

Sin duda, los hombres jóvenes necesitan más vías de apoyo, mejores modelos y una sociedad en que menos hombres—y mujeres—celebren una conducta masculina bruta.

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