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Los latinos y el problema del “color”

“Gente de color”, “minorías”, “comunidades de color” y “descendientes de africanos” son términos habituales a la hora de referirse a los no-blancos en general.

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En la sociedad estadounidense, este aspiracional repertorio de términos paraguas sirve para unificar a negros, afroamericanos, latinos y asiáticos bajo la etiqueta “los otros”. Representan los intentos por destacar los aspectos comunes que unen estos grupos y el potencial que representan todos juntos, en cifras.  Algunos lo ven como una expresión de la expansión de la verdadera lucha por los derechos civiles de los afroamericanos por conseguir un mayor peso multicultural en los Estados Unidos. Otros lo ven como la lógica expresión de un proceso de dominación, y de la racialización de estos grupos. 

A pesar de su efecto supuestamente unificador, el desarrollo de estos términos paraguas ha topado con cierto resentimiento de gran parte de la comunidad latina. Existe una reacción creciente a pensar que estos términos tan generalizados proyectan una unidad falsa y ensombrecen las necesidades de latinos y asiáticos. Son vistos como una táctica utilizada por los líderes afroamericanos más dominantes para aumentar artificialmente las cifras a la hora de calmar los desagravios sociales provocados por las prácticas racistas. Refuerza una jerarquía racial-étnica entre estas "minorías" que, en última instancia, es divisiva.

Tres ejemplos del problema

El uso más ofensivo de estos términos generales se hace mediante el uso de datos agregados sobre estas diversas comunidades, pues resultan ser demasiado generalizados. Es el caso, por  ejemplo, de los datos y estadísticas usados por el sistema de justicia penal. En un intento por abordar este problema, Ryan King, miembro del Centro de Políticas de Justicia del Urban Institute, señaló que "dejar a los latinos al margen a la hora de documentar las consecuencias del sistema de justicia penal estadounidense significa que nuestros datos cuentan una historia incompleta. Como resultado de esa información incompleta, inexacta o insuficiente, sus voces quedan ausentes de la conversación sobre cómo reformar las políticas judiciales actuales".

Lo mismo ocurre con la mayoría de los datos empleados para desarrollar las políticas de salud. Solo el año pasado, Latino Justice PRLDEF recibió una importante subvención para establecer una Colaboración para la Reforma de la Justicia, cuyos objetivos en parte serían cambiar el dominante "binario negro/blanco para incluir las voces de la comunidad latinx y sus líderes".

El "binario negro/blanco" es otra expresión de este asunto que hace que los problemas latinos sean en gran parte invisibles por culpa de usar estos términos paraguas. La frustración de la comunidad latina no tiene nada que ver con el reconocimiento del histórico liderazgo negro o afroamericano en la lucha por la justicia social en los Estados Unidos, sino de cómo el "negro / blanco" se convierte automáticamente en el escenario predeterminado cuando se habla de problemas más amplios de justicia civil y social, o de asuntos económicos.

Los latinos sienten no solo que sus preocupaciones y problemas específicos como comunidad se quedan fuera de la conversación, sino que se sienten completamente ignorados a pesar del hecho de que la población latina ahora supera en número a la población negra no latina.

Uno de los mayores y más recurrentes ofensores en este sentido es la Cumbre Económica del Proyecto Rainbow PUSH Wall Street, impulsado por el reverendo Jesse Jackson. Este proyecto lleva 21 años aterrizando en Nueva York desde Chicago con el objetivo de promover el crecimiento empresarial entre "minorías" y "comunidades de color" y, sin embargo, su programa mantiene un tono y enfoque abrumadoramente blanco y negro, a pesar de que el equipo de la Operación Push incluya a un director de Asuntos Latinos.

Dentro de la comunidad latina, este proyecto se considera cínicamente no solo como una representación errónea de los intereses de los latinos, sino también como un impedimento para poder participar en las discusiones esenciales con los principales líderes empresariales. Si la atención se centra en la comunidad negra, ¿por qué no decirlo directamente y ahorrarse utilizar todos esos términos paraguas engañosos?

Un ejemplo más reciente y de más alto perfil sobre este tema es la polémica del #OscarsSoWhite en la industria del cine. Aunque es cierto que este año finalmente vimos cierto reconocimiento serio de los negros en Hollywood, no fue tanto el caso para los latinos. Muchos latinos dejaron oír sus voces de protesta a los estudios de cine y a los organizadores de los Oscar, pero el predeterminado binomio "blanco/negro" creó mucha confusión e incomprensión.

¿Los latinos estaban resentidos con el progreso negro en Hollywood? ¿Los latinos se veían a sí mismos en competencia con la comunidad negra por la atención de la industria? ¿Los latinos no vieron mucho apoyo negro a su causa a pesar de tener una agenda común? ¿Alguien entendió que un Oscar ganado por un ciudadano mexicano no fue visto universalmente por la comunidad latina como una victoria para los latinos radicados en los Estados Unidos?

Es evidente que el hecho de que el progreso de un segmento del grupo "personas de color" no signifique un progreso para todos los que forman parte de él crea problemas, debido precisamente al uso de estos términos paraguas. 

Hay muchos más ejemplos de este problema, pero todos resultan en un resentimiento sotto voce insano entre los líderes y activistas latinos. Y pagan un precio alto, ya que socavan la unidad que estas "comunidades de color" tan desesperadamente necesitan para promover sus agendas mutuas de justicia social, especialmente en la era Trump.

Reconocer el problema

Este es, por supuesto, un tema muy sensible y la mayoría piensa que es mejor esconderlo bajo la alfombra proverbial. Al plantearlo públicamente, queda claro que se trata de un tema peligrosamente divisivo, que provoca una competencia destructiva. Otros lo ven como un tema sin importancia, porque los latinos son en realidad todos negros o blancos, mientras que hay quienes en la comunidad negra que sienten que ese agravio realmente muestra que, en el fondo, los latinos se ven a sí mismos más racialmente blancos, malinterpretando el papel del “color” en esta comunidad. 

Esta confusión en el uso de términos paraguas pan-étnicos también presenta problemas similares dentro de cada uno de estos grupos étnico-raciales, ya que los términos como "latino" e "hispano" también pueden borrar las preocupaciones sobre el origen nacional si se usan de manera incorrecta. La mayoría parece creer que diferenciar a toda esta "gente de color" latina y sus problemas relacionados implica abrir una caja de Pandora que debe cerrarse inmediatamente.

Si no se aborda este problema de frente, permitiremos que se pudra. Tal vez deba ser abordado por una cumbre nacional de líderes comunitarios negros, latinos y asiáticos donde se discuta la mejor manera de hacerlo. ¿Deberían estos líderes dejar de usar estos términos generales cuando no es apropiado hacerlo? Pero, lo que es más importante, ¿cómo se puede abordar el problema del llamado "binario negro/blanco" para que respete la diversidad que ignora y ayude a construir un electorado más amplio para conseguir la justicia social racial que se necesita en este país?

Si se logra esto, podría abrir el camino para este, tal vez necesario, restablecimiento de las relaciones entre estas comunidades históricamente discriminadas, que pueda conducir a una etimología más útil de esta relación. Sin embargo, el primer paso, insisto, es reconocer al menos que el problema existe.