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El ex presidente estadounidense Ronald Reagan habla frente a la Puerta de Brandenburgo en Berlin, Alemania, en 1987. Foto: CBSNews.
El ex presidente estadounidense Ronald Reagan habla frente a la Puerta de Brandenburgo en Berlin, Alemania, en 1987. Foto: CBSNews.

Cuando Ronald Reagan nos dio esperanza, no miedo

“La justicia y la verdad solo pueden florecer cuando a los periodistas se les da libertad de expresión, y así surge la prosperidad...”, dijo el expresidente…

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Ronald Reagan solía decir que "los latinos son republicanos".

El único problema, aseguraba, es que "todavía no lo saben".

Lo que el expresidente estaba tratando de decir, haciéndole un guiño a esta comunidad, era que debido a que las familias latinas en los Estados Unidos aprecian valores conservadores —como el trabajo duro, el disciplinado espíritu empresarial, la unidad familiar y el temor a Dios— podrían ser atraídos (hacia este partido) fácilmente, al Grand Old Party (GOP), el Partido Republicano de Abraham Lincoln, siempre que hubiese un líder dispuesto a pedirselos.

George W. Bush lo hizo, y ganó la presidencia en una carrera super apretada contra Al Gore, quien sintió que no tenía que apelar al voto latino, seguro de que, probablemente, los latinos votarían por él. George W., igual que su padre, superó inteligentemente a Gore en Estados críticos como Florida, Colorado o Nevada, y lo derrotó en el recuento final de votos en el Colegio Electoral.

Igual que un victorioso Obama, especialmente en su primer mandato, superando a su propia Secretaria de Estado Hillary Clinton en las primarias del Partido Demócrata de 2008, cortejando fuertemente el voto latino con canciones de Mariachis, y más. (¿Recuerdan el popular video, "Viva Obama"?

No como Donald Trump, quien se aprovechó del hecho de que Hillary Clinton, en su segundo y quizás último intento de llegar a la Casa Blanca, asumió fácilmente que, como Gore, el voto latino acudiría a ella y no necesitaba hacer lo que que hizo Obama. Y caro que lo pagó.

Todavía no voy a abandonar mi afiliación al Partido Demócrata, pero haré una pausa aquí para recordar al presidente Republicano que solía elevarnos con sus discursos y el poder encantador de su dicción.

El hecho de que los latinos no participarann en las elecciones hace 3 años, con más de 5 millones de votantes registrados que optaron por quedarse en casa —sintiéndose asustados, rechazados o, quién sabe, no invitados— después de una campaña cruel que los arrojó debajo del autobús, sin que ningún líder nacional pronunciase una palabra en su defensa.

La táctica de asustar a aquellos que temen el aumento del crecimiento demográfico latino en el país, funcionó bien.

En esta última elección presidencial se conocieron nuevas tácticas electorales, desde las manipulaciones admitidas de Facebook, fake news, abuso de Twitter, hasta las historias de los ‘hackers’ rusos y las revelaciones de Wikileaks.

Todo a costa de la erosión de la confianza pública, la caída en picada del negocio de los medios de comunicación, y el peligro de nuestra democracia, como el Informe de la Comisión Knight recientemente nos advirtió a todos.

Todavía soy Demócrata

Todavía no voy a abandonar mi afiliación al Partido Demócrata, pero haré una pausa aquí para recordar al presidente Republicano que solía elevarnos con sus discursos y el poder encantador de su dicción.

Un discurso particular, relevante para esta edición de AL DÍA dedicada al muro fronterizo, se produjo frente a la Puerta de Brandenburgo, en Berlín Occidental, el 12 de junio de 1987.

Como el famoso muro en la Ciudad de Jericó, en la Biblia, como se describe en el libro de Josué, el presidente Reagan, bajo el hechizo de sus palabras bien escritas y mejor pronunciadas, hizo que el Muro de Berlín se viniera al piso bajo su propio peso.

Completando ese día, por obra de la magia de las palabras, la reunificación de Berlín oriental y occidental, sin disparar una sola bala. Meses después, el enfrentamiento nuclear de casi 70 años entre los Estados Unidos y la ahora desaparecida Unión Soviética llegó a su término en un acto de pura diplomacia.

En ese famoso discurso, preservado aquí para la posteridad por la Biblioteca Presidencial de Reagan, el presidente habló de "la importancia práctica de la libertad".

"La justicia y la verdad pueden florecer solo cuando a los periodistas se les da libertad de expresión, por lo que la prosperidad puede surgir solo cuando los agricultores y los hombres (y mujeres) de negocios disfrutan de libertad económica.”

La frase en que dice: “Mr. Gorbachev, tire abajo este muro ”, fue la epígrafe en la tumba en el régimen soviético y ese infame muro, ahora dispersos en piezas expuestas en museos de todo el mundo, como ilustración de la intangible libertad a través de su cemento prosaico y acero.

Presidente Reagan, dinos por favor: ¿qué futuro le espera al nuevo muro prometido por Trump en la frontera sur?

Por favor concédenos al menos una pista, allá donde estés, Señor Presidente.