La pobreza que ensucia los pasos de grandeza de Filadelfia
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La reciente ceremonia en el norte de Filadelfia en motivo del cambio de nombre de una sección de Glenwood Avenue en honor al legendario campeón de boxeo de peso pesado Joe Frazier fue un paso sobresaliente para hacer retroceder la profunda pobreza que impregna la ciudad que tanto amaba ‘Smokin’ Joe’.
Joe Frazier ostentó el título de campeón del mundo indiscutido de peso pesado entre 1970-1973. Un título que destacó a lo largo de su carrera en el ring, donde llegó a conseguir un récord de 32-4-1 con 27 knockouts. Las batallas de Frazier contra Muhammad Ali en el ring aún hoy cautivan a millones de personas en todo el mundo.
Filadelfia también ostenta un título indiscutido: el de ser la ciudad más pobre de las diez ciudades más grandes de Estados Unidos. Un 26% de los 1,5 millones de residentes de Filadelfia vive en la pobreza.
El informe “Philadelphia 2018: El estado de la ciudad”, publicado recientemente por el PEW Charitable Trusts, identificó que casi la mitad de los residentes pobres de Filadelfia viven en condiciones de “pobreza profunda”, donde familias de un adulto y dos niños subsisten con menos de $10.000 por año.
Según el informe PEW, un 38% de la pobreza de Filadelfia se concentra en los residentes hispanos, un 31% en los negros, un 23% en los asiáticos y un 15% en los blancos.
Ciertamente, hay demasiados ciudadanos de Filadelfia que sufren de pobreza estructural.
Sin embargo, ese golpe contra la pobreza que se produjo a la hora de conmemorar el Smokin Joe Frazier Boulevard cerca del edificio de la calle North Broad, donde estaba el famoso gimnasio donde entrenaba Frazier, no tiene nada que ver con lo que se entiende tradicionalmente como pobreza, es decir, vivir sin dinero.
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La pobreza que recibió ese puñetazo atrasado en la ceremonia de Frazier es la pobreza de espíritu que impregna Filadelfia. Un empobrecimiento de espíritu que condena al olvido y a la falta de reconocimiento justo a todas aquellas personas locales que tantos logros han obtenido. Sí, muy poco “amor” por parte de la Ciudad del Amor Fraternal. Y para la gente de color, esa maldita dinámica de falta de ‘amor’ es especialmente pronunciada.
Teniendo Filadelfia el título histórico de ser el hogar de más de dos docenas de campeones mundiales de boxeo en varias categorías de peso, es un insulto que el boxeador más identificado con nuestra ciudad sea el personaje de la película Rocky, en lugar de campeones reales de este deporte de Philly, como Frazier, un hombre que “hizo mucho por mucha gente”, como señaló un residente de North Philly.
La estatua de Rocky en el aclamado Museo de Arte de Filadelfia atrae a miles de personas anualmente. Pero mientras Philly proyecta orgullosamente a Rocky como parte de su personalidad, nada comparable existe para esos verdaderos campeones cuyos logros construyeron el aura que dieron veracidad a la trama de Rocky.
Easton, Pa, una pequeña ciudad a orillas del río Delaware, a unas 50 millas al norte de Filadelfia y 55 veces más pequeña que ésta, reconoce desde hace mucho tiempo al héroe de su ciudad natal, el campeón de boxeo de peso pesado Larry Holmes, quien en su día fue compañero de entrenamiento de Frazier.
En 2015, Easton inauguró una estatua en honor a Holmes en un parque que bordea una avenida con el mismo nombre: Larry Holmes Drive.
Holmes fue uno de los oradores que participaron en la ceremonia de nominación de la calle Frazier. Y en su discurso, hizo hincapié en la importancia inspiradora que tiene Frazier para la juventud de hoy, pues su carrera es un ejemplo de cómo los logros se consiguen gracias al trabajo duro y a la creencia en las capacidades de uno mismo para sobresalir.
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