Es ahora o nunca para Puerto Rico
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Mientras me siento a escribir estas palabras, el pueblo de la colonia más antigua del mundo está tomando las calles en una huelga nacional para exigir la renuncia del gobernador corrupto, Ricardo Rosselló. Y aunque no tengo forma de saber qué sucederá, no me cabe duda que los puertorriqueños no retrocederán, no se rendirán, no descansarán hasta que Roselló renuncie.
En un truco fallido para permanecer en el poder, Roselló renunció como presidente del Partido Nuevo Progresista, que favorece la estadidad, pero no como gobernador. También anunció que no se postulará para la reelección el próximo año.
Las demostraciones comenzaron después de que se publicaran casi 900 páginas de mensajes de texto obscenos, homofóbicos y sexistas entre el gobernador y 11 de sus colaboradores más cercanos, todos hombres. Dejando en claro su pudrición moral, en ellos hasta se burlaban de las víctimas del huracán María. Pero las protestas no son solo sobre los mensajes.
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"Es una cuestión de vida o muerte y, como muchos otros, creo que es el comienzo de algo enorme e innovador, diferente a todo lo que hemos visto", dijo Dulce Reyes Bonilla, una escritora radicada en Nueva York.
"Ha habido mucha desesperación y se puede ver que esta ha sido la última gota y que ha creado un amplio consenso y dejado atrás la política partidista", agregó Reyes Bonilla. “Esto, es más que el llamado a que Roselló renuncie, es el comienzo de algo que no tiene precedentes. Después de todo lo que han pasado, especialmente en los últimos años, y desde los huracanes, los puertorriqueños no están jugando".
No, no están jugando. Después de 118 años de dominación por EE. UU., que solo han traído desesperanza y humillación a Puerto Rico, es ahora o nunca para la colonia más antigua del mundo.
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