El Paso es una familia
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No hay otra ciudad que me impresione más en los Estados Unidos que El Paso, en la frontera con Texas.
Yo he tenido el privilegio de ir allí múltiples veces en mis visitas a la Universidad de Texas en El Paso, la muy conocida UTEP, una institución con la que AL DÍA ha desarrollado relaciones por años.
Algunos de los periodistas que crecieron en la sala de redacción de AL DIA vinieron de allá, y para nosotros El Paso ha estado a solo un paso de Filadelfia, hoy hogar de algunos de los graduados que AL DÍA reclutó en la UTEP.
El Paso es lo mejor de los dos mundos: La cultura Latina de los EE.UU. en su centro, una saludable economía local permite el estatus de clase media a la mayoría, y un orden norteamericano de seguridad y civismo ha hecho que la ciudad sea una de las más seguras del país.
La mezcla racial y étnica de su población es única, el hermoso campus universitario a donde todas las culturas del mundo convergen es el centro intelectual y científico de la ciudad, y, aún más visible, es el espíritu amistoso de sus residentes, orgullosos de su enclave en uno de los cruces de caminos binacionales más pacíficos y armoniosos del mundo.
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Hasta el sábado pasado, cuando un francotirador enloquecido rompió esa paz con los horribles sonidos de los disparos de un rifle de asalto.
Aquellos que tenemos la fortuna de conocer a El Paso y su espíritu indoblegable sabemos que la hermosa villa se recuperará de esta experiencia.
La bondad esencial del espíritu de la América del Norte, y la nobleza del alma Latina, estrechamente entretejidas en la sociedad y la cultura de esta ciudad excepcional, prevalecerá al final y los desafortunados incidentes del fin de semana harán su extraordinaria idiosincrasia aún más fuerte que nunca.
Sí, El Paso es una familia, y será un ejemplo de unidad para el resto de la nación.
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