Cuando muchos creen que el fenómeno del Trumpismo es una exageración, sólo deben observar de cerca las dinámicas convulsas dentro de las agencias del gobierno para entender que un gobierno que dinamita su propio partido, es irremediablemente una tormenta para la política general del país.

El antagonismo del partido Demócrata es esperable, cuando no lógico, pero observar el rompimiento de filas dentro del partido Republicano, es una alarma inminente.

El pasado lunes, dos senadores alzaron su voz contra la nueva administración, y más específicamente contra la personalidad del presidente y recalcaron las amenazas que supone un temperamento como el de Donald Trump detrás del timón de uno de los países más potentes del mundo.

Para Bob Corker – Senador Republicano por Tennessee – muchos han intentado dentro de las filas republicanas conciliar con el presidente, y abordar “la manera en la que se comporta”, pero Trump definitivamente “no está a la altura de ser presidente”.

También agregó que el presidente tiene “mucha dificultad con la verdad” y que “degradar” a Estados Unidos “será su gran legado durante su presidencia”, según reportó CNN.

Pero fue el discurso del senador Flake el que comprobó que, en los Estados Unidos de hoy en día, estar en contra del Trumpismo es directamente proporcional a renunciar a una carrera en el ala republicana, pues no existe espacio para el criticismo.

Flake hizo un llamado desde “la consciencia de un Conservador” al “rechazo a las políticas destructivas y al retorno a los principios”, durante el discurso que se ha transformado en el más importante en la política estadounidense actual.

Para Flake, “en un momento cuando pareciera que nuestra democracia está más definida por nuestras discordias y por nuestra disfunción que por nuestros propios valores y principios (…) este no es el momento de buscar la reelección y son tiempos en los que debemos arriesgar nuestras carreras a favor de nuestros principios”.

“Provocaciones imprudentes, frecuentemente originadas en las razones más insignificantes y personales, que no tienen nada que ver con la suerte de las personas que nos han elegido para servirles. Ninguno de estos terribles rasgos en nuestra política actual deben ser percibidos como normales. Jamás deberemos permitirnos fallar al pensar que esa es sencillamente la manera en la que las cosas se hacen ahora”.

Flake alertó y lamentó el estado de la política estadounidense actual, piloteada por mecanismos personales, muy lejanos a la diplomacia y a los canales regulares de gobierno, y que se han visto exacerbados por un gobierno mediático que “pone en peligro la democracia”.

“Tal comportamiento no proyecta fuerza porque nuestra fuerza viene de nuestros valores. Por el contrario, proyecta una corrupción del espíritu y debilidad”, aseguró.

“Señor presidente, me levanto el día de hoy para decir: ya basta,” sentenció el senador.

Ante el silencio y la complicidad de gran parte del partido Republicano, Flake insistió en que “el mutismo y la inacción” no deben provenir de las consideraciones políticas, sino del retorno a los valores, pues “cuando sucumbimos ante esas consideraciones, a pesar de lo que debería ser primordialmente considerado e imperativo en defensa de nuestras instituciones y nuestra libertad, deshonramos nuestros principios y olvidamos nuestras obligaciones”.

Flake hizo referencia entonces a la “completa e incuestionable lealtad” dentro del partido Republicano. “Si he sido crítico, no es porque disfrute de criticar el comportamiento del presidente de Estados Unidos”, aseguró. “Lo he hecho porque considero que es mi obligación y es un asunto de conciencia”.

Ante tales sentencias, el senador declaró que no sería “cómplice o silente” frente a lo que sucede en el país: “cuando un líder identifica de manera correcta un daño real y la inseguridad en nuestro país, y en vez de solucionarlo busca culpables en otro lugar, entonces quizás no haya nada más devastador para una sociedad pluralista”.

Flake declaró que su trabajo como funcionario público, en especial como representante del estado de Arizona, sería mejor si se “liberara de la consideración política que ha consumido gran parte del ancho de banda” y que “comprometería” muchos principios, dando por terminado su período en el Senado en enero del 2019.

Fue entonces cuando el Senador utilizó el temible término del “populismo” para describir lo que pareciera ser el tono del nuevo gobierno estadounidense.

“Existe una innegable potencia hacia el llamamiento populista al malentender nuestros problemas y ceder en el impulso de los chivos expiatorios y el menosprecio. En el caso del Partido Republicano, esas cosas también amenazan con volvernos un partido temeroso, retardatario y minoritario”, aseguró.

Finalmente, Flake enunció la amenaza más importante en la política estadounidense (y mundial) actual:

“No nos transformamos en un gran país al permitirnos caer o incluso exaltar nuestros peores impulsos, volviéndonos en contra de nosotros mismos, glorificando las cosas que nos dividen y llamando a las cosas falsas verdaderas y a las verdaderas falsas. Y no nos transformamos en el faro de la libertad en los rincones más oscuros del mundo al violar nuestras instituciones y fallando al entender lo mucho que nos costó conseguirlas y lo vulnerables que son”.