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Con sus duros discursos y su imagen de independiente, la embajadora de EE.UU. ante la ONU, Nikki Haley, se ha convertido en una de las estrellas de la Administración Trump y en una de las figuras políticas de moda en el país. EFE/Shawn Thew
Con sus duros discursos y su imagen de independiente, la embajadora de EE.UU. ante la ONU, Nikki Haley, se ha convertido en una de las estrellas de la Administración Trump y en una de las figuras políticas de moda en el país. EFE/Shawn Thew

¿Quién es Nikki Haley, la dura embajadora de Estados Unidos ante la ONU?

Con sus duros discursos y su imagen de independiente, la embajadora ante la ONU, Nikki Haley, se ha convertido en una de las estrellas de la Administración de…

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Desconocida para el gran público hace solo unos meses, Haley suena hoy insistentemente como favorita para convertirse en la próxima secretaria de Estado e, incluso, como una posible aspirante a la Casa Blanca en un futuro no muy lejano.

De momento, la embajadora se convertirá en la mano derecha del presidente durante esta semana en las reuniones que se llevan a cabo en la ONU con motivo del debate de alto nivel de la Asamblea General, foro en el que se estrena Trump.

Trump la eligió para ser la voz de EE.UU. en Naciones Unidas a pesar de que durante la campaña electoral la entonces gobernadora de Carolina del Sur había sido crítica con él y no contaba con ninguna experiencia en política exterior.

Haley llegó a la ONU en enero y lo hizo marcando el terreno. En sus primeras palabras en Nueva York, la diplomática adelantó que su plan pasaba por hacer valer la "fuerza" de EE.UU., apoyar a sus aliados y asegurarse de que estos devolvieran el respaldo.

"Para aquellos que no nos apoyen, vamos a anotar nombres. Nos aseguraremos de responder a eso adecuadamente", dijo en unas primeras palabras muy recordadas en Naciones Unidas.

Desde entonces, se ha caracterizado por su férrea defensa de Israel, sus duras críticas a países como Venezuela y por sus gestiones para endurecer la presión contra Corea del Norte.

Este mes, logró una pequeña victoria liderando la aprobación de una rápida resolución con más sanciones económicas contra Corea del Norte tras su última prueba nuclear.

Alejada del ruido de Washington y los constantes líos en la Casa Blanca, a pesar de que forma parte del Gabinete de Trump, Haley se ha forjado una imagen de independiente, aunque sus posturas no se diferencian en general de las tradicionales del Partido Republicano en cuestiones internacionales.

Por ejemplo, ha utilizado un tono más duro hacia Rusia que el de su Gobierno y hace habitualmente un mayor hincapié en asuntos de derechos humanos.

Aprovechando el perfil bajo adoptado por el secretario de Estado, Rex Tillerson, Haley se ha convertido rápidamente en una de las principales voces de Washington en materia exterior.

La aparente falta de sintonía entre Tillerson y Trump ha disparado en las últimas semanas las especulaciones sobre una posible salida del Gobierno del actual jefe de la diplomacia.

De producirse, el nombre de Haley es el más pronunciado en los medios estadounidenses como reemplazo.

Muchos analistas consideran que la embajadora ante la ONU estaría además trabajando el terreno para optar a la Casa Blanca en el futuro.

Según el portal Politico, el Partido Demócrata está ya recabando informes sobre varias figuras republicanas que podrían desafiar a Trump en 2020 u optar a la Presidencia si él no se presenta a la reelección, y Haley es una de ellas.

La embajadora ante la ONU se presenta como una figura muy diferente a la del magnate neoyorquino, un contraste que volvió a hacerse evidente con la criticada reacción de Trump a la demostración de fuerza de neonazis y supremacistas blancos en Charlottesville (Virginia).

En junio de 2015, Haley vivió uno de los momentos clave de su carrera como gobernadora de Carolina del Sur, cuando un joven blanco mató a nueve feligreses negros en una iglesia de Charleston tratando de provocar una guerra racial.

Haley tuvo entonces un papel clave a la hora de calmar los ánimos y de llevar a los legisladores estatales a retirar la bandera confederada de su Capitolio después de más de medio siglo ondeando como símbolo del pasado de segregación y esclavitud en el sur de Estados Unidos.

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