En enero, el presidente Joe Biden emitió una orden ejecutiva en la que ordenaba a las agencias que determinaran la posibilidad de producir tarjetas de vacunación digitales COVID-19, lejos de las versiones físicas que administran actualmente. 

En otras palabras, podría funcionar como una especie de pasaporte de vacunas. 

Nueva York no tardó en convertirse en el primer estado del país en poner en marcha una aplicación de pasaporte de vacunas el 26 de marzo. Utiliza la aplicación Exelsior Pass de IBM y se basa principalmente en códigos QR personalizados para verificar el estado de vacunación. 

Al igual que con una tarjeta de embarque de una aerolínea, los usuarios de la aplicación podrán demostrar su estado de salud con un código QR digital, o una etiqueta legible por máquina. 

La aplicación, ordenada por el gobernador Andrew Cuomo (demócrata de Nueva York), está financiada por el Estado de Nueva York y está disponible de forma gratuita para las empresas y cualquier persona que tenga registros de vacunación o resultados de pruebas en Nueva York. 

Es un punto de partida prometedor para otras empresas actualmente en desarrollo. 

Pero hay problemas, como la accesibilidad, el potencial de fraude y el margen de complicación. 

Al menos 17 grupos están trabajando ya en sus propias versiones, lo que da paso a un complicado proceso de regulación, informa USA Today. 

Sólo en Estados Unidos hay tres vacunas aprobadas: Moderna, Pfizer y Johnson & Johnson. Pero nuestros vecinos más cercanos, México y Canadá, tienen cada uno su propio conjunto de criterios para lo que cuenta como una prueba o vacuna aceptable. 

A nivel mundial, se están desarrollando al menos dos conjuntos de normas que compiten entre sí para permitir un acceso seguro a la información sobre el estado de vacunación, especialmente para los viajes internacionales.

En un futuro próximo, también habrá que tener en cuenta las vacunas de refuerzo, y esto también depende de la vacuna que se haya administrado. Todas estas son cosas que los funcionarios tienen que considerar para el futuro propuesto de los pasaportes de vacunas, y con cada capa se vuelve más complicado.  

El gobierno de Biden dice que pronto tendrá más información disponible sobre su enfoque para supervisar las credenciales de vacunas. 

Mientras tanto, hay más preguntas sobre la equidad que aún están por responder en estos documentos, que en un futuro no muy lejano pueden determinar el alcance de la vida social y los viajes de cada uno. 

Algunas de las críticas de la derecha sobre el pasaporte vacunal no son tan descabelladas. En los primeros días de implantación, los que más se beneficiarán de estos novedosos pasaportes serán los grupos menos afectados por la COVID-19. 

Los que todavía se encuentran en grupos de alta infección -en su mayoría negros y latinos- y los que tienen las tasas más bajas de vacunación, en su mayoría negros y latinos, serán algunos de los últimos en beneficiarse, mientras que los grupos demográficos que se están recuperando serán los primeros en beneficiarse.

También hay una cuestión de acceso. 

Si se trata de un modelo en gran medida virtual, como parecen ser la mayoría de los prototipos, también está la cuestión de la brecha digital. No todo el mundo tiene conocimientos tecnológicos, sobre todo las personas mayores. 

Algunos desarrolladores han dicho que las credenciales pueden imprimirse, pero en las primeras fases es probable que se trate de un modelo digital, como el sistema de códigos QR de Nueva York. 

Las barreras lingüísticas también pueden suponer un problema antes de que las primeras fases de las aplicaciones puedan ofrecer traducción.

Independientemente de todas las preocupaciones difíciles de abordar y del margen de error, la perspectiva tiene su lógica. 

Hasta que se alcance la inmunidad de rebaño, los pasaportes de vacunas pueden ser la única manera de que la nación haga la transición a una apariencia de "antes de tiempo".