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Juliana Sarita, de Women Organized Against Rape, durante el taller sobre acoso sexual en El Compadre, South Philly. Edwin López Moya / AL DÍA News
Juliana Sarita, de Women Organized Against Rape, durante el taller sobre acoso sexual en El Compadre, South Philly. Edwin López Moya / AL DÍA News

Acoso sexual, un problema silencioso en restaurantes de Filadelfia

Cinco organizaciones se unieron para erradicar un delito invisible que afecta a más del 40 por ciento de los trabajadores de la industria gastronómica de la…

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Filadelfia es un destino gastronómico por excelencia; publicaciones como Time Magazine, Bon Appetit y Wine Enthusiast Magazine la han catalogado en varias oportunidades como una de las mejores ciudades de Estados Unidos para salir a comer o a tomarse un par de copas.

Con más de 12.000 establecimientos comerciales dedicados a la venta de comida o de bebidas alcohólicas, la industria restaurantera es el quinto sector privado que más puestos de trabajo crea en la ciudad: aproximadamente 113.000 personas laboran como cocineros, meseros, bartenders, managers, pasteleros, chefs, lavaplatos y hasta social media managers, según estadísticas del Departamento de Trabajo de EE. UU.

Pero sin bien el boom culinario ha puesto a Philly en los radares de cualquier foodie o turista que se respete, hay algo que ni luces ni cámaras han podido captar: el acoso sexual del que miles de empleados son víctimas silenciosas.

De acuerdo con una encuesta realizada en 2012 por la organización Restaurant Opportunities Centers (ROC United), el 34 por ciento de los trabajadores de la industria en Filadelfia manifestaron que han experimentado este tipo de conductas de jefes, compañeros de trabajo o clientes. Eso sin contar los cientos de casos que simplemente no se reportan por miedo u omisión.

Para darle un giro a esta problemática, cinco organizaciones se unieron en la Coalición por la Salud y la Seguridad en los Restaurantes (CRSH en inglés) con el fin de erradicar y prevenir el acoso sexual de los establecimientos de este tipo en la ciudad.

La CRSH empezó en febrero pasado a realizar talleres en restaurantes de la ciudad sobre derechos y herramientas legales que cualquier trabajador –sin importar su estatus migratorio o si habla o no inglés– tiene a la hora de enfrentar el acoso.

Hasta ahora se han llevado a cabo tres talleres: el primero en Philly Tacos, el segundo el lunes pasado en Jet Wine Bar y el tercero este miércoles en El Compadre, en South Philly.

Ese día, a las 8:00 de la mañana, nueve empleados ocuparon los puestos de su clientela y durante media hora asistieron a una clase exprés sobre el acoso sexual, desde su definición hasta cómo reaccionar.

Para Juliana Sarita, coordinadora de participación comunitaria de Women Organized Against Rape –WOAR– (organización que hace parte de la CRSH), la mejor manera de identificar cuándo se está ante un caso de acoso sexual es saber si uno se siente incómodo con lo que está sucediendo.

“El acoso sexual es una forma de discriminación que sucede en un lugar de trabajo [que consiste] en cualquier tipo de conducta de naturaleza sexual que no es bienvenida, que me hace sentir mal”, señala.

Según la especialista de WOAR, el acoso sexual suele presentarse a través de expresiones verbales, miradas, toques, manoseos o caricias indeseadas, así como insinuaciones de tipo quid pro quo, que no es otra cosa que ofrecer beneficios (días libres, horarios flexibles, ascensos o aumentos de sueldo) a cambio de favores sexuales.

El acoso sexual tiene un efecto psicológico sobre la víctima porque crea ambientes laborales hostiles que afectan tanto al trabajador como a la empresa que lo contrata. “Es muy difícil trabajar en un ambiente de trabajo donde existe este tipo de conductas: se hace difícil completar las tareas del día, porque a lo mejor la persona se va a sentir con miedo, frustrada, nerviosa”, explica Sarita.

Lo más grave es que el acoso es el pan de cada día que la mayoría de las víctimas comen calladas.

De acuerdo con Nadia Hewka, abogada de Community Legal Services of Philadelphia (parte de CRSH), “el problema es tan común, que hay estudios que muestran que 80 por ciento de los trabajadores tienen experiencias de acoso sexual en el trabajo”.

El reporte Behind the Kitchen Doors, que ROC United publicó en 2012, señala que entre las razones que explican el subregistro de este delito están, por un lado, que es percibido como parte de la cultura de la industria (o sea, es aceptado como normal) y, por otra, debido a los bajísimos salarios muchos empleados se ven obligados a depender de las propinas de sus clientes.

Hewka explica que esto también sucede en debido a las características propias de estos establecimientos: “Son ambientes sexualizados, relacionados con el consumo de alcohol y con horarios de trabajo que se extienden hasta altas horas de la noche”.

Natalia Nicastro, de Philaposh (organización que también conforma la coalición) señala que “Lo importante de estas conductas es que por ahí empieza con pequeños adjetivos, con mensajes de texto, con pequeños toqueteos y después escala si no decimos que no a tiempo. Ignorar esa conducta es nocivo”.

Nicastro asegura que hay formas de romper el silencio y la cultura del acoso. Una de ellas es mediante la póliza antiacoso que, aunque no es obligatoria, cada restaurante debería tenerla en un lugar visible para dejar claro que el acoso es un comportamiento intolerable.

“Si no hay una póliza antiacoso en su lugar, si los trabajadores no tienen el conocimiento de que el acoso sexual es inapropiado, es muy difícil sentirse con el poder de decir basta”, dice.

Para Nicastro, una póliza antiacoso empodera a las y los empleados de los restaurantes porque abre “múltiples caminos para denunciar, para decirle a un manager que alguien me está molestando –sea un cliente, sea un compañero de trabajo, sea otro manager–”.

Todas las víctimas de acoso sexual están amparadas por la ley, sin importar su estatus migratorio; tienen derecho a la confidencialidad y sus jefes están obligados a desarrollar investigaciones para aclarar los hechos y tomar correctivos.

Cristina Martínez, la chef y co-propietaria del restaurante El Compadre –donde se llevó a cabo el más reciente taller antiacoso sexual– fue víctima de acoso sexual cuando llegó a Filadelfia y consiguió su primer trabajo.

Ella mejor que nadie sabe que este tipo de charlas significan mucho para sus empleados porque contribuyen “a que puedan compartir ese conocimiento y sentirse más seguros”.

Las cinco organizaciones que hacen parte de CRSH son: Philaposh, WOAR, ROC United, Community Legal Services of Philadelphia, Philadelphia Commission of Human Relations

Si usted siente que ha sido víctima de acoso sexual y no sabe cómo reportar el caso, puede llamar a la línea urgente: 267-571-6720.