Corea del Norte y Estados Unidos: una historia de deshielo nuclear
Amenazas, misiles nucleares y tensiones diplomáticas han poblado los titulares de los últimos años con el nombre de “Corea del Norte” o “Kim Jong-un”, pero …
La hostilidad y la competencia de temperamento no es una novedad entre Corea del Norte y Estados Unidos, a pesar de que la tensión entre ambas naciones ha escalado de manera violenta en los últimos meses debido a las constantes pruebas de misiles balísticos llevados a cabo por el régimen de Kim Jong-un y las sanciones en retaliación impuestas por la administración Trump.
Pero el conflicto es mucho más enrevesado.
Desde 1945, después de la Segunda Guerra Mundial, el territorio de Corea ha sido fuente de disputas internacionales, en especial cuando la ocupación japonesa del territorio se dio por terminada y las tropas soviéticas y estadounidenses se dividieron el territorio norte y sur, respectivamente.
Con el debut de la Guerra Fría, tanto la Unión Soviética como Estados Unidos fueron responsables de la división del territorio y de la instauración de dos naciones antagonistas.
Así pues, Corea del Norte instauró un acérrimo partido comunista protegido y asesorado por el gobierno soviético, quienes pondrían en el poder al militar entrenado por el Ejército Rojo, Kim Il-sung.
Por su parte, Estados Unidos dio inicio a una serie de sanciones económicas contra la nueva República Popular Democrática de Corea, bajo la Ley de Comercio con el Enemigo (vigente hasta el 2008), intentando contrarrestar la fuerza del comunismo en Asia Oriental, que había debutado con el triunfo de la revolución comunista en China el 1 de octubre de 1949.
Durante los siguientes años, se iniciaron una serie de negociaciones para permitir la reunificación del territorio, pero las constantes violaciones de los acuerdos a través de la frontera y las incursiones de ambos bandos a través del paralelo 38 (línea divisoria establecida por Estados Unidos y la Unión Soviética), terminaron decantando en la declaración de independencia de Corea del Sur en 1950, y la detonación de la Guerra de Corea.
Fue entonces cuando el general al mando del ejército norteamericano, Douglas MacArthur, propuso el bombardeo atómico del norte de China, poniendo sobre la mesa la primera amenaza nuclear entre ambas naciones. El presidente Harry S. Truman, con apoyo del Congreso, reconoció el peligro de un conflicto nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética y decidió destituir a MacArthur.
Ante la insistencia de la Unión Soviética de no intervenir en el conflicto, se llegó al acuerdo de que los dos sistemas convivieran en la península, lo que llevó al inicio de las negociaciones en julio de 1953, poco después de la muerte de Stalin.
Fue entonces cuando se firmó el Armisticio de Panmunjong, y se acordó una nueva frontera.
En 1960, Corea del Norte vivió un resurgimiento industrial y un desarrollo económico importante, que facilitaría los avances armamentísticos y le consolidaría como una nación con la cual era difícil negociar.
Desde entonces, Corea del Norte y Estados Unidos no han tenido una relación diplomática oficial, a pesar de varios intentos por parte de la comunidad internacional.
A mediados de la década de los 80, y ante el miedo de las Naciones Unidas de un conflicto nuclear, Corea del Norte finalmente ingresa al Tratado Internacional de No Proliferación Nuclear, que prohibía al país la producción de armas nucleares.
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Pero en 1986, el régimen de Kim Jong-il (hijo mayor de Il-sung) autorizó las operaciones del reactor nuclear en Yongbyon, a pesar de haberse incorporado a las Naciones Unidas.
En 1993, la Agencia Internacional de Energía Nuclear, acusó a Corea del Norte de violar el Tratado y exigió que se le permitiera la entrada a inspectores dentro de los depósitos de residuo nuclear norcoreanos. Ante la acusación, Jong-il amenazó con retirarse del tratado.
Ese mismo año, Corea del Norte prueba por primera vez un misil balístico de alcance medio en el mar de Japón, pero finalmente en el mes de octubre se logra un acuerdo para el congelamiento del programa nuclear de Pyongyang, permitiéndosele el regreso al fuelóleo pesado y el mantener tan sólo dos reactores nucleares de agua ligera.
Desde entonces, la tensión heredada de la Guerra Fría se mantuvo vigente entre el norte y el sur de la península, hasta que en diciembre del 2002 Corea del Norte anuncia la reactivación de sus instalaciones nucleares en Yongbyon y expulsa a los inspectores de las Naciones Unidas, retirándose asimismo de los acuerdos internacionales y dando inicio a su masivo programa nuclear.
A pesar de los esfuerzos de las llamadas Conversaciones entre las Seis Partes (que incluían Estados unidos, las dos Coreas, Japón, China y Rusia) – donde se intentaban normalizar las relaciones políticas con Pyongyang negociando la restauración de las ayudas de combustibles hacia el territorio, el levantamiento de sanciones y la reincorporación de Corea del Norte a las organizaciones internacionales – la débil paz no duró lo suficiente.
El régimen norcoreano arrestó a dos periodistas estadounidenses el 17 de marzo de 2009, a quienes condenó a trabajos forzados por dos años, y aunque las negociaciones prosiguieron, el lanzamiento de un satélite por parte de Corea del Norte puso en alerta el gobierno estadounidense, quien suspendió los suministros de comida al país por miedo a que se desarrollaran nuevos programas balísticos.
El hundimiento del buque militar surcoreano Cheonan por parte del régimen de Corea del Sur, y el inicio de sucesión de Kim Jong-un, marcaron el inicio de un nuevo régimen, mucho más agresivo y que desde el 2012 ha aumentado sus pruebas balísticas y se ha enganchado en un intercambio agresivo de amenazas con Estados Unidos.
Entre sanciones por parte de las Naciones Unidas, intentos de negociaciones y más pruebas balísticas, a partir de 2015 Corea del Norte impulsó irremisiblemente su programa nuclear, con propaganda nacional y anunció las primeras pruebas de su bomba de hidrógeno.
La estabilidad internacional pende de un hilo muy fino por primera vez desde 1945, y a pesar de que China se ha sumado a las sanciones de las Naciones Unidas, el régimen de Kim Jong-un promete no ceder, especialmente frente al primer presidente estadounidense que parece no querer caer nuevamente en negociaciones.
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