¿Es Trump el peor presidente de la historia de Estados Unidos?
Así lo aseguró el presidente del Comité Nacional Demócrata Tom Pérez, quien agregó que “sólo nos trae devastación y caos” pero, ¿qué nos dice la historia?
La presidencia de Donald Trump se ha caracterizado (cuando no, alimentado) por la ola de criticismo que parece seguirle cada paso. “Racista”, “ignorante”, “divisionista” y hasta “mentalmente inestable”, son los epítetos más utilizados para hacer referencia a el cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos.
Pero para Tom Pérez, presidente del Comité Nacional Demócrata y uno de los líderes latinos más importantes en la política actual, Donald Trump es sencillamente “el peor presidente de la historia del país”.
En una entrevista con el diario El País, Pérez aseguró que el desempeño presidencial es tan sólo un eco de la personalidad del mandatario: “es un bravucón sin principios, incapaz de unir a su pueblo y que gobierna por división y conquista”.
Para este político de origen Dominicano – quien además fue jefe del Departamento de Trabajo durante la administración Obama – Donald Trump “es el presidente más peligroso de la historia de Estados Unidos, inestable y una vergüenza para la nación”.
Esta no es primera vez que Pérez comparte su perspectiva sobre el presidente. Durante una entrevista con NBC el 13 de diciembre, el político reiteró que el huésped de la Casa Blanca “es quizás el peor presidente en la historia de Estados Unidos”, argumentando que su reforma fiscal y la destrucción de los programas sociales creados durante el gobierno de Barack Obama eran una “abominación”, y que “la corrupción cultural en Washington, como en Alabama, es impropio de la rama ejecutiva”.
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De acuerdo con varios centros de investigación y encuestas, los tres presidentes considerados como los peores en la historia suelen ser James Buchanan (1857 – 1861), Warren G. Harding (1921 – 1923) y Andrew Johnson (1865 – 1869) por sus incapacidades para solventar el divisionismo interno del país, por encontronazos con los partidos políticos y por negociar beneficios a sectores privados desde posiciones de ventaja en el gobierno (léase, el Teapot Dome Scandal).
Si bien es muy pronto para adivinar si Donald Trump encabezará esta lista, tal y como predice Tom Pérez, resulta intrigante que un solo presidente recoja las peores características de sus peores predecesores (pensemos, por ejemplo, que el hábito de Harding de jugar póker sería el equivalente de las constantes partidas presidenciales de golf en Mar-A-Lago).
Pero como todo día tiene su ocaso, esta presidencia también deberá tener un límite y es responsabilidad del Partido Demócrata enfocar sus esfuerzos en recuperar el terreno político dejado en manos del GOP, antes de que sea demasiado tarde.
Según Pérez, la meta ahora es “tener una estrategia en cada distrito, y no dar nada por ganado. La organización debe estar en todas partes y ser diaria. El nuevo Partido Demócrata debe mostrar a su gente por qué lucha”.
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