El presidente estadounidense ha tenido razón en algo: el mundo entero se ríe de nosotros. Lo que no se había determinado era el porqué.

Durante su discurso ante la edición anual de la Asamblea de las Naciones  Unidas, Donald Trump recordó que hace tan sólo un año había debutado ante el organismo como dirigente de una de las naciones más poderosas del mundo, momento en el que “abordé las amenazas que enfrenta nuestro mundo y presenté una visión para lograr un mejor futuro para toda la humanidad”.

El presidente prefirió no mencionar el retiro de Estados Unidos del acuerdo de París o su insistencia en enemistar al país con sus aliados históricos – mucho menos su creciente guerra económica con China – sino repitió el discurso prefabricado de que su Administración ha logrado un “progreso extraordinario”.

“En menos de dos años mi Administración ha logrado más que casi cualquier Administración en la historia de nuestro país”, aseguró el mandatario justo antes de ser interrumpido por un guiño de la audiencia que decantó en carcajadas crecientes.

La incomodidad del presidente estuvo entonces a flor de piel.

“No era esa la reacción que esperaba, pero está bien”, dijo con una sonrisa forzada.

El escenario fue la traducción perfecta de las estadísticas publicadas por centros de investigación que han determinado que “la confianza en Estados Unidos a nivel mundial ha caído en picada desde que Trump asumió el cargo”, según reportó Vox.

“Si bien Trump puede salirse con la suya con este tipo de fanfarronería absurda es decir, poner su presidencia al mismo nivel que George Washington, Abraham Lincoln o Franklin D. Roosevelt – los dignatarios mundiales tienen una distancia más crítica y ningún incentivo político para dejarlo salir con una hipérbole”, agrega el medio.

Asimismo, y según recuerda el Huffington Post, el “incómodo momento” del presidente surge a tan sólo meses de que Trump asegurara en una reunión de su gabinete que “el mundo se ríe de Estados Unidos”.

Y es que si un país es víctima de la burla internacional no es precisamente porque se estén haciendo las cosas bien, y la responsabilidad cae sobre los hombros de quien da la cara por su pueblo.