El 61,87% de los electores votó contra el texto que reemplazaba la Constitución del dictador Augusto Pinochet.

Una de las consignas más repetidas en la noche del domingo fue: “íChile es, y será, un país es libertad!”, jóvenes, ancianos y niños tomaron las carreteras de Santiago de Chile, a bordo de vehículos se escuchaban los gritos de júbilo.

En uno de los municipios con más recursos de todo el país, Providencia, precisamente desde un exclusivo hotel, el comando del “Rechazo” recibió la noticia de los resultados electorales del Servicio Electoral (SERVEL) a través de una pantalla grande, lo que desató la alegría por la victoria.

El llamado “voto evangélico” protagonizó como en otros países de Latinoamérica una arremetida política considerable en las últimas elecciones chilenas, y en el cierre de esta fase del proceso constituyente no fue una excepción.

Elena Ossadón, coordinadora de una de las organizaciones evangélicas festejó en medio de las celebración del comando junto con un corazón de papel en mano y una bandera chilena a grito de “estamos felices porque hemos informado a los cristianos del por qué rechazar esta Constitución”.

Por su parte, Jaime Eyzaguirre, líder del espacio “LDCxChile”, un grupo de derecha que hace trabajos de comunicación, le dijo a Efe que este “es un resultado transversal en todo Chile. El país habló. Hoy nos tenemos que reorganizar y ver con las organizaciones civiles cuál es el mejor proceso. Nos interesa llegar a acuerdos amplios, ni de derecha ni de izquierda, sino que represente a todos”.

Karla Rubiar, exvocera de Gobierno (2018-2022) afirmó que “tenemos que recoger el mandato ciudadano y ponernos de acuerdo. La gente quiere unidad, cambios, paz y seguridad. Mañana tenemos una segunda oportunidad para hacer las cosas bien porque llega un nuevo proceso constituyente, pero tenemos que llegar a una nueva Constitución que nos represente a todos y a todas”.

Solo un 38,1% apostaron por aceptar la nueva Carta Magna, la cual buscaba una igualdad de derechos sociales.

Con el resultado del proceso democrático, se mantiene la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), la cual también fue reformada parcialmente durante el Gobierno de Ricardo Lagos (2000-2006).