Las redadas de Donald Trump y el arte de la amenaza
No, no hubo redadas durante el fin de semana. El maltrato de la Administración Trump contra los inmigrantes es peor: es psicológica.
Miles de familias inmigrantes seguramente pasaron el fin de semana encerrados en casa, intentando esconderse de una amenaza sin rostro.
Después de que el Presidente Trump prometiera nuevas olas de redadas masivas a nivel nacional la semana pasada, el terror ha sido el sentimiento generalizado en la comunidad inmigrante estadounidense, alimentada especialmente por las imágenes de detenidos hacinados en centros en la frontera.
Y es que el útil mecanismo de “disuasión” que argumentaba el gobierno a la hora de separar familias, parece habérseles ido de las manos.
La operación planificada por la Agencia de Inmigración y Aduanas incluía no sólo detenciones de puerta en puerta, sino también “deportaciones colaterales”, descritas por funcionarios como detenciones de inmigrantes que “estuvieran en la escena, incluso si no eran el objetivo de la redada”, según explicó el New York Times.
“De ser posible, los miembros de familias que son arrestados juntos serán recluidos en centros de detención para familias en Texas y Pennsylvania”, agrega el medio. “Pero debido a las limitaciones de espacio, algunos pueden quedarse en habitaciones de hotel hasta que se preparen sus documentos de viaje. El objetivo de ICE es deportar a las familias lo más rápido posible”.
Y si a esas familias se les muestra las condiciones de detención – como las televisadas durante la visita del vicepresidente Mike Pence a un centro de detención en la frontera durante el fin de semana– el pánico es el único sentimiento posible.
Sin embargo, nada sucedió el fin de semana.
Las acciones de ICE durante estos días “parecían más cercanas a las operaciones rutinarias que a las redadas masivas prometidas por el presidente”, explicó el Washington Post.
Visto de cerca, las verdaderas intenciones del presidente detrás de su campaña es la amenaza que subyace en su eslogan “devuélvanse a sus países”, que pareciera la estrategia política ideal para contrarrestar las arduas críticas contra el maltrato que viven inmigrantes bajo custodia de su Administración.
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“Trump puede declararse victorioso: ya asustó a la gente”, dijo Bill O. Hing, profesor de derecho de la Universidad de San Francisco, al WaPo. “Hay demasiado drama en todo el país”.
Pero cuando de hacer campaña se trata, Donald Trump desconoce hábilmente los límites.
Durante la mañana del día domingo, su cuenta en Twitter fue nuevamente el foco de atención, cuando el presidente atacó a las nuevas representantes demócratas de color en la Cámara, instigándoles a “devolverse a sus países”.
So interesting to see “Progressive” Democrat Congresswomen, who originally came from countries whose governments are a complete and total catastrophe, the worst, most corrupt and inept anywhere in the world (if they even have a functioning government at all), now loudly......
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 14 de julio de 2019
“Es muy interesante ver a congresistas demócratas ‘progresistas’ que originalmente vinieron de países cuyos gobiernos son una catástrofe total, la peor, la más corrupta e inepta de cualquier parte del mundo ahora diciendo fuerte y viciosamente a la gente de Estados Unidos, la nación más grande y poderosa de la tierra, cómo deben gobernar”, dijo el presidente en su cuenta personal.
“¿Por qué no regresan y ayudan a reparar los lugares destruidos e infestados por el crimen de los que vinieron? Luego pueden venir y decirnos cómo se hace”, agregó.
De una u otra manera, el personaje del candidato “bully” que tanto le sirvió a Trump hace cuatro años parece haber vuelto a la carga, pero esta vez con dos años y medio de desastre administrativo bajo el brazo.
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