Conozco bien a las mujeres fuertes:

Crecí con siete de ellas durante mi infancia y adolescencia.

Son mis siete queridas hermanas, todas ellas mayores que yo, quien las veía como la única autoridad en la casa.

Soy el menor de todos mis diez hermanos, en una familia en la que las mujeres eran mayoría, con una minoría de solo tres hombres, mis dos hermanos y yo, el menor de esa numerosa familia.

He aprendido algunas cosas sobre ellas, principalmente de esas mujeres con las que crecí.

Además de mis siete hermanas, hubo un número 8 en mi vida: mi madre, otra mujer fuerte, muy fuerte.

Tan fuerte que fue capaz de criarno, a veces sin ayuda de mi padre, a nosotros diez, incluido yo, “La Raspa”, como me llamaban cuando era pequeño. Era el más joven de una familia de este tamaño, que era totalmente normal durante la segunda mitad del siglo XX en el pequeño pueblo en las montañas de Colombia, Sudamérica, en el que nací.

Por ello, cuando tomé el podium el pasado jueves, 2 de noviembre, aquí en Filadelfia, para dirigirme a una audiencia enteramente femenina —asistentes al primer ‘AL DÍA Women Summit’— lo hice con la confianza que supongo viene de mis mentoras, las que me impusieron disciplina, me dieron confianza y fueron mis tutoras hasta que finalmente dejé mi casa a los 18 años para ir a la universidad.

Afirmaciones como que “las mujeres fortalecen las organizaciones y a la sociedad” salieron de mi boca de forma espontánea y natural, casi sin darme cuenta.

Ese día tuve que improvisar mi discurso (la verdad, no tuve tiempo para prepararme uno) y creo que la audiencia no quedó para nada descontenta. Pude comprobarlo cuando cogí el micrófono con una certeza inusual y pude oir en el transcurso del mismo el proverbial pin de silencio y atención absoluta que se oye cuando alguien logra articular una que otra frase de valor.

Las mujeres hacen fuertes a los hombres, creo que dije, y de eso no hay duda, reafirmé, y también se me ocurrio agregar que también sucede a la inversa: Los hombres hacen fuertes a esas mujeres.

Nos necesitamos los unos a los otros, habrá que admitirlo. Somos el uno para el otro esa mitad que nos completa y nos consolida, como hombres o como mujeres. Sin ue haya mucha diferencia.

Estoy entusiasmado de que ‘AL DÍA Women Summit 2018’, un evento que ahora aspira a convertirse en la ‘Principal celebración de líderes latinas y multiculturales en Estados Unidos’, tuviera semejante auspicioso comienzo el pasado jueves en el Hotel Palomar de Filadelfia.