La clave para la futura independencia de Puerto Rico está en su bandera
Del Grito de Lares a la bandera en blanco y negro que destronó a Rosselló, así es como la colonia más antigua del mundo defiende su identidad política.
La historia de la migración puertorriqueña a Estados Unidos -donde actualmente viven unos 5 millones de boricuas, según el censo-, empezó a finales del siglo XIX y se recrudeció en la época posterior al Huracán María. Pero esta isla considerada Estado Libre Asociado de U.S. enarbola con orgullo no una, sino múltiples banderas que simbolizan su “resistencia al colonialismo”.
Así lo explicaba el historiador puertorriqueño Jorell Meléndez-Bandillo al colaborador de Mother Jones, Justin Agrelo. Para Meléndez-Bandillo, las banderas son la prueba de cómo Puerto Rico siempre se ha afirmado y seguirá afirmándose como una nación, tanto si sus gentes están en la diáspora como si permanecen al pie del cañón, trabajando por la reconstrucción de la que es la colonia más antigua del mundo.
¿Puede que, como el billete de un dólar, la bandera de Puerto Rico preconice a través de sus franjas rojas y blancas y el vértice de un triángulo apuntando hacia adelante la clave de su futuro?
En lo que tardamos en verla ondear, recorremos su historia...
Durante más de cuatro siglos, el imperio español mantuvo bajo su control Puerto Rico, en un período marcado por el genocidio de indígenas taínos y la llegada de esclavos africanos.
No obstante, la onda expansiva de los movimientos independentistas en toda América Latina llegó a la isla produciendo, en 1868, una sublevación conocida como El Grito de Lares. Fue Ramón Emeterio Betances, uno de los cabecillas exiliado a la República Dominicana, quien mandó crear una bandera similar, la bandera del Grito de Lares, que sigue siendo oficial en esta ciudad isleña.
¿Sabían que la bandera más conocida de Puerto Rico no se originó en la isla, sino en la diáspora neoyorquina? Fue un 22 de diciembre de 1895, cuando los miembros del Comité Revolucionario Puertorriqueño en Manhattan crearon este nuevo símbolo invirtiendo los colores de la bandera cubana.
A pesar de que Cuba sí consiguió la independencia de España por esas mismas fechas, Puerto Rico pasó a ser colonia de Estados Unidos, y sus rayas rojas y blancas, su triángulo azul celeste y su estrella blanca se convirtieron en la mejor expresión de los deseos de autonomía boricua.
“Las banderas vienen a representar un futuro que aún no se ha alcanzado”.
Medio siglo más tarde, en 1948, U.S. aprobó la Ley Mordaza que prohibía exhibir esta bandera castigando a quien lo hiciera con hasta 10 años de prisión. Lo que ocurrió, ya se lo imaginan, es que el gobierno estadounidense la convirtió sin proponérselo en el emblema de la libertad puertorriqueña.
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Como se dieron cuenta de que la Ley Mordaza no hizo más que dar poder a un símbolo ilegal, cuando se estableció el proyecto de Estado Libre Asociado, en 1952, el gobierno colonial adoptó la bandera pro-independentista como “oficial” y la ondeaba en todos los edificios gubernamentales junto a la estadounidense.
Únicamente le hicieron un cambio: oscurecieron el triángulo azul celeste, que pasó a ser azul marino para que se pareciera más a la bandera de Estados Unidos.
Es uno de los emblemas más icónicos de San Juan de Puerto Rico y aparece en numerosas fotos, e incluso fue el símbolo del poderosos movimiento que luchó para expulsar al gobernador Ricardo Rosselló. Nos referimos a la bandera en blanco y negro, obra de un colectivo de artistas pro-independencia que en 2016 protestaban por la Ley de Supervisión, Administración y Estabilidad Económica de Puerto Rico, firmada por el presidente Obama.
La bandera enlutada pretendía representar la resistencia de los boricuas a las medidas de austeridad impuestas por Estados Unidos y, más tarde, se convertiría en un símbolo de esperanza, liberándola de unos colores -sobre todo el azul marino-, fruto de un imperialismo que en nada deseaban.
El poder de una bandera es ineludible; cuando se clava en un territorio se domina sus tierras y a sus gentes; cuando se alza, puede ser la prueba de un clamor popular.
“En Puerto Rico siempre estamos imaginando esta nación potencial -concluyó Meléndez-Badillo-. Las banderas vienen a representar un futuro que aún no se ha alcanzado”.
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