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María Paredes Fernández, profesora de español en Penn University, fue nominada el año pasado como “mejor profesora de español de EEUU”, por la Asociación Americana de Profesores de Español y Portugués (AATSP). Foto: Peter Fitzpatrick
María Paredes Fernández, profesora de español en Penn University, fue nominada el año pasado como “mejor profesora de español de EEUU”, por la Asociación Americana de Profesores de Español y Portugués (AATSP). Foto: Peter Fitzpatrick

¿Quién quiere estudiar español en Filadelfia?

La comunidad inmigrante de origen hispano ha jugado un papel fundamental en el crecimiento demográfico de la ciudad  en la última década. En las calles cada…

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La población hispana de Estados Unidos sigue siendo una de las comunidades con mayor peso en la economía, la cultura y la política del país. Ese peso -de cerca de 57 millones de personas- ejerce una importante influencia en varios aspectos de la vida cotidiana nacional. Por ejemplo, el uso del español como segundo idioma oficial en muchas ciudades estadounidenses da cuenta de su reconocimiento político.

Y no es para menos. Si se tiene en cuenta que la comunidad hispanohablante de EE.UU. supera en tamaño a la población de la mayoría de países latinoamericanos -con excepción de Brasil y México-, automáticamente se tiene una idea de por qué su idioma atraviesa y enriquece a la sociedad estadounidense. Basta ver cómo las grandes marcas comerciales y campañas políticas han diseñado estrategias publicitarias dirigidas específicamente a los hispanos -en su idioma- para darse cuenta de su papel en la economía y la política domésticas.

Eso sin decir que la inmigración no cesa y que, por lo menos en Filadelfia, ha sido un pilar que desde hace dos décadas sostiene el crecimiento demográfico de la región. Según se desprende de información de la Oficina del Censo, pese a que son más las personas que se van de de la ciudad y su área metropolitana (el año pasado se fueron 13.000 más en comparación con los que llegaron), los inmigrantes siguen viendo a Philly como un lugar atractivo adonde llegar. En otras palabras, la población de Filadelfia no ha dejado de crecer desde 2009 en buena parte por la presencia de inmigrantes, muchos de ellos latinoamericanos.

En la región metropolitana de Filadelfia viven cerca de 600,000 latinos - el 12% de la población local-, una cifra que ha ido creciendo sin parar en los últimos quince años. A medida que la comunidad latina crece, mayor es la importancia del español tanto en la calle como en el mundo laboral. Sin embargo, ¿es cierto que la  mayor presencia de latinos en los últimos años se ha correspondido con un mayor interés por estudiar la lengua y la cultura hispana en nuestras universidades?

En los últimos tres o cuatro años, el número de estudiantes en el departamento de Estudios Hispánicos ha caído notablemente, como en la mayoría de las humanidades, desde Historia hasta Literatura Inglesa”, admite Hiram Aldarondo, jefe del Departamento de Español y Portugués de Temple University.

“Esto se debe principalmente al bombardeo constante de noticias en los medios que dicen que si estudias humanidades no tendrás trabajo o estará mal pagado,” añade este académico puertorriqueño, graduado en Literatura por la Universidad de Puerto Rico-Las Piedras y con un doctorado en Lenguas Romances por la Universidad de Chicago.

Aldarondo tomó el mando del Departamento de Hispánicas de Temple University hace tres años, justo cuando la universidad empezaba a notar la caída de alumnos de español, pero se lo tomó como un reto. “En Chicago, había estado enseñando español comercial, era un curso especial para estudiantes de Negocios. Aquí en Temple ya se habían dado cuenta de que los cursos de español para estudiantes de otras Majors –aparte de maestrías– era un terreno muy atractivo, pero no ha sido hasta ahora que hemos empezado a potenciarlo de verdad”, explica el reconocido académico puertorriqueño.

En los últimos cuatro años, el departamento de Hispánicas de Temple University ha elaborado un plan para reajustar la oferta de títulos y currículos académicos a las nuevas necesidades laborales. “En estos momentos aprender español tiene muchas ventajas para los estudiantes de Negocios, Salud Pública, Computación y Comunicación”, áreas en las que Temple es una universidad de referencia”, explica Aldarondo. El plan ha empezado a dar resultado: “Después de tres años, este es el primer curso que hemos aumentado el número de alumnos de español”, explica. En la actualidad, Temple ofrece cursos de español comercial, específicos para estudiantes de Negocios y Administración de Empresa; Español Legal –para los que aspiran a trabajar en el sistema judicial– o específico para trabajar en hospitales y centros sanitarios.

En estos momentos aprender español tiene muchas ventajas para los estudiantes de Negocios, Salud Pública, Computación y Comunicación

La universidad también ha introducido programas de intercambio “muy exitosos” en Costa Rica y en Oviedo, España, con el fin de atraer a nuevos estudiantes y compensar la caída de alumnos en los cursos de español para estudiantes de Maestría, que ha sido del 30%.

“La perspectiva de ser maestro de español en un colegio público ha dejado de ser atractiva, sobre todo en Pensilvania y New Jersey, donde los salarios de profesores llevan congelados mucho tiempo”, explica Aldarondo.

En Estados Unidos, el español puede aprenderse como lengua secundaria durante dos o tres años en el high school. Sin embargo, el nivel adquirido no es suficiente para comunicarse con fluidez, ni siquiera para los llamados “heritage speakers”:  latinos de segunda o tercera generación, que hablan el español en casa, pero que en muchos casos, no saben leer o escribir el idioma, o lo hacen con dificultad.

“En Temple tenemos cursos específicos para ellos. Muchos entienden el idioma, pero les cuesta comunicarse, porque de adolescentes les daba vergüenza hablarlo en público y los padres se hartaron de decirles que les contesten en español”, añade Aldarondo.

El reto de los "heritage speakers"

Según datos del Pew Reserach Center, el 25% de los latinos de Filadelfia nacieron fuera de los Estados Unidos  mientras que el 76,1% restante se corresponderían con latinos de segunda o tercera generación, o heritage speakers, cada uno con su dialecto particular. La comunidad mayoritaria son los puertorriqueños (51%), seguidos de mexicanos (21%) y dominicanos (6%).

“Estamos intentando atraer a este colectivo a nuestras aulas”, explica Aladarondo, convencido de que los heritage speakers tienen una clara ventaja a la hora de encontrar trabajo en sistema de Justicia o Salud, donde se necesitan trabajadores bilingües. En otoño, por ejemplo, la facultad ofrecerá un curso de español específico para justicia criminal, enfocado a trabajos en el área de policía y justicia, donde la demanda de español no para de crecer.

Sin embargo, los latinos  no representan más del 25% de los estudiantes de Hispánicas en Temple.  Según Aldarondo, una manera de atraer a los hispanos a la universidad es fomentar la presencia de escritores latinos que viven en Estados Unidos, como Junot Díaz, que escribe en Spanglish. “Es una literatura particular de aquí, que se escribe en dos idiomas y debe enseñarse en los dos idiomas. Además, habla del enfrentamiento cultural que tienen estos estudiantes, así que se pueden identificar con ella, se inspiran en ella”, dice.

“En Villanova tenemos clases especiales para heritage speakers. Así muchos de ellos pueden saltar a clases más avanzadas de literatura o cultura española y les resulta más fácil seguir un ‘major’ en Español”, explica Silvia Nagy-Zekmi, directora del Departamento de Lenguas Románicas en Villanova University, una universidad privada en las afueras de Filadelfia. Villanova ha sido uno de los centros que más ha notado la caída de alumnos de español. El año pasado, el centro decidió suspender el major en Maestría por falta de alumnado, “aunque se trata de una medida temporal, hasta que se rediseñe un nuevo plan de estudios”, avisa Nagy-Zekmi.

“Sería una pena que los programas de español no sobrevivan,  especialmente cuando se espera que la población hispana represente más del 30% de la población americana en 2050. Los trabajos del futuro van a estar ahí, en el mundo hispano”, añade esta profesora de origen húngaro.

El español se sigue viendo como una lengua de segunda clase y hay que esforzarse por superar estos prejuicios

Por otro lado, el major de Español sigue siendo popular y los números no han cambiado mucho en los últimos 5 y 6 años. Villanova ha sido un centro de referencia en la formación de maestros de español. “Muchas de las escuelas de los alrededores tienen maestros nuestros”, comenta Nagy-Zekmi.

Uno de los objetivos del departamento es repensar los programas tradicionales y enfocarlos hacia las nuevas necesidades de la comunidad latina.  Por ejemplo, varios de los cursos de español implican la colaboración con talleres sociales y organizaciones culturales de Filadelfia, “aunque  la oferta cultural en español en la ciudad es todavía bastante limitada”, comenta la profesora.  “El español se sigue viendo como una lengua de segunda clase y hay que esforzarse por superar estos prejuicios”, añade.

Nagy -Zekmi llegó a Estados Unidos en 1981 tras terminar un doctorado en literatura latinoamericana en la universidad de Budapest. “Estados Unidos ofrecía mejores opciones para continuar con el post-doctorado”, dice  la experta húngara, que después de trabajar una larga temporada en la SUNY University en Albany, Nueva York, se incorporó a Villanova en 2003. En estos últimos años, Nagy-Zekmi explica que por su departamento ha notado una menor presencia de estudiantes latinoamericanos. En cambio, ha crecido la presencia de estudiantes españoles, que acuden a Estados Unidos atraídos por la posibilidad de hacer un doctorado y cobrar un salario al mismo tiempo, algo cada vez más complicado en Europa. Es el caso de Mercedes Cebrián, escritora  y periodista madrileña, que vino a Filadelfia a finalizar su doctorado en Estudios Hispánicos en Penn University entre 2013 y 2015.

Estados Unidos, el mejor lugar

“Si me iba a Estados Unidos tenía la oportunidad de que me pagaran por hacer el doctorado, mientras que en España hubiera sido imposible. Además, tanto en las universidades de EEUU como en el Reino Unido existe una importante tradición hispanista. En muchas universidades americanas han dado clase escritores y poetas latinoamericanos exiliados, como Pedro Salinas o Axel González”, comenta Cebrián, autora de Malgastar (La Bella Varsovia, 2016), Verano azul: unas vacaciones en el corazón de la transición (Alpha Decay 2016) y El genuino sabor (Literatura Random House, 2014).

Cebrián aplicó a varias universidades de la costa este, y al final se quedó con Penn, “porque le gustó Filadelfía, tenía un tamaño más manejable que Nueva York, mejor calidad de vida y está bien conectada”, explica por teléfono.  Lo que más le gustó de su estancia en Penn es que en EEUU  “los estudios hispánicos son un concepto más amplio, va más allá de la pura literatura y el lenguaje. Engloban cine, teatro, el humor en la televisión…  quieren que ofrezcas ideas nuevas, conectes pasado con el presente, lo clásico con la teoría actual”, dice.

En Penn, los seminarios y cursos eran en inglés o en español, según el perfil de los estudiantes que hubiera en clase y su dominio del idioma. “Muchos de mis compañeros eran norteamericanos enamorados de la cultura hispana”, explica Cebrián. En su curso también conoció a estudiantes y profesores latinoamericanos, muchos de ellos siguen aún en Filadelfia. “Algunos temen regresar a su país por si a la vuelta no les dejan entrar. Están preocupados por su situación legal después de la victoria de Trump”, explica.

Una de las obligaciones de Mercedes como doctoranda en Penn University era dar clases de español como segundo idioma. Y así es como Mercedes coincidió con María Paredes Fernández, nominada el año pasado como “mejor profesora de español de EEUU”, por la Asociación Americana de Profesores de Español y Portugués (AATSP). Este organismo promueve el estudio y la enseñanza de español y portugués y los estudios culturales respectivos con el ojetivo de “contribuir a un mejor entendimiento entre Estados Unidos y los países de habla hispana y portuguesa”.

“Creo que a la hora de darme el premio valoraron el entusiasmo que pongo en la enseñanza. Para mi es un privilegio exponer a los estudiantes el español, me lo tomo muy en serio”, explica la profesora por Skype.

Paredes, de 33 años, nació en Filadelfia, de madre ecuatoriana y padre argentino. Ella misma se considera una “heritage speaker” y reconoce que no fue hasta entrar en al universidad que empezó a interesarse por su cultura e idioma maternos. “Aprendí el  español de pequeña, hablando con  mis padres en casa, escribiendo cartas a mis primas en Ecuador o cuando iba a verlas en verano. Pero lo cierto es que en la secundaria me daba vergüenza hablarlo. Si me alguien me hubiera dicho que acabaría siendo profesora de español, me hubiese reído en su cara”, dice María, que empezó estudiando Artes Visuales. La carrera no le gustaba, pero en la facultad empezó a reconectar con sus raíces hispanas y a interesarse por la lingüística.

Para mi es un privilegio exponer a los estudiantes el español, me lo tomo muy en serio

De un día para otro, abandonó la carrera de Arte para inscribirse en Pedagogía en Penn State Univesity. Su primer trabajo de profesora surgió de casualidad. “Estaba trabajando en la cafetería del centro, cuando una de mis profesoras se me acercó a ofrecerme un trabajo. Habían matriculado a demasiados alumnos y necesitaban refuerzos. Mis primeros alumnos tenían mi edad”, recuerda, riendo.

Tras una temporada en Penn State, Paredes se especializó en enseñanza de español como segunda lengua en Delaware y en 2010 se incorporó al equipo de Penn. En sus clases, María intenta transmitir a sus alumnos la riqueza cultural de ser bilingüe.  “No quiero que piensen en divisiones, quiero que vean que somos diferentes, pero tenemos una meta en común”. Parte de la metodología de sus clases implica proyectos de colaboración con la comunidad latina de Filadelfia y la asistencia a eventos, de los que sus alumnos después han de hacer un ejercicio escrito. “En Filadelfia faltan más actividades en español, o igual sí las hay, pero no están bien publicitados”, dice.

En la actualidad, el departamento de Español tiene entorno a 1.500 estudiantes, un 12% menos que en 2009. La mayoría de los estudiantes son de otras majors: Business, enfermería,  ingeniería,.. “gente que necesita el español para sus trabajo”, explica Paredes. De cara al año que viene, el Departamento se afronta a un nuevo reto: Wharton, la facultad de negocios de Penn, ha anunciado que exigirá a sus estudiantes dos semestres de lenguas, en lugar de cuatro, lo que llevará a una nueva reducción de alumnos de español . Pero Paredes confía en que el interés por el español no caerá. Uno de los reclamos más exitosos de los estudios de español en Penn son los programas de intercambio con Buenos Aires, alicante y Madrid.  “Les animo a viajar, a ir más allá de los libros” , concluye Paredes. Al fin y al cabo, el español sigue siendo el idioma más estudiado en EEUU, con más de 7,8 millones de estudiantes, contando estudiantes de secundaria y universitarios, según informe del instituto cervantes de 2013.