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El Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, en Río de Janeiro durante las elecciones de 2018. Foto: Buda Mendes/Getty Images.
El Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, en Río de Janeiro durante las elecciones de 2018. Foto: Buda Mendes/Getty Images.

Brasil bajo censura: El miedo a los payasos de Jair Bolsonaro

El país latinoamericano cada vez se parece más a una escalofriante distopía ultraderechista o, mejor dicho, a un circo. Pero sin payasos… Al menos que hagan…

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Desde que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, inició su cruzada contra el llamado “marxismo cultural” a nadie se le escapa la risa. Sobre todo porque puede estar penado.

Después de que este año se crease Caixa Cultura, un organismo dependiente de la Caja Económica Federal que financia proyectos culturales previa información de la ideología política del artista y que el gobierno quiera poner también un filtro moral al comic, al teatro y al cine, e incluso amenace con extinguir la Agencia Nacional de Cine, Bolsonaro ha echado el ojo a un nuevo enemigo: ¡los payasos!

La pasada semana, ni bien una compañía de clown se subía al escenario para interpretar ante su menuda audiencia una obra sobre una dictadura ficticia donde estaban  prohibidos los abrazos, un representante del gobierno ordenó su suspensión.

¿El motivo? Los payasos habían violado el contrato al tratar sobre política, algo impensable si la obra recibe fondos públicos del gobierno brasileño, informó AP.

Censura ‘means’ cambio

(o al revés) La obra teatral infantil no ha sido ni de lejos la primera representación artística en ser vetada por el gobierno ultraconservador de Jair Bolsonaro en los últimos meses:

En septiembre, el Tribunal Supremo tuvo que mediar para que el alcalde de Rio de Janeiro, el pastor evangelista Marcelo Crivella, no retirase de la Bienal del Libro un cómic de Marvel de temática LGTB  -la amenaza de censura lo convirtió en un éxito-. Y anteriormente, otra exposición en Porto Alegre, en el sur del país, con viñetas satíricas contra el presidente y el ministro de Justicia duró exactamente medio día antes de ser prohibida por resultar “ofensiva”, reportaba France24.

El beso de Marvel que quiso prohibir el alcalde de Río de Janeiro.

A lo que deben sumarse las manifestaciones de los trabajadores del cine brasileño ante la promesa del Bolsonaro de extinguir o trasladar la Agencia Nacional de Cine (Ancine) si no pone coto moral a sus películas. Por ello está buscando a su próximo director. Y el perfil no llevará a sorpresas:

Hombre, evangelista y que tenga entre sus talentos ser capaz de recitar “200 versículos de la biblia”, según apuntó Folha.

El presidente de Brasil ha anulado incluso las suscripciones del Gobierno Federal al diario Folha, para que las verdades no le arruinen el día.

Con todo esto no es extraño que al presidente le lluevan las críticas y a los ciudadanos que no comulgan con él –un 45% del electorado que no lo votó- las amenazas. Bien sean literales o discriminatorios. Pero él sigue insistiendo en una idea: la de que “censura” es sinónimo de “cambio”:

“No vamos a perseguir a nadie, pero Brasil cambió. Con el dinero público no veremos ciertos tipos de obra. Eso no es censura, eso es preservar los valores cristianos; tratar con respeto a nuestra juventud y reconocer la familia”, dijo Bolsonaro. Y añadió que si hay alguien le parece mal, bien puede financiar su proyecto de forma privada.

"¡Brasil no es de Trump!". Foto: Bruno Prado/Getty Images.

Por supuesto, el sector cultural y político más progresista, unido a las comunidades indígenas, siente estar gritando en el vacío, ya que el Gobierno de Bolsonaro cuenta con el apoyo de una gran parte de la población, especialmente entre los evangélicos, muchos de los cuales califican de “blasfemia” toda expresión que no ahonde en la beatería.

Su burbuja es tan mayúsculas que el presidente de Brasil ha anulado incluso las suscripciones del Gobierno Federal al diario Folha, crítico con su actuación. Y lo ha hecho emulando al presidente Trump con NYT. Total, deben pensar ambos, ¿para qué leer algo nos vaya a estropear el día? ¡Guardas, traigan al bufón!