Moctesuma Esparza: Una vida de cine dedicada a los latinos
AL DIA News conversó con Moctesuma Esparza, conocido productor de cine y empresario de origen mexicano, fundador de la cadena Maya Cinemas, sobre el reto de…
Moctesuma Esparza (East Los Angeles, 1949) habla un español exquisito, fluido pero pausado, con un ligero acento mexicano, y cuesta creer que nació y ha vivido prácticamente toda su vida en Los Angeles. “Lo que pasó es que un día, al llegar de la escuela, con siete años, le empecé a hablar a mi tía en inglés. Entonces ella me soltó una cachetada y me dijo: ‘háblame en cristiano’. Por eso sigo hablando bien el español”, recuerda entre risas este reconocido cineasta mexicano-americano, en una entrevista telefónica con AL DIA para hablar sobre su vida y logros profesionales.
Muy atrás quedan los días de su niñez y juventud en un hogar humilde de Los Angeles. Hoy Esparza es uno de los productores audiovisuales de origen hispano más respetados de Estados Unidos y el fundador de Maya Cinemas, una cadena de multicines dirigida a la comunidad latina, que el pasado 16 de mayo abrió su quinta sala en Delano, California.
“Las comunidades latinas se han quedado sin cines. Y no puede ser, la tradición de ir al cine en familia está muy arraigada a nuestra cultura”, explica el conocido y empresario cineasta.
Desde su fundación, en el año 2000, Maya Cinemas se ha centrado en abrir multicines en ciudades de California con una elevada población latina, como Delano, un importante centro para el cultivo de la uva de mesa, con más del 70% de los habitantes de origen hispano. La apertura de un Maya Cinemas de Delano --un proyecto que costó 20 millones de dólares-- es especialmente significativa, pues esta ciudad es el lugar de nacimiento de Cesar Chavez, activista campesino y defensor de los derechos civiles y laborales de los trabajadores inmigrantes. En 1944, poco antes de que lo obligasen a alistarse en la Marina y luchar en la Segunda Guerra Mundial, Cesar fue detenido en una sala de cine por haberse sentado en la sección reservada “para blancos” y resistirse a desplazarse a la zona reservada para mexicanos, filipinos y afroamericanos. Su acción consiguió acabar con la segregación en el cine de la ciudad. Al regresar de la Marina, Cesar y la también activista mexicano-americana Dolores Huerta formaron la Asociación Nacional de Trabajadores del Campo (NFWA, por sus siglas en inglés) y que después cambió a Unión de Trabajadores Campesinos (UFW).
“El compromiso con los derechos civiles y las injusticias sociales de los latinos en los Estados Unidos lo heredé de mi padre”, explica Esparza. Su padre fue un inmigrante mexicano que llegó a California en 1918, huyendo de la Revolución en su país. “Mi padre me enseñó a estar orgulloso de mi identidad mexicana, una cultura arraigada a los Estados Unidos por tiempos ancestrales. Muchos territorios del suroeste de Estados Unidos fueron en su día México – algo que muchos estadounidenses ignoran – y me decía que era intolerable que fuéramos tratados como extranjeros”, comenta. “Me enseñó a estar orgulloso de mi herencia”, añade.
También fue de su padre de quien heredó el espíritu emprendedor. Al llegar a Los Angeles, su padre, que en México era un campesino, se puso a trabajar como lavaplatos y acabó siendo cocinero. “Vino aquí huyendo de la guerra, buscando una nueva vida, lo que atrae a todo el mundo a este país, ahora y hace cien años”, dice Esparza, que se quedó sin madre desde muy pequeño y se crió con su padre y con su tía mexicana, “la de la cachetada”, que no hablaba una palabra de inglés. El español fue siempre el idioma que se hablaba en su casa, a diferencia de generaciones posteriores, donde “muchos padres optaron por cambiar al inglés con sus hijos para evitar los prejuicios y discriminación de los que ellos habían sido víctimas”, cuenta Esparza. “Eso explicaría por qué muchos jóvenes latinos en Estados Unidos no hablan hoy bien el español”, dice.
Moctezuma fue el primero de su familia en ir a la universidad. Estudió Artes Escénicas y Cine en la Universidad de California en Los Angeles, UCLA, y allí se vinculó al movimiento estudiantil chicano del 68, inspirado por la filosofía de su padre de sentirse orgulloso de sus raíces chicanas y mexicanas.
Después de su graduación en UCLA, trabajó un tiempo desarrollando guiones bilingües para el programa infantil Plaza Sésamo y más tarde empezó a producir sus propios programas, desde el exitoso Villa Alegre (PBS), a filmes como Un lugar llamado milagro (1987), con Robert Redford, o el conocido musical Selena (1997), con Jennifer Lopez.
Fue mientras preparaba una campaña de marketing para promocionar el film de Robert Redford (coproducido junto a Universal) cuando Esparza se dio cuenta de que no había salas de cine de calidad en las comunidades latinas, “no solo en Los Ángeles, sino en ninguna ciudad grande de Estados Unidos, como Nueva York o Chicago. Eso me abrió los ojos”, dice, recordando cómo empezó a incubar la idea de MAYA Cinemas, hace 30 años, aunque la primera sala abriría mucho después. Según Esparza, en los años ochenta y noventa empezaron a cerrarse muchas salas en el centro de la ciudad para mudarse a los nuevos cineplex en los centros comerciales, los shopping malls, situados habitualmente en los suburbios ricos de la ciudades, y por tanto, alejados de los vecindarios latinos.
“De pequeñito, en Los Angeles, podía ir andando a tres cines desde casa. En los 90 estaban todos cerrados”, recuerda el cineasta.
En el año 2000, Esparza decidió hacer realidad su empresa. Y después de cuatro años buscando los apoyos necesarios y la ubicación adecuada, y lidiando con los banqueros para convencerles de que era un buen negocio, Esparza abrió en 2005 el primer Maya Cinema en Salinas, CA, “famoso por ser la cuna de Steinbeck, pero también por ser un centro agrícola con una numerosa comunidad de inmigrantes mexicanos que viene a trabajar al campo”, explica. “Fue un éxito”, añade, orgulloso.
En 2009, Maya Cinemas abrió un segundo multicine en Bakersfield, otro destacado centro agrícola y petrolero del condado de Kern, con una amplia población inmigrante; un tercero en Pittsburg, cerca de Oakland, CA en 2012, y el cuarto en Fresno, CA, en 2015.
El multicine de Delano, abierto hace apenas un mes, tiene para Esparza una importancia sentimental, pues él mismo cuando era estudiante tuvo el “privilegio” de participar en la campaña de defensa de los trabajadores campesinos de Cesar Chavez, en el 66. “César Chavez denunciaba la falta de vivienda, los sueldos bajos, la falta de protección de las mujeres… denunciaba las condiciones pésimas en el campo en el país más poderoso del mundo”, recuerda.
En noviembre, Maya Cines tiene previsto abrir el primer cineplex fuera de California, en Las Vegas. Su plan de expansión también incluye abrir una sala próximamente en Dallas, TX, y están buscando ubicaciones en Nueva York, Chicago y otras ciudades.
Aunque la idea original era crear una cadena de cines para las comunidades latinas, Esparza está contento de poder decir que sus multicines “se convierten en el favorito de todo aquel que viva cerca, latino o no. Porque son los de más alta calidad, los más lujosos”, afirma el empresario, admitiendo que lo que hace “especial” a sus cines no es tanto su cartelera específica de películas latinas y/o en español, sino la calidad y el servicio.
“Mucha gente – por culpa de la propaganda política y de Hollywood - piensa que los latinos de este país son todos inmigrantes. Pero la realidad es que 2/3 partes de los latinos son nacidos en los Estados Unidos. Tienen un gran dominio del inglés y quieren ver todo lo que les ofrece Hollywood en inglés”, dice. “Porque, es verdad, Hollywood es la fuerza cultural más fuerte del país”, dice.
En sus multicines suelen haber siempre una o dos salas con proyecciones de películas latinoamericanas en español, con subtítulos en inglés. En el resto, se proyectan producciones norteamericanas. “La tragedia es que hay muy poco cine en español que llegue a distribuirse en Estados Unidos. Lo que llega, lo programamos”, dice.
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Esparza tiene muy claro que es muy diferente el inmigrante recién llegado a los Estados Unidos, sea de Venezuela, México o dominicano, “que todavía conserva la cultura, tradición, gastronomía de sus países durante un tiempo y quiere consumir películas de su país o en su idioma, por ejemplo” – dice – que los que ya nacieron en los Estados Unidos. “La cultura de masas americana une a hijos e hijas de países latinoamericanos diferentes en una identidad: latino/a”, agrega.
Así empieza esta nueva identidad, que ha ido cobrando fuerza en los últimos 25 años, “creciendo y uniendo a los hijos de inmigrantes en una sola. Es un fenómeno sociológico y cultural de gran fuerza”, dice. Puertorriqueños en Filadelfia, cubanos en Florida, dominicanos en Nueva York, latinos de ascendencia centroamericana... “todos se identifican los unos con los otros, tienen algo en común, más allá de una vida cotidiana en inglés. Está claro que ser latino es una identidad norteamericana- no mexicana, ni puertorriqueña. “Solo se entiende en EE.UU”.
Para hacerse entender, Esparza pone el ejemplo de haber elegido a una actriz como Jennifer Lopez --de padres puertorriqueños, nacida en Estados Unidos-- para protagonizar a la cantante Selena Quintanilla-Pérez en su película . “Una actriz mexicana o de otro país de Latinoamérica no hubiera sabido captar la experiencia de ser norteamericana “, dice. “Los latinos somos netamente de aquí, no somos extranjeros. Ser de Estados Unidos no es una identidad única: no es lo mismo ser texano, que de Mississippi, de California, o latino”, insiste.
Según Esparza, un gobierno como el de Donald Trump, con su discurso de discriminación a los latinos, “solo nos hace un servicio, nos ayuda a unirnos”, dice. “Trump es un hombre de prejuicios, un ignorante, no sabe de historia.. él es el extranjero para mi”.
Él mismo, que nació y ha vivido toda su vida en Estados Unidos, admite que la lucha por los derechos de los latinos no está acabada. “Como cineasta, como empresario, he tenido que luchar toda mi vida contra estos prejuicios y para abrirme camino”, dice.
También reconoce que California es más avanzado que otros estados en este sentido. Los Angeles ya ha tenido dos alcaldes latinos y hay candidatos políticos hispanos en todas las posiciones electorales. “Pero aún hay mucho que hacer, sobre todo en la industria del cine”, comenta. “Hace 60 años, los latinos éramos el 4 o el 5 por ciento de la población y representábamos en torno al 2 por ciento de los papeles en Hollywood, televisión… Irónicamente, ahora somos ya el 18 por ciento, y seguimos representando el mismo porcentaje”, dice.
Su compromiso con la comunidad latina le llevó a abrir hace doce años la escuela concertada de arte y empresa de Los Angeles ( Los Angeles Academy of Arts and Enterprise Charter School) para promover estos estudios entre los jóvenes de pocos recursos de la ciudad, además de servir en diversas instituciones públicas y organizaciones sociales enfocadas a ayudar a la comunidad hispana. Aparte, claro, están los Maya Cinemas, que han acercado al cine a la comunidad latina.
“Mis cines tienen éxito porque dan la oportunidad de seguir con una tradición muy latina, la de salir en familia a gozar, a encontrar el gozo de la vida juntos”, dice Esparza, para quien ir al cine no compite con actividades que se hacen en el hogar, ni siquiera con Netflix, HBO o otras plataformas audiovisuales. “Al revés, creo que nos hacen un favor, porque promueven el consumo del entretenimiento y las ganas de estar al día de las últimas novedades”, dice.
El empresario se ríe mucho cuando alguien le pregunta si en sus cines ofrecen snacks especiales al gusto de las familias latinas. “Palomitas, nachos y Coca Cola”, les digo. “¿Y de donde creen que salieron las palomitas o los nachos? De México, como el chocolate…”
Antes de despedirse, Esparza insiste en dar un mensaje: “Los latinos nos tenemos que apoyar. Cuando salga una película sobre nosotros, hay que apoyarla, cuando salga una persona en política, también hay que apoyarla. Y hay que gozar de la vida, además de sobrevivir. Por eso hago los cines. Para mí gozar de la vida es también un derecho civil”.
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