Magia, brujería y curanderismo: Hablemos de apropiación cultural
Ninguna tradición espiritual o práctica mágica es totalmente pura, pero hay maneras de acercarse a ellas más respetuosas que otras y evitar ser presa de…
Hace unos años que el apropiacionismo cultural se ha instalado en nuestras modernas sociedades para juzgar las prácticas de algunos individuos que extraen de una cultura o tradición a la que no pertenecen algunos elementos y los utilizan en su propio beneficio. A veces la denuncia es confusa, sobre todo teniendo en cuenta que ninguna cultura es pura -ni siquiera nuestro ADN lo es-, y especialmente en un mundo global.
Sin embargo, la apropiación también puede ser vista como un acto de violencia, sobre todo cuando se invisibiliza y amordaza a sus legítimos portadores y el privilegio, que lo toma todo, les roba también la palabra. Algo que padecen las personas racializadas en países como Estados Unidos, y que es especialmente complejo cuando se habla de tradiciones y prácticas mágicas y espirituales muy arraigadas a la tierra, la familia y los antepasados.
¿Qué es y qué no es apropiación cultural cuando hablamos de magia, brujería o tradiciones esotéricas?
Sin voluntad de hacer ningún acto de apropiacionismo, les cedemos a ellas, las guardianas de ancestrales saberes, la palabra.
Griselda y Peace son dos hermanas gemelas nacidas en Brooklyn de ascendencia afrodominicana que dirigen Brujas of Brooklyn, donde se dedican sobre todo a la sanación del útero o womb-healing. A pesar de no haber sido iniciadas en una tradición en particular, crecieron rodeadas de altares, ceremonias y médiums, en una familia practicante de las 21 Divisiones, una derivación del Vodún (voodoo) que honra a espíritus o loas y que se practica en países como la República Dominicana, Cuba o Haití.
Para Griselda, hablar de prácticas mágicas o espirituales ligadas estrictamente a un territorio puede ser algo “tramposo”, sobre todo porque estas tradiciones están atravesadas por diáspora(s).
“Los ancestros de las personas que practican estas tradiciones afro indígenas a este lado del mundo fueron capturados y traídos desde el otro lado, desde África. Por eso, aunque es innegable que hay algo poderoso en la práctica de la fe de tus antepasados en la misma tierra en donde ellos lo hacían durante generaciones, muchos no tenemos ese privilegio”, dice. “Hemos tenido que desarrollar conexiones con la tierra a la que fuimos llevados, nuestras propias versiones de esas prácticas ancestrales que a su vez están atravesadas por otras tantas culturas étnicas raciales diferentes”.
“Hablar de apropiación en estas tradiciones es complejo, porque están en este mundo, pero no son de este mundo”
Sin embargo, hay una gran diferencia, insiste, en acercarse con respeto a unas creencias que son “cosmopolitas en un sentido fluido” y hacerlo por una razón “pura y sanadora” que apropiarse de los conocimientos de una comunidad para sacar un beneficio, que en ocasiones es económico, pero también puede ser explotado para obtener poder personal, prestigio o ‘followers’ en las redes sociales.
En pleno apogeo de Internet y plataformas como Facebook, Instagram o Twitter, donde abundan las etiquetas como #witchcraft o #witchesofinstagram el apropiacionismo cultural vinculado a la magia se ha convertido en un coladero en el que todo vale y que no sólo desvirtúa un camino que tarda en recorrerse toda una vida, sino que además abunda la desinformación. Las raíz de unos ritos y cosmovisiones que no pueden desligarse de una opresión histórica hacia las personas de color.
“Hablar de apropiación cultural en estas tradiciones es muy complejo, porque están en este mundo, pero no son de este mundo”, sostiene Griselda, quien añade que en prácticas como la Santería los cuerpos que han sido elegido para llevar el “cinturón” de santeros han sido sobre todo negros.
“Si una persona blanca viene a la Santería debe hacerlo respetando que es una fe enraizada en una experiencia muy traumática, que fue el comercio de esclavos transatlántico y no puede tratar de minimizar eso o explotar esa información”, añade la afrodominicana, aunque admite que muchas personas no lo hacen conscientemente, sino que “tienen tanto dolor que cuando ven la magia quieren asimilarlo todo, y a veces asimilan sin procesarlo, sin reconocerlo y sin rendirle homenaje y terminan copiando sin vivir necesariamente la fe o tener una convicción particular”.
Si bien para Griselda y Peace hay un enorme beneficio en abrir los elementos curativos de estas tradiciones a otras personas, uno de los mayores problemas radica en cómo preservar la raíz de esta magia mientras se comparte con los demás. “Lo que mi hermana y yo intentamos no es tanto centrarnos en quién toma qué o usa qué, sino en cómo podemos construir sobre esta magia y preservar su santidad”, resume, y advierte que es peligroso que la gente caiga en manos de charlatanes o convierta a “médiums humanos” en semidioses o gurús -”esto sucede mucho en el mundo del yoga”, apunta Griselda-.
“La magia es maleable, cambia y te cambia, pero hay que crear límites a su alrededor”, concluye.
Descolonizar la medicina es uno de los grandes objetivos de Mama Maíz, tras la cual se encuentra la herbolaria y curandera mexicoamericana (they, them) Blanca Díaz. Su práctica está arraigada al territorio, a las tierras de los nativos Tongva, en el sur de California, donde imparte clases de medicina ancestral y conocimiento de las plantas nativas para usos curativos.
“He recibido muchas lecciones de los ancianos, de los miembros de la comunidad y de mis antepasados. El curanderismo es una trenza tejida, compuestas de enseñanzas en las que se incluyen los ancestros de miembros de la diáspora africana secuestrados por el colonizador y traídos a la tierra de mis ancestros, México, al igual que trajeron muchos seres vegetales. De la influencia de todos ellos tenemos esta medicina que me guía cada día”, cuenta.
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Blanca se reencontró con las tradiciones de sus antepasados en la juventud y tuvo que seguir un proceso de curación para llegar a realizar el que hoy es su trabajo.
Para la herbolaria, al igual que Griselda y otros practicantes nativos, el territorio es importante pero la violencia histórica y las migraciones han dificultado el contacto directo con la tierra de origen de su herencia espiritual y resulta complejo saber dónde y cuándo realizar una ceremonia o celebrar la medicina . “No tengo acceso a la tierra de mis ancestros, pero tengo acceso a las enseñanzas y la mantengo cerca. Todo lo que se puede hacer es pedir permiso a la gente de esta tierra o a la tierra misma”, dice.
Las historias, asegura, han sido “enterradas en la tierra para sobrevivir” y hay que reconectar con ellas. “Hoy todos estamos haciendo lo mejor para reunirnos mientras excavamos suavemente la tierra, mientras plantamos”.
“La influencia colonial y el trauma ancestral que existe se abre paso en nuestros espacios sagrados”
En su opinión, la iniciación a una tradición no es para todo el mundo y requiere la guía de los ancianos y una “curación profunda”, pero el capitalismo está haciendo que todos estos ritos se malinterpreten.
“En algunos círculos veo cómo curanderos más jóvenes crean jerarquías de poder que pueden convertirse en lo que tratamos de abolir. Muchos harán UN viaje, se sentarán en UN círculo, escucharán UNA historia y luego se iniciarán. Este es el mismo monstruo que la colonización/supremacía blanca y el mismo acto violento que quemó nuestras medicinas. No estoy diciendo que los blancos sean los únicos que lo hacen, también hay muchas personas de color que participan en este acto violento, pero la influencia colonial y el trauma ancestral que existe se abre paso en nuestros espacios sagrados y por eso es inseguro llamarse uno mismo curanderx o chamán”.
Si bien la medicina moderna o “colonial” trata a la persona de forma fragmentada, atendiendo las dolencias del cuerpo y la mente a través de especialistas, el curanderismo entiende cuerpo, mente y espíritu como un todo en el que se incluye heridas que no se ven bajo el microscopio, y se hace en el contexto de una red en la que los mayores y la comunidad también toman parte.
“Sería un juego decir que yo misma no he participado en alguna apropiación cultural, sobre todo al principio, pero aprendí que en el proceso de enseñanza no puedo ni quiero hablar por los indígenas de esta tierra (Tongva) y que puedo enseñar sólo lo que se me ha dado permiso”, afirma.
Como persona de género no normativo, ha visto cómo la medicina ancestral también evoluciona con el tiempo, sobre todo creando más espacios para que los curanderos queer puedan ejercerla. “Al inicio de mi camino se obviaba que muchas personas de medicina ancestral eran dos espíritus o vivían dentro del tercer o cuarto género, o no eran binarias. No fue hasta hace seis años cuando empezamos a preguntar a los mayores por qué se utilizaba un lenguaje específico”.
Aunque admite que preferiría que existieran otras formas mejores de compartir el conocimiento a través de redes de apoyo mutuo que realizando cursos y seminarios, no sólo se vive en un territorio, también un sistema tan fuertemente enraizado como lo están las plantas. Como también lo está la magia. Capitalism is a bitch ain't it! , concluye Blanca.
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