La identidad afrolatina
La experiencia de los afrolatinos está enraizada en una mezcla de la identidad afroamericana y la cultura latina que provoca una conversación diversa.
La celebración del mes de la historia afroamericana es una valiosa oportunidad para reflexionar sobre las contribuciones de los afroamericanos a lo largo de la historia estadounidense y un momento perfecto para celebrar la diversidad dentro de la comunidad afroamericana, ya que la misma no es monolítica. Parte de esa diversidad es la comunidad afrolatina.
Existe otra capa de diversidad dentro de la comunidad afrolatina extraída de la convergencia entre la raza y la identidad. Unos podrían enlazar su identidad con sus países de origen ancestrales, otros podrían enfocarse en sus raíces indígenas. Sin embargo, el hecho es que la identidad de un individuo es un concepto matizado que no se debería limitar o simplificar. Por el contrario, el mismo debe ser tratado, entendido y celebrado.
Según un artículo publicado por el Pew Research Center, alrededor de una cuarta parte de los hispanos estadounidenses se identifican como afrolatinos, afrocaribeños o descendientes africanos con raíces latinoamericanas. En esta investigación, el Pew Research Center también encontró que al ser preguntados directamente sobre su raza, solo 18% de los afrolatinos identificaron su raza o una de sus razas como afroamericana. Alrededor de 39% de ellos se identificaron como blancos o blancos combinados con otra raza; 24% declaró que su raza o una de sus razas era hispana, y únicamente 9% se identificó como de raza mixta.
Estos números dibujan un panorama, pero uno que es un tanto ambiguo. Las estadísticas muestran las complejidades que existen tanto dentro de la diáspora africana como la latinoamericana. Estas complejidades resaltan la presencia, influencia y vastedad de la comunidad afro-latina: un grupo que no debe excluirse durante el Mes de la historia afroamericana.
Aunque de forma muy merecida y significativas las figuras afroamericanas como Martin Luther King, Rosa Parks, Frederick Douglass, Harriet Tubman y muchos otros son reconocidos durante este mes, ellos no representan a la diáspora africana y contexto histórico completo de la historia afroamericana del país.
Ya sea en el campo del arte, como Jean-Michel Basquiat o Clara Ledesma; la música, como Celia Cruz o Sammy Davis, Jr.; los medios, como Gwen Ifill o Soledad O’Brien; los deportes, como Roberto Clemente o Pelé; o el activismo, como Arturo Alfonso Schomburg o Maria Elena Moyano, la presencia e impacto de la afrolatinidad vive en todas las facetas de la vida.
La importancia de Schomburg
Otro de los afrolatinos más importantes a lo largo de la historia estadounidense es Arturo A. Schomburg, historiador, escritor, activista y erudito de la época del Renacimiento de Harlem.
Por él lleva su nombre el Schomburg Center for Research in Black Culture (Centro Schomburg para la investigación de la cultura afroamericana) en la ciudad de Nueva York, una de las bibliotecas de investigación líder del mundo dedicada exclusivamente a la documentación de la historia y desarrollo cultural de las personas de ascendencia africana en todo el mundo.
Schomburg, puertorriqueño de ascendencia africana y alemana, decidió encontrar y documentar los logros de los africanos luego que uno de sus maestros de la escuela le dijera que los africanos no tenían historia, héroes o logros.
Aquí en Filadelfia, el Taller Puertorriqueño hará honor a Schomburg y su trabajo al auspiciar su simposio anual titulado “Arturo A. Schomburg Symposium, más adelante durante este mes.
El Schomburg Symposium, iniciado por un grupo de afrolatinos en 1997, es un evento anual que explora la relación compleja entre y la intersección de la Diáspora africana y las culturas latinas.
“No existía un escenario o espacio continuo en donde se dieran estas conversaciones con regularidad”, dijo Carmen Febo San Miguel, directora ejecutiva del Taller Puertorriqueño y miembro del comité organizador del Schomburg Symposium.
El evento, que contará con varias presentaciones por parte de eruditos distinguidos, ofrecerá a los asistentes la oportunidad de profundizar en su conocimiento y entendimiento de la Diáspora africana en las Américas y promover el diálogo entre el público y los conferencistas.
Cada año, el Taller elige un tema para el evento. El de este año es “Afro-Latinx Struggles: Pushing Boundaries Through Engagement.” (Las luchas afrolatinas: superar las barreras a través de la participación).
San Miguel señaló que las dificultades que tienen las comunidades afrolatinas son inmensas.
“Hay problemas que involucran la representación en los medios, por ejemplo; ignorar las realidades de los afrolatinos al reportar sobre las historias; hay problemas en cuanto a la representación artística; problemas de violencia tanto contra la mujer, no sólo por ser mujeres sino porque no son blancas, y violencia contra las personas de otras razas”, agregó.
“Para cualquier asunto existen muchos problemas y mucho activismo que ya se ha dado como respuesta a los mismos, pero necesita continuar para seguir presionando a la sociedad a que los aborde”, concluyó.
El vigésimo cuarto Schomburg Symposium anual se llevará a cabo el sábado, 29 de febrero en el Taller Puertorriqueño, de 9:30 a 17:00 horas.
Rostros afrolatinos
Filadelfia es el hogar de un grupo diverso de personas, incluso para quienes se identifican como afrolatinos.
Para tener una perspectiva más clara de la afrolatinidad en Filadelfia, AL DÍA se acercó a varias personas en el área quienes se identifican como afrolatinos, y les planteó preguntas sobre su identidad, experiencias y pensamientos sobre el mes de la historia afroamericana. Las dos historias que aquí presentamos son las de Amy Eusebio, Directora ejecutiva de la Oficina de Asuntos de Inmigrantes, y Bene’t Morando, analista de operaciones técnicas en JPMorgan Chase, dos afrolatinas con diferentes experiencias, distintos orígenes y caminos para llegar a este punto de apropiarse de y acoger su afrolatinidad.
Orígenes, y experiencias tempranas
Eusebio nació en Jersey City, NJ, de padres dominicanos, en una ciudad que describe como “una Meca de diversidad” en que la gente de todas las razas vivía en cada área de la ciudad. Su vecindario estaba lleno, principalmente, de blancos, negros y filipinos. Durante su infancia con frecuencia se identificaba como “una persona negra que hablaba español”, sin jamás tener una conversación explícita sobre la diversidad que existía dentro de la comunidad latina. No fue hasta que llegó a Filadelfia, para hacer sus estudios universitarios, que tomó consciencia sobre ese legado.
Originalmente de Virginia Beach, la madre de Morando era afroamericana y su padre biológico era mexicano “con un toque de siciliano”. Mientras vivió en California, encontró que muchas de las otras niñas la llamaban “negra”, sin pensar en una connotación negativa. Pensaba que era sólo un apodo genial, hasta que su madre le explicó el significado de la palabra en inglés y que se utilizaba de una manera para denigrarla ya que ella tenía un tono de piel un poco más oscura que ellas. Su llegada a Filadelfia le “abrió un mundo completamente diferente”. Fue en la Ciudad del amor fraterno que ella se percató del sufrimiento que surgía de la mano de la raza y la etnicidad.
Marca la casilla
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Como año del censo en los EE.UU., el 2020 trae la conversación sobre las categorías poco precisas de raza y etnicidad al frente. El proceso de observar una pregunta sobre raza/etnia y sentir inseguridad respecto a qué casilla se debe marcar puede iniciar una conversación. Eusebio y Moranda representan los matices de ese acto de “marcar la casilla”.
“La última vez que llené el censo, explícitamente marqué “negra, hispana”, porque eso es lo que puedo afirmar. Las casillas no parecen aplicar cuando nos trasladamos de un país a otro; es como si tuviéramos que reconstruir la forma en que nos identificamos porque nos encontramos en un nuevo contexto con nuevas casillas que no parecen encajar”, dijo Eusebio.
Morando reconoció tener una incertidumbre similar al llenar el censo y otros formularios oficiales.
“Recientemente empecé a marcar ‘Otro’ o no marcar nada, porque cuando llego al punto… recién empecé a darlo a conocer y a no identificarme específicamente porque no quiero sentir que tengo que elegir, porque no debería tener que hacerlo”, dijo.
La representación importa
Mientras crecían, ni Eusebio ni Morando recuerdan ver mujeres o personas que se parecieran a ellas en las tendencias dominantes. En cuanto a herencia, orígenes, color de piel y tipo de cabello, ambas tuvieron dificultades encontrando un reflejo de sí mismas. La falta de representación a una edad temprana puede convertirse en negación o falta de reconocimiento de la verdadera esencia de identidad de un individuo; algo que los puede acompañar a lo largo de su carrera de estudios superiores, y en el campo profesional. Ahora ya adultas en el lugar de trabajo, cada una de estas mujeres recalca la importancia de adoptar su verdadera identidad y ayudar a otros a que hagan lo mismo.
La intersección de la afrolatinidad y el género también es importante para ellas, como líderes afrolatinas en su espacio público.
“Como mujer, en especial como mujer dominicana, ya que los dominicanos tienen definiciones muy claras de belleza para las mujeres, pelo lacio, ciertas características; ese desprecio propio es profundo y se manifiesta de formas muy diferentes para las mujeres”, señaló Eusebio.
“El hecho de que yo sea negra y que me apropiara de mi negrura me ha ayudado mucho a establecer mis relaciones, para que la gente sea vista por parte de la Oficina de asuntos de inmigrantes”, agregó.
Morando se enfoca en utilizar su puesto para elevar a las mujeres en todas las razas y etnias subrepresentadas.
“Ahora veo muchas más mujeres negras en el lugar de trabajo. Cabello rizado, cabello lacio, de todos tipos. Pero ahora, quiero ver a más mujeres hispanas en mi lugar de trabajo. Muchas mujeres hispanas con las que me topo están limpiando los baños y cosas así. No hay nada malo con eso, es sólo que siento que si voy a representar a ambos lados, quiero ver los dos lados de las mujeres. Quiero hacer todo lo que pueda por asegurar que los dos lados puedan potencializarse y llegar al punto en el que estén edificando a sus familias, su linaje y todo lo que existe detrás de ello”, dijo.
La comunidad afroamericana es rica y diversa tanto en cuanto a su cultura como su historia, y la celebración del Mes de la historia afroamericana debe ser una celebración de toda esa riqueza y diversidad. Esto se logra de la forma más óptima a través de la educación.
Morando dijo que el Mes de la historia afroamericana no “se promueve lo suficiente” pero la herencia de la ascendencia, cultura e historia africana es algo que se debe acoger.
“Creo que el Mes de la historia afroamericana trata sobre celebrar el hecho de superar y cuánto se ha logrado, pero no se ha enseñado”, dijo. “Me siento empoderada al celebrar el mes de la Historia afroamericana porque esa es parte de mi historia y es parte de la historia estadounidense, por lo que la gente no lo debe menospreciar”.
Eusebio coincidió en cuanto a que “hay poder en ser visto”.
“Muchos de los problemas que enfrentan los latinos en los EE.UU., aparte de aquello relacionado con la inmigración, son realmente problemas de pobreza. Y si podemos sobrepasar la política de la identidad y vernos los unos en los otros, creo que eso es muy poderoso. Y que parte de eso es acoger nuestra negrura”, dijo Morando.
“Hay tanto poder en contar historias, conocer nuestra historia, nuestro pasado, compartir nuestra historia; los espacios en los que la gente puede elevar esas historias y situarlas en primer plano en la mente de la gente en vez de como un idea tardía”, agregó Eusebio.
Nos trae de vuelta a reconocer las narrativas, trayectorias, e identidades múltiples que forman parte de la comunidad y la experiencia afroamericana, así como la historia de los EE.UU. en su conjunto.
La celebración del Mes de la historia afroamericana es una celebración no sólo de la comunidad afroamericana, sino de las comunidades dentro de la comunidad afroamericana. Es una celebración no sólo de la historia afroamericana, sino de la historia estadounidense. No existe un grupo específico de personas que deba obtener más reconocimiento que otro cuando se trata de celebrar este mes. Sin embargo, la verdad es que también es una realidad que no puede ser relatada con un puñado de nombres. Se narra mejor a través de largas horas de investigación, lectura, diálogo y conversación.
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