Que la historia la escriben los vencedores es algo que ya hemos asumido hace tiempo, e igualmente la necesidad de reescribirla en tiempos en que la reivindicación por los derechos civiles se ha hecho fuerte de nuevo con movimientos como Black Lives Matter en Estados Unidos, así como las nuevas narrativas decoloniales que buscan recuperar la historia de los ancestros latinx en el marco de la dura represión colonial. 

Sin embargo, en España los historiadores se ven con problemas para publicar ensayos que aborden ya no el papel del país en las colonias y el tráfico y explotación de esclavos, sino en casa. Lugares tan emblemáticos como los Encantes de Barcelona fueron en otro tiempo mercados de personas y era frecuente encontrar en los periódicos de los siglos XVI, XVIII y principios del XIX anuncios en donde se vendían mujeres negras junto a sanguijuelas, remedios para hacer crecer el pelo y otros clasificados. 

Pero un documental estrenado el pasado 21 de octubre está a punto de sacudir los cimientos de la “marca España” de la mano del director y productor Álvaro Begines. 

Su título, recuérdenlo bien, es Cachita. La esclavitud borrada.

“Leyendo un par de novelas descubrí que en España hubo muchísimos esclavos negros entre los siglos XVI y XIX y me quedé tan asombrado de que no se hablará sobre ese tema que decidí investigar. Descubrí personajes fascinantes como el negrero Pedro Blanco, el esclavo Juan Latino, que llegó a convertirse en catedrático de la Universidad de Granada, o Cándida La Negra, la última esclava. Y decidí centrarme en esos tres personajes para articular un relato que no se quedará en los fríos datos sino que me permitiese emocionar al espectador", explica Begines a RTVE.

El documental combina episodios sobre míticos personajes relacionados con la esclavitud con testimonios de investigadores y expertos en la materia de lugares como Cuba, África, Portugal y también España. Como la catedrática de Antropología Histórica Aurelia Martín Casares, el músico e investigador de la música negra Santiago Auserón, el escritor Carlos Bardem o Jesús Cosano, estudioso de la esclavitud en el país y autor de Las Negras de la Inmaculada. 

Cachita es el nombre que recibe en Cuba la Virgen de la Caridad, que también es patrona de poblaciones españolas como Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) o Illescas (Toledo), y sirve como disparador de una historia que refleja cómo el pasado esclavista sigue vivo en la cultura española e incluso en la sociedad. 

"Ha dejado un legado tremendo. Por ejemplo, es curioso la cantidad de calles que hay en granada, Cádiz o Sevilla que se llaman 'Barrancos de los negros', 'Placita de los negros' o 'Callejón de los negros'. Y es que, en la época los esclavos liberados que no morían en la calle se refugiaban en las zonas más pobres de la ciudad, en los suburbios. Y esas calles son testimonio de ello", cuenta el director. 

"Allí se juntaban con otros repudiados como los gitanos y, de ahí surgirán el flamenco y otros ritmos musicales. Porque el baile del flamenco tiene raíces negras. Además, tenemos muchísimos afronegrismos en el idioma como fandango, tango, banana, chimpancé... y cuanto más investigo esa herencia más cosas encuentro, como comidas", añade. 

El motivo de que sea tan desconocida la historia de la esclavitud negra en España tiene que ver, según Begina, con que “muchas familias poderas intentaron ocultarlo porque se enriquecieron con ese negocio”, y cita el ejemplo de Cataluña, donde los antepasados de algunas de las familias que manejan hoy los hilos políticos y económicos se hicieron de oro con la venta de esclavos. 

Uno de los grandes protagonistas de Cachita es Juan Latino, que nació en Cabra (Córdoba) en el siglo XVI. Hijo de una esclava negra etíope que pertenecía al Conde de Cabra, Juan fue tan famoso que Cervantes lo menciona en El Quijote. 

Del esclavo se cuenta que tenía una cabeza prodigiosa y que cuando los profesores daban clase al hijo del Conde de Cabra, Juan se aprendía las lecciones. Más tarde, hizo lo mismo cuando el hijo, Gonzalo, fue a la universidad: Latino seguía la clase desde fuera. 

El Conde de Cabra le permitía entrar en la biblioteca y le apoyó en su educación, lo que explica que llegase a ser profesor y más tarde catedrático de la Universidad de Granada. Aunque, según la antropóloga Aurelia Martín, Juan Latino pudo haber sido hijo ilegítimo del conde. 

"Al final escribió libros muy importantes de poesía y se convirtió en uno de los mayores expertos en latín, por lo que todo el mundo le consultaba sobre cuestiones relacionadas con esa lengua", recuerda la historiadora. 

Se llamaba Cándida ‘La Negra’, nació con condición de esclava en la colonia portuguesa de Luanda y murió ya siendo libre a los 110 años en Cádiz, España.

Interpretada en el documental por la actriz cubana Kenia Mestre, ‘La Negra’ llegó a Cádiz cuando naufragó el barco en el que trabajaba como esclava, a mediados del siglo XIX, y un campesino la rescató y se la llevó a vivir con él a su casa. 

Cándida pertenecía a un conocido negrero, Antonio López López, que se dedicaba a comerciar con huérfanos en Cuba para regalárselo a los señores poderosos. 

Otro de los personajes de Cachita es el negrero y pirata más cruel y emblemático del imperio español -hay quien asegura que del mundo-, Pedro Blanco, ‘el Mongo de Gallinas’.

Blanco empezó a viajar a las colonias con 17 años y enseguida hizo negocio con esclavos. Y mucho más que eso.  

"Modernizó la esclavitud y creó las factorias de esclavos. Antes los negreros iban a áfrica, compraban esclavos a los reyes africanos y los vendían en occidente. Pero él lo hizo al por mayor. Almacenaba a los esclavos en varios islotes de forma que cuando llegaban los barcos no había que ir a buscarlos sino que solo tenían que cargarlos. Además, era famoso por su crueldad", dice Álvaro Begina. 

Personajes como la reina regente de España, María Cristina, y otras muchas familias de la alta sociedad estuvieron involucradas en la venta de esclavos africanos hasta su prohibición, a mediados del siglo XIX. Pero el único al que señalaron directamente y repudiaron fue Pedro el Mongo.

“Ahora ocurre algo similar con el tráfico de drogas, que está controlado por grandes fortunas que pagan a los traficantes para que les hagan el trabajo sucio", concluye el director.