¿Por qué es tan importante el Mes de la Herencia Hispana?

Porque no solo celebra nuestro pasado —como inmigrantes, o como descendientes de inmigrantes de una miríada de naciones del mundo hispanoparlante— sino también, y aún más importante, nuestro presente y nuestro futuro, como parte de una experiencia americana común.

La herencia hispana de los Estados Unidos es tan antigua como la nación misma, incluso anterior a la fecha en que se constituyó la república, aquí, en Filadelfia, en 1776 —si uno empieza a revisar la historia no desde el siglo XVIII, sino desde el siglo XVI—.

San Agustín, Florida, el primer asentamiento de nuestra nación, fue fundado por hispanos en 1565, mucho antes de que nuestros peregrinos llegasen al actual Massachusetts para fundar el municipio de Plymouth, en 1620.

Sin embargo, no fue hasta 400 años más tarde, en 1968, cuando la herencia hispana de nuestra nación fue oficialmente reconocida por el gobierno federal y celebrada por primera vez en Washington D.C, después de la dinámica expansión de nuestra nación bajo la robusta inmigración de los siglos XX y XXI.

La herencia hispana, no obstante, ha estado influenciando,  enriqueciendo y transformando la sociedad estadounidense desde mucho antes.

En retorno, la misma sociedad estadounidense ha cambiado, transformado y, sin duda, mejorado las vidas de más de 55 millones de americanos que hoy se definen orgullosamente, específica y distintivamente, como hispanos o latinoamericanos.