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Teresa Margolles, Super Speed / El Paso, Texas, 2020. Vía Art-Agenda.
Teresa Margolles, Super Speed / El Paso, Texas, 2020. Vía Art-Agenda.

Las muertes violentas de Teresa Margolles, una artista mexicana en la escena del crimen

Su obra denuncia los feminicidios y la guerra del narco, pero empieza poco después de que se dispare la bala.

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El problema no son los muertos, sino los vivos. En Culiacán, uno de los estados más violentos de México, la gente vive el presente porque nunca se sabe cuando te puede alcanzar la muerte. 

Teresa Margolles (56) nació en Culiacán, y se ha consolidado en una de las artistas mexicanas de mayor proyección internacional, haciendo del asesinato, como diría The Quincey, una de las bellas artes. 

A finales de los 90’, estudió medicina forense, entró a trabajar en una morgue y convirtió la muerte violenta en el objeto central de su obra para denunciar los asesinatos fruto de la guerra del narco y los feminicidios, que se han disparado (nunca mejor dicho) un 137% en los últimos cinco años.

Su arte refleja las guerras de los carteles, el tráfico de personas y la violencia de género de la zona fronteriza. No obstante, su método de trabajo dista mucho de ser “convencional”. 

Como artista, Margolles no solo hurga en la herida, sino que se baña en ella

Sus obras a menudo están hechas con objetos que ha encontrado en la escena del crimen; tanto puede aparecer en un tiroteo justo antes de que llegue la policía y embadurnar con sangre unas sábanas que exhibirá como banderas del horror, como recoger los cristales rotos de los coches tiroteados por el narco o cubrir paredes con grasa extraída de los cuerpos de los fallecidos por la guerra entre cárteles y denunciar así el genocidio criminal.

Ahora la singular artista, cuyas obras han sido ampliamente expuestas en todo el mundo pero solo en dos ocasiones en Estados Unidos, presenta en la neoyorquina galería James Cohan de Tribeca “Assassination changes de World” (El asesinato cambia el mundo), con fotografías e instalaciones realizadas a partir de materiales tomados de escenas del crimen. 

Como el ocurrido el pasado agosto en el Wallmart de El Paso, Texas, donde un hombre asesinó a 22 personas e hirió a 24 movido por el odio racista hacia los hispanos. Margolles viajó a El Paso hace un mes escaso, visitó el Walmart -que conocía porque trabajó muchos años atrás en Juárez, al otro lado de la frontera- y compró una caja de cartuchos Winchester calibre 12. Luego tomó una fotografía de gran formato, donde los cartuchos de un rojo intenso y con la punta de metal brillante se amontonan formando una pila que recuerda un corazón humano. También figura la factura, una reproducción de la cual el visitante puede llevarse a casa. 

En otra de sus instalaciones titulada “La búsqueda”, que causó sensación en la Bienal de Venecia, utilizó planchas de vidrio recuperadas de comercios cerrados en Juárez donde todavía había avisos pegados de búsqueda de mujeres desaparecidas a causa de los feminicidios. También invitó más de diez años atrás, en la misma Bienal, a familiares de las víctimas a embadurnar el piso con agua en la que había sumergido una tela ensangrentada tomada de las escenas de crímenes. 

Un muro  cubierto de 2.300 piezas de cerámica fabricada en Mata Ortiz, un pueblo alfarero de Chihuahua gravemente afectado por la violencia, rinde tributo a los muertos. En la galería, se puede contemplar desde unos bancos de cemento realizados con residuos salvados de lugares de crímenes acaecidos en Mexico, pero mezclados con agua de Nueva York.

'La ciudad que nunca duerme' también tiene su protagonismo en esta exposición, aunque no del todo positivo…

La violencia implícita en el lujo, el lavado de dinero de las grandes fortunas y corporaciones y el drama en la frontera obligan a Teresa Margolles, nada amiga de los compadreos del mercado del arte, a replantear el papel que tiene Estados Unidos y la economía global en la espiral de violencia y crímenes. Ni la capital de la moda se salva de su certera aunque lúgubre reivindicación…

Aunque tal vez el mayor triunfo de esta mexicana residente en España cuya obra empieza donde acaba la vida -violentamente, con desgarro- sea que carece de morbo. Su trabajo el testimonio en una sociedad que lo espectaculariza todo, incluso el dolor. Ella solo hace hablar a las pruebas.