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Diana Rodríguez Wallach was at Head House Books, Philadelphia, presenting  "Lies that Blind", the second book of her YA trilogy  "Anastasia Phoenix". Photo: Peter Fitzpatrick/AL DIA NEWS
El pasado 10 de marzo, la escritora de padre puertorriqueño Diana Rodríguez Wallach presentó en la librería Head House Books de Filaldelfia "Lies that Blind", segundo libro de la trilogía de novela juvenil "Anastasia Phoenix". Foto: Peter Fitzpatrick/AL…

“No cumplo con ninguno de los estereotipos latinos”

Diana Rodríguez Wallace creció en las afueras de Filadelfia, en un hogar en el que no se hablaba español. A través de sus novelas juveniles, ha querido…

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Diana Rodríguez Wallach no habla español con fluidez, pero eso no quita que una parte de ella siga identificándose como latina. Nacida en Ridley Township, PA, en 1978, de padre puertorriqueño y madre polaca, Rodríguez Wallach es una de las escritoras de novela juvenil más conocidas de nuestra ciudad. Su nombre empezó a resultar familiar en las librerías de los Estados Unidos tras la publicación de Amor and Summer Secrets (Kensington Books, 2008), una novela protagonizada por una quinceañera de origen puertorriqueño de Filadelfia que un verano es enviada a pasar las vacaciones a la isla. Allí tendrá contacto por primera vez con sus raíces y su familia, además de vivir alguna que otra historia de amor.

Desde entonces, Rodríguez Wallach ha ido especializándose como autora de novela juvenil y actualmente se encuentra en plena promoción de Lies that Bind (Entangled Publishing, 2018), segundo tomo de la trilogía Anastasia Phoenix, una saga de thrillers protagonizados por una adolescente llamada Anastasia a quien todos tienen como una chica rara, siempre viajando de un lado a otro con sus padres, un matrimonio de científicos, y que habla cuatro idiomas.

“En mis libros para adolescentes quiero transmitir una idea: que viajen”, dice la autora en entrevista con AL DÍA News. Y cuando habla de lo enriquecedor que es viajar, lo dice con conocimiento de causa. Tras su apacible infancia en Ridley, un municipio residencial en las afueras de Filadelfia, Diana se marchó a estudiar periodismo a Boston University. “Fue de adulta cuando empecé a desarrollar interés por el español y por conectar con mis raíces latinas”, dice, recordando que en su casa hablaban en inglés (su padre es puertorriqueño pero su madre es de origen polaco). En la universidad tomó estudios de grado menor de español y más tarde decidió cursar un intercambio académico en Madrid, España, para poder practicar el idioma que de pequeña no tuvo oportunidad de aprender. “Fue una experiencia increíble, aunque al principio podía entender mejor a un americano hablando en español que a un madrileño”, se ríe.

Su español ha vuelto a quedarse bastante oxidado – admite– pero Diana se quedó con la gratificante experiencia de haber vivido en el extranjero. “Alguien de España es muy diferente de alguien de Latinoamérica” dice. “También lo es un dominicano de un ecuatoriano, o de un puertorriqueño”, comenta la autora, quien no es muy partidaria de etiquetas ni de estereotipos para identificar a latinos. Eso no quita que sí crea muy necesarias las organizaciones ciudadanas que respaldan y promueven las oportunidades para la minoría latina, como la Cámara de Comercio Hispana de Filadelfia, a la que pertenece su hermano, u otras organizaciones sin fines de lucro que trabajan con las comunidades latinas más empobrecidas del norte de la ciudad.

“Viajar ayuda a abrir las mentes a otras culturas”, dice la autora, quien desde que regresó de Madrid, ha puesto viajar y conocer otras culturas como una prioridad en su vida. Entre los lugares que ha tenido suerte de visitar se encuentran los numerosos viajes a Puerto Rico para visitar a la familia de su padre. Lejos queda ya el recuerdo de su primer viaje a Utuado, en el interior de la isla, que le sirvió de inspiración para su novela Amor and Summer Secrets, además de entablar las bases de su estrecha relación con sus familiares boricuas.   

“Este año, además, mi familia en Estados Unidos se movilizó para recolectar dinero y enviarles artículos de primera necesidad después de los destrozos del huracán María”, explica orgullosa Diana.  

Una adolescente cualquiera

Al regresar de Madrid, Rodríguez Wallace se graduó en Periodismo y se mudó a Nueva York, donde trabajó como reportera para un magazine del negocio hotelero y más tarde como editora en una revista del sector inmobiliario.

Sin embargo, el trabajo de periodista no le acababa de gustar. Lo que Diana quería era trabajar en una organización sin fines de lucro, “en algo social, relacionado con jóvenes”, dice. La oportunidad le llegó en 2003, cuando le ofrecieron llevar la comunicación en una ONG dedicada a mejorar la educación en las escuelas públicas, precisamente en su ciudad natal, Filadelfia. Ella y su marido no se lo pensaron y pronto empacaron para mudarse a la ciudad del amor fraternal.

Desde entonces, Rodríguez Wallach sigue viviendo en Filadelfia, ciudad donde ella creció y ahora crecen sus dos hijos. También es aquí donde empezó “en serio” su carrera como escritora.  Tras la publicación de Amor and Summer Secrets, la autora publicó otras dos novelas de literatura juvenil: Amigas and School Scandals y  Adiós to All The Drama (Kensington Books); después escribió una colección de cuentos cortos sobre el mito de Narciso que fue incluida en la antología Latina Authors and Their Muses (Twilight Times Books, 2015).  Y en 2017, lanzó el primer libro de la trilogía Anastasia Phoenix, Proof of Lies, consolidándose como escritora de novela juvenil.

A diferencia de la protagonista de su primera novela, sin embargo, Anastasia no tiene nada de latina, más allá de que su novio es de Madrid. Podría ser una adolescente de Filadelfia cualquiera, como la autora misma:  

Crecí en un hogar multicultural, con un padre puertorriqueño y una madre polaca, me acostumbré a que en la mesa hubiera un plato de arroz español junto a un plato de pierogies. Creo que muchos adolescentes americanos pueden identificarse con esto, por eso procuro que en mis novelas haya un abanico de protagonistas muy diverso”, comenta Rodríguez Wallach.  

Diana admite que su apariencia no es nada latina –tiene el pelo pelirrojo–, ni siquiera su padre lo tenía. “No cumplo con ninguno de los estereotipos latinos”, dice. Más allá de encasillarse en una identidad, Diana prefiere volcarse en la riqueza de la diversidad, de conocer otras culturas, de dar importancia a la educación.  

En línea con su filosofía de vida, la autora combina la escritura con su colaboración en talleres de escritura para niños en Filadelfia, como el Philly Spells Writing Center o Mighty Writers, una organización sin fines de lucro con la que participa realizando visitas a escuelas públicas de la ciudad. “Muchos niños no ha conocido nunca a una escritora”, dice. En muchas ocasiones su trabajo implica tratar con alumnos de origen hispano de los vecindarios más humildes de la ciudad.

“Estoy impresionada de ver que en Filadelfia haya cada vez más padres bilingües”, dice. “La generación de mis padres estaba más enfocada a ser “americanizada”, y tendían a hablar siempre en inglés”, recuerda.

Perseguir un sueño

Cuando visita los colegios, aparte de contar su historia como escritora, Rodríguez Wallace también cuenta la historia de su padre: cómo emigró de Puerto Rico a EE. UU., luchó por aprender inglés y por poder pagarse la universidad. “Le costó ocho años sacarse el título”, dice, confiando que la figura de su padre sirva a los niños de inspiración.  

 “Los niños de las escuelas públicas municipales se merecen tener las mismas actividades educativas y enriquecedoras que los de las escuelas de los suburbios residenciales más ricos”, comenta. “Todos los niños deberían crecer pensando que pueden lograr lo que quieran si trabajan duro”, añade. Sean blancos, latinos, pobres o ricos, su consejo es el mismo para todos: que, a la hora de elegir su futuro, escuchen su voz interior.  

“Yo quise estudiar periodismo porque pensé que era una forma “práctica” de aplicar mi talento. Pero no me gustaba ser reportera, siempre arrastraba esa sensación de que había “algo más” que quería estar haciendo con mi vida”, recuerda. No entendió muy bien esa sensación hasta que escribió su primer libro. “Así que yo les diría a todos los muchachos:  “sigan su instinto, escuchen esa voz interior que sale de sus mentes, porque les llevará a descubrir su pasión””, dice.

Mediante sus libros y talleres de escritura, la autora también impulsa a los adolescentes a inspirarse en sus vidas reales para escribir relatos cortos, ·a crear historias sobre sus vidas”, dice, convencida de que eso les puede ayudar a superar algunas inseguridades de la adolescencia. Y, si pueden permitírselo, también los anima a viajar, como hace Anastasia: “que agarren la mochila, recorran Europa, Asia... cuanto más viajen, más abiertos de mente serán”, dice. “En seis horas uno puede plantarse en California, pero también en Europa”, dice.

En la actualidad, la escritora está trabajando en su próximo proyecto, una novela romántica de genero juvenil donde la protagonista es una estudiante latina con mucho talento, pero también sometida a mucha presión, tanto de sus padres como de sus profesores, mientras intenta descubrir lo que quiere hacer con su vida. “Estoy muy ilusionada con esta historia”, dice la autora, que para escribirla se ha inspirado en su experiencia como profesora de estudiantes talentosos en el Hopkins University’s Center for Talented Youth.

Antes de despedirse, en inglés, Diana retoma el tema del idioma. “No creo que hablar español sea crucial para sentirse latino”, dice. Para la autora, aprender idiomas debe ser una forma de enriquecimiento personal. No está de acuerdo con que la lengua sea usada con fines políticos. “Es como cuando te etiquetan por hablar español con acento”, dice. “Viajar ayuda a abrir mentes y miradas, a ver más allá de los acentos”, añade, convencida.   

Sus palabras son un antídoto al discurso del presidente Donald Trump, empeñado en identificar y señalar con el dedo a los inmigrantes latinos, a los que ha tildado de criminales y violadores, entre otros insultos.

Con respecto al presidente de Estados Unidos, Diana tiene poco que decir, más allá de que cuando ocurrió el huracán María, “pude constatar que su administración no trata a la isla como si fuera parte del país”. “No hay razones para que nuestra gente se quedara sin agua o comida”, dice.

La autora admite que uno de los momentos más embarazosos como ciudadana americana fue cuando Trump ganó las elecciones presidenciales, en noviembre de 2016. “Estaba en Londres”, dice, y “fue muy desalentador ver como el resto del mundo veía la victoria de Trump como algo muy triste”.