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El nacimiento del Taller en el Norte de Filadelfia

El nacimiento del Taller en el Norte de Filadelfia

La dedicación del Taller Puertorriqueño en servicio a una comunidad que a menudo ha sido relegada nunca ha disminuido, a pesar de sus limitados recursos. Hoy…

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Empezó humildemente en el sótano del edificio de ASPIRA y hoy, más de 30 años después, el Taller Puertorriqueño finalmente se levanta orgulloso en un nuevo y moderno edificio de 25 mil pies cuadrados, todavía en el mismo vecindario donde nació.

Sobre la base duradera de querer servir a la comunidad y sus necesidades, el Taller ha decidido crecer en el Norte de Filadelfia.

Posee actualmente altos techos, ventanales del suelo al techo y un plano de suelos abiertos, el nuevo centro del Taller Puertorriqueño es impresionante.

Proveerá los mismos elementos que la comunidad siempre ha recibido del Taller: una tienda de recuerdos culturales, aulas de clase e incluso una galería de arte. El espacio ahora ofrece una versión mejorada de lo que las antiguas instalaciones ofrecieron durante 40 años.

“Esto es lo que representa este edificio: crecimiento, un ícono del orgullo y un espacio de celebración de nuestra cultura y lo que somos”, dijo la Directora Ejecutiva Carmen Febo San Miguel.

Pero, como bien recalca la Directora, el trayecto a las nuevas instalaciones no fue siempre fácil, como tampoco lo fue la decisión de mantenerlo en el centro del barrio norte de filadelfia, donde siempre ha residido.

Fue gracias a una búsqueda de financiamiento que llevó casi 10 años, con varias colaboraciones de la ciudad y del estado, el inquebrantable apoyo de la comunidad y la dedicación de mantenerse accesibles para la comunidad que siempre han buscado atender. Así pues, el equipo del Taller presionó y trabajó para hacer del centro lo que es hoy en día.

El taller ha ayudado a moldear a jóvenes artistas en la comunidad desde hace 40 años, dictando clases desde actuación hasta formación en bellas artes.

Es este compromiso con la comunidad, con la juventud y con la preservación cultural lo que ha impulsado al Taller durante los años y ha formado a artistas como David Antonio Cruz y Michelle Ortiz.

Febo explicó que “si nuestra comunidad no está conectada con su historia, con su expresión, con su aprendizaje cultural, perderán por completo esa conexión con lo que los identifica y lo que los hace quienes son”.

Una historia de justicia social

Desde el sótano de un edificio de ASPIRA hasta un edificio donado por Domingo Negron, uno de los fundadores del Taller y actual dueño de GRAN Printing, el cambio de ubicación de Taller no ha impactado su apoyo en la comunidad.

“Taller nace en un momento donde existía una conciencia por el derecho de las minorías que estaban siendo marginalizadas en la sociedad americana. Eran los finales de los 60 y principios de los 70, y todos hablaban de asuntos de identidad”, dijo Febo.

Comenzó como un esfuerzo para proveer a la comunidad de alternativas para jóvenes puertorriqueños que estaban abandonando la educación en gran número al sur de Filadelfia. Taller quería enseñar a los jóvenes hombres sobre el arte y el comercio de la imprenta digital antes de que se encontraran en otras rutas.

“Y Filadelfia no era muy diferente. Un grupo de artistas querían hacer algo que estuviera más enfocado en la juventud y utilizar el arte y la identidad cultural y la inmersión de dónde provienes y la conversación sobre quién eres y de dónde vienes como una herramienta para mantener a las personas comprometidas, para mantener a la juventud comprometida con el estudio, la academia, el desarrollo del liderazgo, aquellos programas que ASPIRA estaba realizando”, dijo Febo.

El grupo comenzó con Rick Hall y Domingo Negron, junto con un grupo de estudiantes de bachillerato y universitarios, a partir de pequeños programas.

“Nos llamaban radicales porque intentábamos hacer algo que nadie más había intentado antes”, dijo el antiguo director.

Hall había comenzado una clase con estudiantes de bachillerado y Negron acababa de terminar una temporada en Vietnam, “Yo estaba en la escuela de artes justo al regresar de Vietnam. Estaba terminando la escuela e iba a meterme en los negocios. Así que algo estaba sucediendo en ASPIRA donde un grupo de estudiantes – de bachillerato – y algunos otros de la universidad (tan sólo algunos pocos Latinos asistían a la universidad en aquél entonces)” dijo Negron.

“Un colega llamado Rick Hall trabajaba en la Biblioteca y estaba interesado en lo que sucedía con los puertorriqueños en Filadelfia. Obtuvo un espacio en ASPIRA y comenzó a decirle a la gente que fuera a hacer cosas, así que yo también fui”.

Contó la historia del crecimiento de la población puertorriqueña en el sur de Filadelfia y cuán seguido los estudiantes que atendía estaban migrando a zonas más al norte de la ciudad, “la meta de todos era mudarse al boulevard”, dijo Negron.

Pero compartió que, a pesar de la historia común y el crecimiento de la comunidad, muchos de los jóvenes que conocía se encontraban sin ningún sentido de identidad ni de hogar.

“Lidiábamos con jóvenes de 2da o 3era generación de inmigrantes puertorriqueños con un inglés quebrantado, con un español débil. Estaban en el limbo. Y en aquél entonces la ciudad era un poco racista”, dijo.

Pero el esfuerzo finalmente dio sus frutos, y Negron y su grupo lograron ser elegibles para financiamiento con una beca inesperada.

“Tan pronto como obtuvimos el financiamiento los problemas comenzaron. Porque en ese punto era el Taller, pero no era una entidad. Necesitábamos ser una agencia para recibir el dinero – creo que eran algo así como 400.000 dólares – y era destinado a resolver los problemas más grandes en el momento, sobretodo Eddison niños latinos y negros que estaban abandonando los estudios, y todo sucedía en grandes cantidades, sobretodo chicos que estaban sin hacer nada. Nosotros intentábamos hablar sobre eso, sobre la arraigada cultura pandillera”, dijo.

Tras recibir el subsidio, pudieron ampliar sus programas y trabajar con otros que creían en el trabajo que se estaba llevando a cabo. Tras muchas maniobras y esfuerzos para obtener apoyo, finalmente consiguieron una ubicación cercana con ayuda de la iglesia.

“Nos anexamos a la Price Church en la 6th y Venango”, dijo Negron, “Teníamos el primer, segundo y tercer piso del anexo de la iglesia”.

Fue entonces que Negron donó un edificio que poseía y no puso bajo el nombre del Taller como locación permanente. Frecuentemente trabajaban con las conexiones que tenía ASPIRA con las escuelas y los programas educativos, pero algunas tensiones surgieron, según Negron, una vez que el Taller fue capaz de obtener más financiamiento gracias al subsidio.

“Me pidieron que despidiera, que me deshiciera de Rick y querían que yo adoptara otra posición – yo iba a ser el director gráfico y la junta iba a dirigir el Taller. Y para entonces Rick había puesto mucho tiempo en esto. Yo puse mucho tiempo y dinero en esto, y dije que quizás este era el fin”.

Encontrándose en la difícil posición de perder la compañía que había amado y a un buen amigo, Negron abandonó el Taller con Hall. Tras un ínterin y un par de años, Carmen Febo San Miguel trabajó con Johnny Irizarry y éste último se convertiría en el director ejecutivo del Taller. Actualmente Irizarry trabaja como director de La Casa Latina en la Universidad de Pennsylvania, pero fue en el Taller su primer trabajo como director ejecutivo.

 

El Taller tiene una  nueva cara

Tras mudarse de Puerto Rico con su familia para proseguir su educación, Irizarry nunca había tenido una experiencia como director ejecutivo, pero comentó que Carmen Febo San Miguel creyó en él y le dio la oportunidad tras haber realizado unas prácticas con la compañía durante un tiempo.

“Me dieron labores puntuales, como escribir propuestas de financiamiento – estas eran cosas que jamás había hecho en mi vida”, dijo Irizarry.

Pero existía la convicción de que el trabajo podía llevarse a cabo con tiempo y esfuerzo de parte de personas dedicadas.

“Juntos fuimos capaces de expandir el programa. Fuimos capaces de traer artistas desde Puerto Rico. Tuvimos una gran apertura. Pudimos conectar con la comunidad y adoptar nuevos miembros de junta, y lograr un trabajo más significativo en cosas que estaban impactando la comunidad, como el VIH/SIDA”, dijo el antiguo director.

Mientras la epidemia del SIDA seguía impactando la comunidad, el Taller se mantuvo fiel a su misión y creó nuevas rutas creativas para apoyar realmente a la comunidad en sus necesidades.

En un giro de amplitud, el grupo se volcó a la apertura del programa artístico, en búsqueda de apoyo hacia el sector científico y social cercano a la enfermedad.

“Aprendimos cómo colaborar y utilizar realmente los recursos que teníamos al alcance. No éramos expertos en ciencias ni en las necesidades sociales de los pacientes con SIDA. Nosotros aportamos un elemento de experiencia artística y estrategia”, dijo Irizarry.

Pero antes de apoyar a la comunidad a través de programas, Irizarry compartió que era importante para él y para los otros el construir el Taller a través de los esfuerzos comunitarios que involucraran a la comunidad antes de siquiera empezar.

“Abrimos un segundo espacio en Huntington, y cuando lo hicimos fuimos de puerta en puerta explicándole a la gente quiénes éramos y lo que estábamos haciendo. Que el Taller estaba abriendo y que tendríamos un estudio abierto allí, teatro y clases de danza y arte”.

Y fue a través de ese trabajo y de la conexión con la comunidad que el Taller fue capaz de trabajar y de crear algo realmente único para la comunidad.

“Cuando abrimos en el espacio a medio renovar, era allí donde se impartían clases, era un sótano y a veces hasta dictábamos cursos de guitarra los sábados en mi oficina. Utilizamos el espacio de manera realmente creativa y creo que construimos cosas significativas a través de las cuales se sentían respectados y comprometidos”, dijo Irizarry.

Pero Irizarry les diría que el éxito del Taller fue a gracias a las alianzas de larga duración que la compañía forjó y su dedicación a seguir formando nexos.

“Construimos una alianza que no existía entonces con las organizaciones culturales afroamericanas y latinas – para entonces realmente era el Taller Puertorriqueño ad umma. Jessie Bermúdez debe ser mencionado cuando hablamos de ese período del Taller porque el ni siquiera tenía un espacio para Pamerla”, comentó el antiguo director ejecutivo.

Así pues, el Taller construyó su nombre y ha continuado atendiendo a la comunidad en el Norte de Filadelfia de maneras que nadie anticipó. “Fuimos capaces de lograr cosas que luego Carmen y la junta decían ‘¿Qué pasó? Eso era increíble’ y realmente era lo que sentían”, recordó Irizarry.

El Centro crece con la gente

Inaugurado en diciembre del 2016, el nuevo “Centro Corazón Cultura” es el resultado de 10 años de propuestas subsidiarias, aplicaciones a financiamiento y casi 100.000 dólares en donaciones de la comunidad. Carmen Febo San Miguel declaró que fue el resultado de mucho trabajo y esfuerzo continuado de cada persona que ha puesto una mano en sustentar el Taller durante los años. “Sé que recibo el crédito de los resultados que hemos obtenido pero quisiera decir que es el trabajo de nuestro equipo y que mucho de ello fue suerte y estar en el lugar indicado en el momento indicado”, dijo Febo.

El momento más significativo en la historia de Taller ha sido la construcción del nuevo edificio, aún cuando han tenido varias locaciones desde su concepción.

Desde el sótano de ASPIRA, hacia el anexo de la iglesia y finalmente al edificio que Negron donó, la actual directora ejecutiva Carmen Febo San Miguel descubrió que el Taller necesitaría expandirse para servir mejor a la comunidad.

El nuevo financiamiento que permitió el terreno reciente del Taller y la expansión de los programas sucedió poco después de que fueran capaces de coordinar el apoyo de varios líderes comunitarios incluyendo la Calle Mayor y la Concejal Sánchez.

La Comisión de Planificación de la ciudad recomendó la aprobación de una ley introducida por la concejal María Quiñones-Sánchez para cambiar la zona de la propiedad del proyecto.

El proyecto costó entre 10.5 y 11 millones de dólares; un fondo inicial de 1.5 millones provino del Departamento de Comercio durante la administración Street, posteriormente recibieron 5 millones del Redevelopment Assitance Capital Program de fondos del estado, y también fueron finalistas en una donación de 300.000 dólares del ArtPlace America.

Taller ha recaudado más de 150.000 dólares de fuentes privandas para el centro cultura, que incluye compromisos con corporaciones y fundaciones. El resto provino de miembros de la comunidad y de la McClean Contribution.

El último empujón fue un esfuerzo comunitario que hizo posible el Taller, según dijo Miguel, “recaudamos cerca de 100.000 dólares de la comunidad. Creo que es un reflejo de cuán importante es el trabajo en arte y cultura con la juventud de la comunidad y cuán significante es el rol de este espacio dentro de una comunidad que ha sido obviada durante tantos años”.

Tras años de arduo trabajo, dedicación y persistencia de Carmen Febo San Miguel, el Taller Puertorriqueño fue capaz de adquirir un nuevo edificio y crear un centro cultural en una superficie que ahora cuenta con 2.3 acres en la North 5th and West Huntington.

La nueva instalación, conocida como Centro Cultural El Corazón, es un lugar para mejorar los programas educativos que ya estaban organizados, y servir como una nueva fundación para las expresiones y experiencias culturales en el corazón de la Filadelfia latina.

La firma de diseño Wallace Roberts & Todd fue fundamental en el desarrollo de planes para el nuevo edificio que incluye salas flexibles y multiusos para eventos y clases, oficinas y un espacio para la creación de nuevas empresas, un café y una tienda para ayudar a mantener el edificio y un plano de planta versátil.

Pero la directora dice que lo más importante es que el nuevo edificio representa la comunidad.

“Nosotros como comunidad hemos logrado lo que ha sucedido aquí. Como comunidad podemos sentirnos orgullosos de todo lo que se lleva a cabo aquí. Es un mensaje para que sepan que estamos aquí. Nuestra comunidad es vibrante; nuestro arte y nuestras expresiones culturales son vibrantes. Vengan a aprender, vengan a experimentarlo. Únanse a nosotros”, dijo Febo.

No todos están tan emocionados sobre el nuevo presupuesto, pues existen preocupaciones al escuchar a la comunidad. El fundador Domingo Negron ha declarado que le preocupa que el nuevo presupuesto suponga un problema para servir a la comunidad en diversas maneras.

“El Taller siempre ha crecido con la gente y a veces con grandes financiamientos tienes que seguir lo que la fuente quiere pero creo que es bueno e increíble lo que se ha logrado”, declaró.

 

Protegiendo la identidad de la comunidad

Al entrar a las instalaciones se puede ver una venta de libros y una tienda de regalos llena de banderas, libros arte y mucho más.

El mantenimiento del orgullo cultural y de la identidad en comunidades urbanas es una misión que no suele estar en las agendas educativas. Pero esta es la misión en la que creen los fundadores del Taller y sobre la cual construyeron su organización, convencidos de que con un fuerte entendimiento fundacional de la historia de la comunidad y de la identidad puertorriqueña originaria, los estudiantes estarán más preparados para enfrentar al mundo.

“Hemos comprendido lo que ha surgido de nuestro activismo y lo que se ha logrado con nuestra experiencia durante los últimos 40 años, y es que los jóvenes desarrollan una base más fuerte cuando están conectados con su herencia y con un espacio cultural”, declaró Febo.

El Taller fue creado para actuar funcionalmente como centro cultural de aprendizaje y como archivo de la comunidad. “Logramos que los jóvenes que se identifican como Puertorriqueños y que desconocían la historia del país se sientan conectados con esa herencia”, dijo la directora.Manteniendo a los jóvenes artistas comprometidos

Desde los inicios del Taller, el arte ha sido más que una actividad o una labor para jóvenes. Es una manera en la que los estudiantes se comprometen con el arte y mejora la percepción sobre sí mismos para un mejor futuro.

“Para nosotros el arte no es sólo para sí mismo, sino una herramienta, es una presencia, una expresión, una vía, un espacio para la creación y la celebración de todo este talento y esta energía creativa que luchamos tan fuertemente por desarrollar, y es por ello que es necesario este espacio, es el corazón de la comunidad”, dijo Febo.

Lo que alguna vez fue un programa que se dedicaba a lidiar con la alta tasa de abandono escolar, el Taller es ahora una alternativa para los jóvenes que podrían escoger vías más peligrosas.

“Las fuerzas que los están desviando en tantas direcciones son múltiples. Si se matriculan en actividades positivas es genial, pero desafortunadamente muchas otras actividades son negativas”, dijo Febo.

Pero es el programa creativo y la dedicación a la comunidad lo que mantiene vivo al Taller.

“Luchamos para desarrollar maneras en las cuales podemos hacerlo más atractivo y atajarlos. Una vez que son parte del programa, es más sencillo. Ellos entienden. Les llega al corazón”, dijo la directora.

 

Diseñando el futuro

Mientras el Taller ha sobrevivido como programa artístico juvenil en la comunidad del Norte de Filadelfia, con las nuevas instalaciones, el nuevo programa puede expandirse mucho más para atender a estudiantes en cada etapa de su desarrollo.

Siendo actualmente un programa K-12, la Directora Ejecutiva Carmen Febo San Miguel dice que espera subir el programa a un novel más comprensivo, bien sea dotándolo de una programación Pre-K durante el año o logrando una estructura K-16 para quienquiera que lo necesite.

“Estamos buscando desarrollar un programa educativo a largo plazo. Bien sea un programa extra curricular o un pre-K, no estamos seguros”, declaró Febo.

Carmen Febo también recalcó que este tipo de programación expande el impacto del Taller y las oportunidades educativas para la comunidad.

No sólo provee educación, sino también funciona como una manera de construir un espacio que pueda ser reconocido como la vía para la expresión artística de calidad para puertorriqueños y latinos en Filadelfia.

“Queremos que el Taller sea un instrumento de cambio en la percepción de esta comunidad como la tierra mala”. n

 
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