Artistas fuera del marco: ¿Cuánto darías por construir un mundo más libre?
Hasta el próximo enero, el Museo Judío de Nueva York acoge una exposición con obras de autores latinx y de todo el mundo que luchan contra la intolerancia.
El Museo Judío de Nueva York presenta la exposición “We Fight to Built a Free World” en la que el artista y curador Jonathan Horowitz compila hasta ochenta voces, algunas de ellas importantes latinxs, para debatir con el espectador sobre el auge del autoritarismo o las nuevas modalidades de xenofobia y antisemitismo. Todo ello accesible para los neoyorquinos y neoyorquinas teóricamente hasta finales de enero.
Originalmente proyectada en mayo, fue pospuesta por la crisis del COVID-19, una paralización del mundo cultural similar a la que viven en España que seguro cobrará muchas víctimas pauperizadas. En un momento en el que el debate sobre el supremacismo y las fronteras palpita nervioso en las calles, este tipo de reflexiones parece más urgente que nunca, por ello hasta puede consultarse gratuitamente el catálogo digital de la exposición.
Concebida por Jonatham Horowitz, artista que ha dedicado mucho tiempo y atención a las instalaciones sonoras y el found footage, a partir de la homónima pintura de Ben Shahn en 1942 como propaganda bélica. En esta instalación pretendía abordar el problema del antisemitismo. Pronto, mediante la acumulación de variadas voces, se extendió la reflexión a las distintas clases de racismo, la brutalidad policial o el supremacismo internacional.
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La exposición incluye testimonios e intervenciones de artistas tan diversos como Rico Gatson, Glenn Ligon o la escultora paquistaní Huma Bhabha. Destacan también las voces latinas como las de Guadalupe Maravilla, un escultor y performer nacido en San Salvador, o la del mexicano Luis Jiménez.
La más conocida de las colaboradoras latinas es sin duda Tania Bruguera, la famosa artista cubana, perseguida y aprisionada en varias ocasiones por sus críticas al régimen castrista y la política estadounidense. Esta activista, descendiente simbólica de Ana Mendieta, cuyas obras y perfomances han aparecido en el MoMA de Nueva York o el Tate Modern de Londres, ha abordado de forma exhaustiva durante los últimos años la inmigración y las fronteras, uno de los importantes temas en los que acaba recayendo la exposición a la hora de enfrontar las modalidades de racismo.
Las fronteras en todas sus excepciones posibles, las geográficas pero también las corporales, son pues el chivo expiatorio de los grandes gobiernos, ya sea con la promesa del muro con la que Trump hizo campaña o el increíble drama y masacre que supone la crisis europea de refugiados. También latía esa dinámica en el problema de las filtraciones de Julian Assange o en el conflicto por la información con la red social Tik Tok, todo ello variables de una misma obsesión por insertar barreras y taxonomías que el arte, en sus distintas modalidades, se encarga de luego de desdibujar.
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