Op-ed: ¿Cree en el karma George Bush Jr.?
El expresidente acaba de publicar Out of Many, One: Portraits of America’s Immigrants, su tercer libro de retratos. ¿Puede el arte redimirlo?
El primer cuadro que pintó George Bush Jr. al dejar su cargo como presidente en 2009 fue un cubo que “no era exactamente cuadrado”, le dijo a Dana Perino de Fox News.
Había estado leyendo el libro Painting as pastime que escribió el primer ministro británico Winston Churchill sobre su pasión por la pintura y se dijo, muy en la jerga texana: “Si ese viejo pudo pintar, yo también”.
Luego se bajó una app en su Ipad para dibujar figuras de palo, explicó su esposa, Laura, y cuando estaba de viaje se dibujaba en un podio dando discursos. Así fue cómo empezó a pensar que podría convertirse en pintor.
Toma clases, lee libros sobre historia del arte y estudia la técnica de los grandes maestros, en tanto de una forma cada vez menos discreta intenta azuzar el debate político, dice que para ayudar a “curar” al país -de unas heridas en las que él tiene su parte de responsabilidad histórica. ¿Será que cree también en la ley del karma?
Tras retratar a líderes mundiales y más tarde a veteranos de guerra, el tercer libro de pinturas y viñetas de Bush, Out of Many, One: Portraits of America’s Immigrants, recoge 43 retratos de inmigrantes y sus inspiradoras historias. Aunque la mayoría de ellos, escribió Sarah Jones en un artículo afilado como un cuchillo para el NY Magazine, son “conocidos, ricos o establecidos de alguna manera, como si el sueño americano requiriera un MBA”.
Jones pone como ejemplo a uno de sus “musos”, el exsecretario de Estado Henry Kissinger, quien a pesar de ser Nobel de la Paz por el famoso Acuerdo de París de 1973 que firmó Estados Unidos con los autoridades vietnamitas zanjando una guerra larguísima y sangrienta, se vio envuelto en los bombarderos de Laos y Camboya por los que murieron centenares de miles de civiles.
“La amnesia -escribió Sarah Jones- es tan beneficiosa para Bush como para Kissinger”.
Las ofensivas del gobierno de George Bush en Irak y Afganistán tras los atentados del 11-S y su campaña de “guerra contra el terror” y “eje del mal” fueron también un coladero de muertes con cuyo legado continuaron otros.
Guantánamo sigue aún en pie y la retirada completa de tropas de Afganistán no se hará efectiva hasta el próximo 11 de septiembre, según anunció el presidente Biden. Aunque para Bush sea un error, como expresó en una entrevista con la NBC, donde se lamentaba por el destino de las pobres niñas y mujeres en manos de los talibanes.
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Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con el arte? ¿Y con la inmigración?
Desde que Joe Biden llegó a la Casa Blanca se apresuró a cumplir sus promesas de campaña para revertir los desastrosos efectos de la política migratoria de Trump, enfrentándose tanto a los republicanos que lo acusan de empujar al país a una crisis migratoria sin precedentes y a su propio partido, que califica sus medidas de insuficientes.
Mientras a Biden muchos lo consideran hoy el “presidente de los migrantes”, Bush se le ha unido inesperadamente aprovechando la publicación de su libro de pintura -¿o fue al revés? ¿surgieron las pinturas para entrar en el debate?- y ha sacudido los cimientos del Partido Republicano.
Si bien este discurso no es nuevo para Bush. En 2019 y a pesar de lo poco combativo que fue con Trump de manera directa y frontal, ya dijo que “en medio de todas las complicaciones de la política, no olvidemos nunca que la inmigración es una bendición y una fuerza”.
Sus pinceles y su aperturismo son vistos por muchos analistas en el país como una forma de restaurar su imagen y borrar su legado político hasta el momento relacionado tanto con la invasión de Irak como con la amenaza terrorista. ¿Es la inmigración una salida para dejar de proyectarse al mundo como un villano?, se preguntan.
Gilles Deleuze dijo una vez: “El arte es lo que resiste: resiste a la muerte, a la servidumbre, a la infamia, a la vergüenza”.
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