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Imagen: Getty Images.
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COVID-19 llega a Venezuela, ¿qué implica para la diplomacia de la región?

Aunque unos días más tarde, finalmente el COVID-19 ha llegado a Venezuela, ¿qué otros impactos tendrá?

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Luego de dos semanas y media viendo cómo el mapa de América del Sur se llenaba poco a poco de puntos rojos, como si de una partida de Risk se tratara, finalmente el gobierno venezolano anunció la llegada del COVID–19 a su país. Así las cosas, los únicos territorios que no registran aún casos son la Guyana, Surinam y Uruguay.

Es incierto si a penas ahora llegó el virus a Venezuela, si hasta ahora la epidemia había sido cubierta con un manto de silencio o si simplemente el país no había podido recabar datos sobre el asunto. En todo caso, vale la pena preguntarse qué tan grande será la capacidad de reacción de un país con un sistema de salud ya devastado por la pauperización de la economía y que a penas en enero de 2020 logró poner bajo control una epidemia de sarampión que duró dos años.

Según las declaraciones del gobierno venezolano en Twitter, los dos casos, identificados en el estado de Miranda, vecino a Caracas, ya fueron aislados y se está trabajando en identificar los posibles contagios directos e indirectos. Igualmente, anunciaron la toma de medidas de seguridad sanitaria.

Sin embargo, más allá de las delicadas consideraciones epidemiológicas que esto pueda tener, vale la pena pensar en otro tipo de consecuencias que el COVID-19 pueda tener para la región.

Por una parte, el golpe económico que está recibiendo América Latina producto de la contracción global de los mercados es considerable, en particular teniendo en cuenta que la economía de la mayoría de nuestros países está fuertemente sustentada en la venta de materias primas.

Por otra, es posible que esta nueva coyuntura contribuya a reestablecer las relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela.

¿Se reestablecerán las relaciones diplomáticas?

En enero de este año vimos iniciarse un nuevo capítulo de la diplomacia del absurdo entre Colombia y Venezuela con la captura en Venezuela de la excongresista colombiana Aida Merlano. Merlano estaba prófuga de una condena que purgaba en Colombia por delitos de corrupción al sufragante agravado y fabricación, tráfico o porte ilegal de armas de fuego. Al ser capturada, el presidente colombiano, Iván Duque, dijo inicialmente que tramitarían su deportación con “el gobierno legítimo de Juan Guaidó”, pero ante la ineludible realidad de que Guaidó no tiene ninguna gobernabilidad, empezaron la abrirse vasos comunicantes entre una nación y la otra.

Las confesiones que Aida Merlano ofreció a las autoridades venezolanas han sacudido el escenario político colombiano hasta el punto en que al presidente Duque se ha abierto un proceso de investigación ante la Comisión de Acusación e Investigación de la Cámara de Represetantes colombiana por la posible compra de dos millones de votos con dinero del narcotráfico durante la segunda vuelta de su campaña presidencial.

Ahora, ante la llegada de los dos primeros casos de COVID–19 a Venezuela y los 13 que ya hay en Colombia, Nicolás Maduro ha pedido a Iván Duque implementar mecanismos para proteger la frontera de la propagación del virus.

La expansión de una pandemia nunca es una buena noticia pero, al menos, existe la posibilidad de que esta coyuntura sirva para cambiar más cosas que nuestros hábitos de higiene y encuentro con otras personas.