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La escritora ecuatoriana Mónica Ojeda, seleccionada entre los 39 mejores escritores latinoamericanos menores de 40 años, acaba de publicar una novela sobre el despertar de la adolescencia.  En la foto, durante la presentación del libro en la Librería Laie de Barcelona. Foto: Andrea Rodés
La escritora ecuatoriana Mónica Ojeda, seleccionada entre los 39 mejores escritores latinoamericanos menores de 40 años, acaba de publicar una novela sobre el despertar de la adolescencia.  En la foto, durante la presentación del libro en la Librería…

Una adolescencia de terror

La escritora ecuatoriana Mónica Ojeda, considerada una de las jóvenes voces literarias más prometedoras de América Latina, explora en su nueva novela la…

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¿Alguna vez oyó hablar de las “creepypastas”?

Si no es el caso, no se asuste todavía, querido lector. No es que haya envejecido de repente o se haya quedado desfasado de la actualidad. A muchos millennials, la palabra “creepypastas” también les suena a chino. Pero, queda avisado: cuando hoy acuda a internet para descubrir lo que son, puede que se asuste de verdad.

Las “creepypastas” son historias cortas de terror recogidas y compartidas a través de internet, algo así como leyendas urbanas, muchas veces en forma de imágenes, videos o videojuegos, que fascinan a miles de adolescentes en todo el mundo: desde Filadelfia a Barcelona, pasando por Guayaquil, Ecuador, escenario de la última novela de Mónica Ojeda, considerada una de las escritoras latinoamericanas más prometedoras del momento.

Quise hacer una novela para abordar el tema del miedo como una emoción humana primordial. El miedo, como el amor, puede empujarnos a hacer cosas potentes, pero también nos puede paralizar”, explicó la joven escritora ecuatoriana durante la presentación de la novela, titulada Mandíbula, en Barcelona, ciudad donde reside desde que mudó para hacer un máster en Creación Literaria.

Mandíbula empieza con la historia de un extraño secuestro de una alumna por parte de una profesora en un internado femenino del Opus Dei en Guayaquil, Ecuador. A medida que va desenlazando la trama del secuestro, la autora explora el universo de un grupo de compañeras de clase que tienen en común estar obsesionadas con las películas de terror y las “creepypastas”. Una obsesión que la autora interpreta como una metáfora del despertar de la adolescencia y que encaja muy bien en el ambiente “opresor” que se vive dentro de una escuela católica del Opus Dei. “La obsesión por el terror es una metáfora del despertar del cuerpo, la sexualidad, “de descubrir que somos vulnerables, de que tenemos miedo a ser rechazados por un ser querido”, explicó Ojeda.

Además, en Mandíbula todos los protagonistas del libro son mujeres. “Eso me permitía poder explorar relaciones como la de profesora-alumna, madre-hija, mejor amiga con mejor amiga… son relaciones pasionales que pueden devenir en violencia”, añadió la autora, nacida en Guayaquil en 1988.

Los paisajes tropicales – manglares, serpientes que aparecen en la carretera cuando llueve –delatan que la novela transcurre en Ecuador o en algún país latinoamericano, pero más allá del paisaje y la forma de expresarse de los personajes, “podría tratarse de alumnas de una escuela de Opus Dei en cualquier parte del mundo. Sentimientos como el miedo y las relaciones pasionales son comunes en cualquier ser humano”, dijo.

Con otras dos novelas publicadas, La desfiguración Silva,  Premio ALBA Narrativa 2014, y Nefando (2015), Ojeda fue incluida el año pasado en la lista Bogotá 39-2017, una selección de los 39 mejores escritores de ficción de América Latina menores de 40 años.

Huyendo de la prosa convencional, Ojeda recurre al estilo experimental, mezclando poesía con narrativa y el ensayo a diferentes voces – buscando siempre “dejarse llevar por la potencia de algo que me remueve dentro”, dijo. En este caso, la novela le ayudó a comprender mejor la relación con su madre. ¿Encuentra en la escritura un efecto terapéutico? “En mi caso, escribir me ayuda a ser consciente de aspectos de mi misma, pero eso no quiere decir que me sane”, concluyó.