LIVE STREAMING
El escritor y diplomático chileno perteneció al boom latinoamericano. Photo: Wikipedia
En 1971 llegó a La Habana con la importante misión de reanudar las relaciones diplomáticas entre Cuba y Chile. La experiencia quedó recogida en "Persona Non Grata", su libro de mayor éxito.

¿Quién fue Jorge Edwards?

Reconocido como una de las voces más importantes de la literatura chilena del siglo XX, Jorge Edwards falleció en Madrid, España, a los 91 años de edad..

MÁS EN ESTA SECCIÓN

100 años de Truman Capote

Cultura hispana literatura

10 Autores Hispanos

La luna fue volcánica

Un nuevo futuro en la luna.

110 años de Cortázar

Pedro & Daniel

COMPARTA ESTE CONTENIDO:

El pasado 17 de marzo fallecía en Madrid Jorge Edwards Valdés (Santiago de Chile, 1931) una de las principales voces literarias de Chile y  América Latina del siglo pasado.

Escritor, crítico literario, periodista y diplomático, Edwards estudió Derecho en su país y luego un posgrado en Ciencias Políticas en la Universidad de Princeton, Estados Unidos. En 1962 fue nombrado secretario de la Embajada de Chile en París, su primer cargo diplomático importante. Fue durante su etapa en París que el reconocido escritor, galardonado con el  Premio Nacional de Literatura de Chile 1994 y el Premio Cervantes 1999, entabló amistad con Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y Julio Cortázar, lo que terminó asociando su nombre al llamado boom latinoamericano

En 1971 llegó a La Habana con la importante misión de reanudar las relaciones diplomáticas entre Cuba y Chile, donde recién había asumido Salvador Allende. Tras tres meses debió partir, prácticamente expulsado por el régimen castrista. La experiencia quedó registrada en ‘Persona Non Grata’, su libro más exitoso y el que mayores dolores de cabeza le ha causado, desde amenazas físicas hasta acusaciones como la de Ariel Dorfman que lo tachó de «agente de la CIA».

A su regreso de Cuba, Edwards fue enviado de nuevo como secretario de embajada a París, donde entabló amistad con el poeta Pablo Neruda. Sin embargo, tras el golpe de Estado con Augusto Pinochet, se exilió en Barcelona, donde terminó trabajando en la editorial Seix Barral, y dedicándose exclusivamente a la escritura y al periodismo.

Edwards volvió en 1978 a Santiago de Chile, donde fue uno de los fundadores y, posteriormente, presidente del Comité de Defensa de la Libertad de Expresión. 

Enntre 1994 y 1997 fue embajador ante la Unesco en París, ciudad a la que regresaría luego como embajador del gobierno de Sebastián Piñera en 2010.

​Uno de sus últimos libros publicados es ‘Los esclavos de la consigna’, un relato autobiográfico tanto irónico como entrañable de lo que fue su vida hacia mediados del siglo XX, mostrando de paso un Chile que con la perspectiva de los años le resulta más libre, creativo y comunitario que el de hoy, pero también más cándido, lleno de convicciones ilusas, de esclavos de la consigna. 

Edwards narra el tiempo en que se formó y consolidó como escritor y como integrante de una escena cultural por/en la que circulaban, entre otros, Pablo Neruda, Nicanor Parra, Enrique Lihn, Luis Oyarzún, Stella Díaz Varín, Alejandro Jodorowsky y José Donoso.

Precisamente en 1990 publicó ‘Adiós, poeta’ , en el que relata la entrañable relación de amistad entre él  y Pablo Neruda. Páginas en las que la vida cotidiana se mezcla con el pensamiento intelectual, y la anécdota biográfica se cruza con los cimientos de la obra literaria.

Entre sus novelas más conocidas destaca “El inútil de la familia” (2004) una historia familiar inspirada en un pariente cercano del autor que nadie nombraba, un fantasma, un marginal, un maldito de su época, Joaquín Edwards Bello, su tío. Joaquín había obtenido el Premio Nacional de Literatura en 1943, pero su vida accidentada, aventurera, de jugador empedernido, su inconformismo, su abierta y en aquellos años escandalosa rebeldía social, ya lo habían convertido en una leyenda viviente. 

El sobrino siguió con fascinación, con pasión, con asombro, la historia del primo hermano de su padre y bisnieto de Andrés Bello, el gran fundador de las instituciones republicanas. Joaquín, el tío Joaquín, había conocido los palacetes de América y Europa, pero pronto descendió al fondo de la noche: a las callejuelas y tabernas de mala muerte, a los prostíbulos, a los garitos clandestinos. Vivió una vida accidentada entre Madrid, París, Valparaíso y Santiago. El inútil de la familia es una ficción que parte siempre de la memoria, pública o privada, y que nos pasea sin concesiones, con incesante humor, desde las postrimerías modernistas del siglo XIX hasta estos primeros y endiablados años del XXI.