Venezuela: regresa el imperialismo
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El hecho de que alguien lleno de prejuicios, corrupto, mentiroso e ignorante tenga el poder de tomar decisiones de vida o muerte para millones de personas en todo el mundo, no solo es peligroso sino indecente.
Desafortunadamente, con la presidencia de Donald Trump, esa no es solo la realidad en los Estados Unidos, donde, después de todo, fue elegido, sino también en otras regiones que no tuvieron nada que ver con su ascensión al poder y sobre las cuales no sabe absolutamente nada.
El lunes, uno de sus secuaces, el belicoso asesor de seguridad nacional, John Bolton, un extremista cuya idea de la diplomacia es someter a otros países matándolos de hambre, conspirando para desestabilizarlos o incluso bombardeándolos hasta borrarlos de la faz de la Tierra, anunció nuevas sanciones contra Venezuela, la última amenaza de seguridad nacional inventada por Washington.
En una reunión con la prensa en la Casa Blanca, Bolton y el secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, desempolvaron el lenguaje del imperialismo y anunciaron nuevas sanciones que afectarían a PDVSA, la empresa petrolera estatal de Venezuela para “presionar más” al presidente electo del país sudamericano, Nicolás Maduro. Pero Bolton no se detuvo en las medidas económicas, sino que además amenazó con invadir Venezuela.
“El presidente ha dejado en claro que todas las opciones están sobre la mesa”, dijo. Habría que preguntarse quién demonios se creen esta gente que son.
A estas alturas, todo el mundo sabe que la semana pasada Trump prácticamente designó a un segundo “presidente”, alguien dispuesto a ser cómplice de sus planes de hacerse cargo de las reservas de petróleo de Venezuela, las más grandes del mundo. Su nombre es Juan Guaidó, un político de la oposición que, por supuesto, nadie eligió. Sin embargo, Trump y sus secuaces, siguiendo la guía del resbaladizo Marco Rubio, declararon la presidencia de Maduro como “ilegítima” y exigieron un cambio de régimen.
Maduro acusó a los EE. UU. de diseñar un “golpe de estado” y librar una “guerra económica” contra él, su gobierno y el pueblo de Venezuela, algo que Bolton y Rubio han admitido de manera insolente.
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Es decir, olvídese del cuento de que los Estados Unidos y sus satélites latinoamericanos están preocupados por la “democracia” en Venezuela y por “un dictador” que fue “elegido en elecciones amañadas”, etc. A la administración de Trump no le importan los venezolanos, solo le importa explotar sus reservas de petróleo.
“Hará una gran diferencia económica para los Estados Unidos si pudiéramos hacer que las compañías petroleras estadounidenses inviertan y produzcan las capacidades petroleras en Venezuela”, le dijo Bolton, rebosante de arrogancia imperial, a Trish Regan, presentadora de Fox Business. Estados Unidos tiene “mucho en juego” en el país sudamericano, dijo, refiriéndose al petróleo de esa nación y al beneficio económico que derrocar a Maduro y la Revolución Bolivariana significaría para los Estados Unidos.
Rubio, quien se ha convertido en el asesor de Trump pata América Latina, también admitió que lo que realmente les importa es el petróleo, no la democracia o el bienestar de los venezolanos.
“Los mayores compradores de petróleo venezolano son @ValeroEnergy & @Chevron. La refinería de crudo pesado de #Venezuela respalda grandes empleos en la costa del Golfo”, escribió Rubio la semana pasada. “Por el bien de estos trabajadores estadounidenses, espero que comiencen a trabajar con la administración del Presidente Guaido y que eliminen el régimen ilegítimo de Maduro”.
Es doloroso ver cuán ciegos y traicioneros son algunos presidentes latinoamericanos que, siguiendo los planes imperiales de Trump, están relegando a sus países nuevamente al triste papel de “patio trasero” de los Estados Unidos.
Sin embargo, nada se compara con el comportamiento repugnante y abyecto de Sebastián Piñera, el presidente de Chile, y uno de los cómplices de Trump en América del Sur. Tal vez Piñera, un político de derecha, olvidó que el presidente elegido democráticamente, Salvador Allende, fue depuesto y asesinado en 1973 en un golpe de estado liderado por Gral. Augusto Pinochet, quien impondría una brutal dictadura de 17 años en Chile con el apoyo entusiasta del presidente Richard Nixon y el secretario de estado Henry Kissinger.
No importa lo que usted piense sobre Maduro, hay algo que está muy claro acerca de la situación en el país sudamericano: el gobierno de los Estados Unidos, muy lejos él mismo de ser ejemplo de virtud democrática, no tiene derecho a imponer gobiernos en Venezuela por ningún motivo.
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