Un momento de gracias, y un año nuevo de la Iglesia
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Este jueves (26 de noviembre) celebramos una maravillosa fiesta de Acción de Gracias y el domingo, el comienzo de Adviento y un año nuevo de la Iglesia. Es un buen momento para hacer una pausa y reflexionar.
Hace tres años, cuando la Santa Sede nos pidió acoger el Encuentro Mundial de las familias, la Iglesia en Filadelfia se enfrentaba a problemas financieros y a otros problemas serios que debían de haber asegurado un fracaso. Lo que sucedió en su lugar fue el evento de coronación de la visita del Santo Padre a Estados Unidos; el congreso familiar más exitoso en la historia del Encuentro Mundial de las Familias; y una ciudad que acogió al papa Francisco con aproximadamente 1 millón de voces entusiastas de todas partes del mundo.
El Encuentro Mundial de las familias 2015 fue un momento de gracia para todos nosotros en Filadelfia. La razón por la que tuvo éxito, a pesar de las muchas dificultades que enfrentamos, fue ustedes —los sacerdotes, diáconos, religiosos y personas de nuestra Iglesia local— acompañados de muchas otras personas y líderes públicos de buena voluntad.
Hay una lección en esto a medida que vamos que avanzamos. Dios nos puede invitar a hacer grandes cosas, pero las manos con las que cuenta para lograrlas pertenecen a cristianos ordinarios movidos por un amor extraordinario. Cada oración, cada acto de ayuda material y cada sacrificio que ustedes hicieron para ayudar al Encuentro Mundial de las Familias a tener éxito hizo la diferencia —incluyendo las dificultades de aquellos que intentaron durante muchas horas asistir a la clausura de la misa papal, pero no pudieron hacerlo debido a la rigurosa seguridad. Dios los bendecirá con exactamente la misma gracia como a cualquier otra persona en el Parkway ese día.
El Adviento es un tiempo de preparación para el nacimiento de Jesucristo. Cada Navidad nos recuerda que Dios tanto amó al mundo que envió a su único Hijo a nacer como uno de nosotros, con el fin de redimir y renovar la creación. Este Adviento tenemos las semillas de un nuevo espíritu de vida en nuestra Iglesia, gracias al Encuentro Mundial de las Familias. Ahora nos corresponde a nosotros cuidar esas semillas para que renazcan en un testimonio de discipulado católico y en todas nuestras parroquias en los próximos años.
Gracias de todo corazón por hacer el Encuentro Mundial de las Familias un éxito contra viento y marea; un éxito que dará forma a muchas vidas y será recordado por muchos años. Que Dios los bendiga a ustedes, sus comunidades parroquiales y sus familias, durante esta Acción de Gracias, en los próximos días de Adviento y siempre.
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