Tuiteando un títere al poder en Venezuela
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Según informa Jonathan Swan en Axios, cuando el presidente Trump le preguntó hace dos semanas qué pensaba acerca de usar la fuerza militar para derrocar al presidente de Venezuela Nicolás Maduro, Graham respondió: “Necesita ir despacio en eso, eso podría ser problemático”.
“Problemático”. No criminal, no asesino, no ilegal, no malvado, no estúpido: “Problemático”.
Es decir, si miles de personas, tanto venezolanos como estadounidenses, son asesinadas en un intento criminal por apoderarse de la reserva petrolera de la nación sudamericana, la más grande del mundo, eso no es una preocupación. La preocupación para la élite del poder de los Estados Unidos es que invadir un país soberano, derramar la sangre de su gente y de los soldados de los Estados Unidos, burlarse del principio de no intervención e imponer por la fuerza a un presidente títere designado por Washington “podría ser problemático”.
“Trump es más duro que yo con respecto a Venezuela”, agregó Graham de manera casual.
Bueno, no, no es tan simple como que un grupo de ancianos arrogantes con complejo de “amos del universo” y una vergonzosa trayectoria de quebrantar las leyes y apoyar dictadores decidan provocar un baño de sangre en otro país con una hipócrita invasión en nombre de la democracia. Las consecuencias de tal acción seguramente serán terribles e impredecibles para Venezuela y para toda América Latina.
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“Estamos lidiando con un asunto muy serio, con personas muy serias, con consecuencias muy serias, y debemos hacerlo, independientemente de lo que pensemos del gobierno [del presidente Nicolás Maduro], tenemos que detener la intervención de los EE. UU. en los asuntos de una nación soberana”, afirmó en el sitio web Shadow Proof, Roberto Alvarenga Lovato, periodista y académico salvadoreño-estadounidense. “No hay un estatuto internacional que diga que simplemente puedes tuitear a un tipo como Juan Guaidó al poder y luego hacer que algunos de tus amigos internacionales digan, oh, sí, él no fue electo, pero es el presidente. Ese es un precedente extremadamente peligroso no solo para Venezuela sino también para el mundo”.
Sin embargo, solo con echar un vistazo a Elliott Abrams, la persona que Trump eligió para “restaurar la democracia en Venezuela”, está claro que botas militares extranjeras pronto podrían hollar el suelo de la nación sudamericana.
Lovato sabe de qué está hablando cuando llama a Abrams “una de las personas más siniestras de la historia diplomática moderna de los Estados Unidos”. Inevitablemente, su nombramiento plantea una pregunta: ¿Se puede “restaurar” la democracia desde el cañón del arma de un asesino? No es ningún secreto que Abrams tiene la reputación de ser uno de los responsables del asesinato de 250,000 inocentes en Guatemala, miles más en Nicaragua y otros 80,000 en El Salvador mientras desempeñaba diversos cargos en el Departamento de Estado durante los gobiernos de Ronald Reagan y George W. Bush. También es famoso por haber sido condenado por mentirle al Congreso sobre el infame caso Irán-Contra. Más tarde fue indultado por otro presidente funesto, George H.W. Bush.
Sí, el imperialismo ha vuelto a quitarse la careta, apoyado vergonzosamente por presidentes latinoamericanos que se postran a los pies de Trump, pero son enemigos brutales de sus propios pueblos, tales como el colombiano Iván Duque, el argentino Mauricio Macri y el fascista brasileño Jair Bolsonaro.
No, el plan de Trump y sus secuaces de invadir Venezuela debe ser detenido. No importa lo que usted piense sobre Maduro, los EE. UU. no tienen derecho a decidir quién gobierna a Venezuela. Y Trump no tiene derecho a tuitear al poder ni a Juan Guaidó ni a nadie más.
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