A todos los directores generales de Filadelfia | OP-ED
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Hoy parece como si estuviéramos en el 2002, cuando se nos ocurrió por primera vez una idea sencilla, que —como todas las que han producido realidades tangibles a lo largo de la evolución de AL DÍA— fue posible gracias a la determinación y la disciplina.
Esa sencilla idea consistía en traer al centro de Filadelfia a los miles de miembros de la comunidad hispana, entonces aislados en nuestros barrios, para que conocieran a los grandes empresarios de nuestra ciudad en el Pennsylvania Convention Center, en el corazón de Center City.
A lo largo de 20 años, la ciudad ha progresado de manera notoria: hoy, en el 2023, la comunidad hispana es casi una cuarta parte de la población de la ciudad. Era el 6,8 % cuando fundamos AL DÍA, en 1994.
Por influencia de los nuevos residentes, la población de esta ciudad se ha convertido en una de las más diversas del país. Se logró gracias a los inmigrantes procedentes de los estados vecinos, de América Central y del Sur, y también de todo el mundo.
Ya no hay un solo grupo racial mayoritario en Filadelfia, como constató el Censo de Estados Unidos en el 2020.
En su tercer siglo de existencia, la ciudad de Filadelfia es un maravilloso mosaico de todas las razas y etnias, criaturas de Dios que llegaron aquí desde los diversos puntos de nuestro planeta.
Ahora, se congregan aquí para hacer de nuestra ciudad un centro de mano de obra diversa, en volúmenes que Filadelfia no había visto en los últimos 341 años de su existencia, y de los que hoy no es consciente o no ha sabido aprovechar con plenitud.
Mientras nos preparamos para el aniversario 250 de la Declaración de Independencia, en el 2026, recordamos nuestros humildes orígenes e imaginamos nuestro destino común. Podemos decir que vemos la tierra prometida desde aquí, la atalaya del 2023.
Es una tierra en la que todas las razas y etnias, plenamente incluidas, y trabajando juntas, pueden cumplir la promesa que nos transmitieron nuestros padres fundadores de unirnos a todos, el Pluribus Unum (‘de muchos, uno’, en latín) de nuestro Gran Sello nacional, e impulsar a nuestra querida ciudad hacia el siglo XXI, para producir el milagro de un verdadero Renacimiento de Filadelfia.
Solo hay un obstáculo que todos debemos reconocer honestamente y gritar en voz alta pero sincera: nuestra ciudad sigue siendo una de las más segregadas del país en todos sus barrios. A lo largo de los muros invisibles de la división racial, la nueva y diversa mano de obra de nuestros nuevos residentes aún no está incluida proporcionalmente en las nóminas de nuestras principales corporaciones, instituciones públicas y oficinas gubernamentales.
Hace 20 años, AL DÍA se atrevió a imaginar un modesto encuentro que expusiera a los principales empleadores de nuestra ciudad al segmento hispano, el de mayor crecimiento en los últimos 30 años.
Hoy tenemos que atrevernos con algo más audaz: acercar a todos los demás habitantes de esta ciudad diversa —por eso la llamamos “AL DIA DiverseCity Career Fair”— a los empleos mejor remunerado.
Y de paso, darle a Filadelfia la oportunidad de convertirse en un centro urbano moderno y próspero en la Costa Este de nuestra nación. Un mejor lugar para vivir y formar una familia que Boston o Baltimore, más asequible y mejor organizado que Nueva York, con una historia más rica y noble que la de Washington D.C. y un destino permanente para turistas de todo el mundo. Y, eventualmente, residentes temporales que decidan prolongar su estancia aquí, como fue el caso de mi ya fallecida esposa y el mío.
Para lograrlo, necesitamos primero que los hijos de quienes ayer fueron inmigrantes de primera generación, pero hoy son los nuevos y prometedores estadounidenses, nacidos, criados y educados aquí, contribuyan al tejido económico y cultural de la ciudad. Necesitamos la participación de todos para dar este paso adelante, tan audaz como sencillo.
Todos los consejeros delegados de esta ciudad y los altos ejecutivos de nuestro gobierno municipal y estatal tienen que asumir un compromiso: el cumplimiento de su responsabilidad como máximos dirigentes de sus organizaciones. Ello, a la larga, beneficiará a estas corporaciones y a esos gobiernos, al dotarles de mayor competencia, a medida que incorporen a sus filas a los nuevos y diversos residentes de Filadelfia, que reflejan el nuevo mercado y la nueva sociedad a la que tienen el mandato de servir.
Ya no se trata de igualdad de oportunidades en el empleo o de la política de equidad e inclusión delegada en un oficial de diversidad de rango inferior. Es una necesidad urgente de nuestro tiempo, una emergencia y una crisis real.
Ya no se trata de igualdad de oportunidades en el empleo o de la política de equidad e inclusión delegada en un oficial de diversidad de rango inferior. Es una necesidad urgente de nuestro tiempo, una emergencia y una crisis real. Pero, como todas las crisis, es una oportunidad única en el siglo en manos de líderes ilustrados y creativos. Los auténticos directores generales no pueden rehuir este deber esencial del alto cargo que se les ha confiado, ya que pocos de ellos, para su crédito, están empezando a hacerlo.
La carrera por la competitividad en el siglo XXI está en marcha y no podemos permitirnos desaprovechar nuestros mejores recursos: la diversidad de nuestra gente. Tenemos que llevarla a las oficinas ejecutivas intermedias y superiores, a la c-suite y, en última instancia, a la sala de juntas.
¿Será posible que algún día veamos una representación de la rica diversidad de Filadelfia en todos los ámbitos? ¿No sería un hermoso espectáculo? ¿Una nueva y bendita Filadelfia cosmopolita?
¿Será posible que algún día veamos una representación de la rica diversidad de Filadelfia en todos los ámbitos? ¿No sería un hermoso espectáculo? ¿Una nueva y bendita Filadelfia cosmopolita? Una ciudad que tiene el privilegio de haberse enriquecido con niños de casi todas las naciones de este continente —de América al Sur— y de casi todas las naciones del mundo.
Muchos se han rendido en el camino en este esfuerzo por traer verdadera diversidad a la fuerza laboral, pero es nuestra decisión, 20 años después, atrevernos a imaginar lo que creemos que no solo es posible, sino el destino natural de nuestra amada ciudad.
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