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‘Sweat Equity’: la deuda que nos deben algunos banqueros

‘Sweat Equity’: la deuda que nos deben algunos banqueros

En esta realidad tan frágil, el ciudadano común prefiere beber agua pura, natural o con hielo, si es posible.

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En esta realidad tan frágil, el ciudadano común prefiere beber agua pura, natural o con hielo, si es posible.

Es de público conocimiento que Thomas Jefferson murió endeudado a los 83 años, en 1825, hace casi 200 años.

Por el contrario, Benjamin Franklin vivió hasta los 84 años. En su caso, estuvo muy bien protegido por cobradores de deuda bancarios de todo tipo, por haber sido uno de
los primeros emprendedores seriales y notorio ahorrista disciplinado. Representan la dicotomía perfecta: los dos extremos en la Cena de los Padres Fundadores que todos celebraremos en dos años, en 2026, cuando se cumpla el aniversario n.° 250 de nuestra Declaración de Independencia.

En Monticello, hogar de Jefferson en el estado de Virginia, se pueden encontrar muchas de las notas manuscritas del autor de la Declaración de Independencia. En
una de ellas, no dudó en llamar a sus banqueros, y a sus métodos de cobranza, algo peor que un "ejército a pie" (según sus palabras) frente a tu puerta, como si hubiera un
pelotón de soldados básicamente disparándote al mismo tiempo. Quizás con el fin de contener o finiquitar sus activos, o sus ingresos y bienes y, en el proceso, su libertad económica, que en su caso podría haber agravado aún más sus numerosas tragedias familiares. Sabemos que enviudó joven. Debió lidiar con la muerte de su esposa y uno de sus hijos en su hogar mientras intentaba mantener a flote sus operaciones complejas. Monticello Farm fue el hogar elegido por el retirado estadista, pero también su principal sustento, el motor de su producción agrícola en su mejor momento para mantener a su familia.

El día de su fallecimiento, Thomas Jefferson fue enterrado cerca de su hogar, en su hacienda, ya que una de sus últimas instrucciones se pueden leer en su propio
testamento y en su lápida.

Thomas Jefferson heredó la hacienda que lleva su apellido de parte de su padre, pero el joven que llegó a ser el tercer presidente de los Estados Unidos llegó al final de su vida sofocado por las deudas, a tal punto que su amada hija más joven tuvo que vender la propiedad para que los familiares supérstites pudieran quitarse de encima esa pésima y devastadora gestión económica, con maniobras financieras algunas veces impredecibles, elaboradas por sus acreedores y por los abogados que confeccionaban sus circulares.

Jefferson, que registró meticulosamente todos los nacimientos y decesos de los hombres y las mujeres que vivían en las barracas de los esclavos, no era malo con los
números, pero se lo recuerda por ser mejor con las palabras.

La copia de su histórica "Declaración de Independencia", redactada en un modesto hotel ubicado en 8th Street y Market, aquí en Filadelfia, en el pequeño pueblo que era
en ese entonces la cuna de nuestra república, fue obra suya en soledad, con algunas correcciones de parte de Franklin, Madison y otros pocos de nuestros más destacados
padres fundadores."Monticello" aún existe como museo en el estado de Virginia, sobre la colina con vista al campus de la universidad del estado que el mismo Jefferson fundó y que hoy se
conoce como un centro prestigioso del conocimiento y la investigación, representada por una organización sin fines de lucro. Nuestro antiguo embajador en París la creó
primero en su mente y hoy se conservan sus bocetos en papeles sueltos en la hacienda que heredó en el estado de Virginia.

No obstante, pocos recuerdan que Jefferson, padre de tres hijos y abuelo de muchos nietos, tuvo que soportar los agravios, el sufrimiento y el dolor extremos de sus
mismísimos amigos, los caballeros de Main Street llamados "los banqueros".

Su hazaña había sido la construcción del recinto que decidió llamar "Monticello" en la cima de ese castillo pequeño ubicado en una colina desierta de su hacienda en
Virginia –según sus propios bocetos y la educación universal que adquirió en su propia biblioteca–, además de una nación nueva cuyas libertades todos gozamos.

Todo eso se concretó según sus instrucciones, y sí, gracias al arduo trabajo de sus esclavos.

Pero el primer punto a destacar (sin ignorar el segundo) es la crueldad silenciosa de esos "ejércitos a pie" vestidos de traje y ocultos detrás de miradas y sonrisas
elegantes que sobreviven hasta el día de hoy.

Un ejército real, en América o Europa, con los rostros diversos de las personas que representan democráticamente muchas de las etnias de este mundo.

Si los Americanos con ascendencia latina son los "mejores soldados"–citando a Al Pacino en "Perfume de mujer"–, también hoy son oficiales (como el General Sanchez
en la guerra contra Irak), educados como ingenieros, abogados, programadores, enfermeros, oficiales electos y designados, médicos, sin olvidar a los cirujanos cerebrovasculares y cardiovasculares en John Hopkins y U Penn, directores generales de la salud pública e investigadores del FBI.

En otras palabras, este grupo étnico específico ya posee las credenciales formales y académicas que lo jerarquizan entre nuestros hombres y mujeres de uniforme, y de
muchas otras profesiones.

Pero en lo que respecta a los banqueros, los prestamistas, solo una se encuentra al poder, la Sra. Isabel Casillas Guzman, de Small Business Administrations, en el
gabinete del presidente Joe Biden.

Nadie de este grupo étnico se encuentra entre los banqueros más importantes que testificaron ante el Senado de los Estados Unidos el verano pasado.

¿Por qué?

Cuando estuve en Manhattan, NYC, NY, EE. UU., celebrando una reunión para la fundación AL DÍA, nuestra organización sin fines de lucro, recordé otro capítulo de
nuestra historia, esta vez del siglo 19, cuando el sacerdote cubano Félix Varela y Morales trabajó y vivió allí, más específicamente en los sectores más pobres de Lower
Manhattan.

Mientras cumplía sus funciones como predicador cristiano vestido de túnica los domingos, también era trabajador social; se arremangaba y cuidaba de los pobres
inmigrantes, las viudas y los huérfanos cerca del barrio marginal "Los cinco puntos" (The 5 Points), en ese entonces compuesto por muchos irlandeses que huían de la
famosa "gran hambruna" del otro lado del Atlántico hace 200 años.

Hablaban inglés pero con un acento celta que los ponía bajo la severa mirada de las tribus "nativas"  y del movimiento "No sé nada" (Know Nothing), que se consideraban
más Americanos que los recién llegados que, según ellos, estaban "invadiendo Manhattan".

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Estos irlandeses, católicos como Varela, dos siglos atrás fueron los inmigrantes que se hicieron lugar en la sociedad Americana por fuerzas económicas y quienes, con el
tiempo, se convirtieron en nuestros vecinos.

Generaciones más tarde, se convirtieron en los nuevos líderes de nuestras ciudades, estados, del Senado de los EE. UU. y de muchas corporaciones en el país.

Finalmente, John F. Kennedy llegó a la Casa Blanca en 1960, con mucha polémica de por medio, apoyado por una coalición diversa que generó, por primera vez en
campaña nacional,  "el voto hispano".

Junto con los irlandeses escalaron a los sectores más jerárquicos de la política, muchos otros se convirtieron en banqueros y presidieron las instituciones financieras
más prestigiosas de los Estados unidos a nivel local, estatal y nacional.

El drama que vivió el ya olvidado sacerdote Varela del siglo 19 fue capturado por la obra maestra de Martin Scorsese titulada "Pandillas de Nueva York"; (Gangs of New
York), una película Americana recreada en la Gran Manzana, basada en otro clásico de la literatura del país que lleva el mismo nombre.

Su prólogo fue escrito por un escritor hispano. 

Uno que aprendió inglés y francés antes de convertirse en un "escritor argentino" de cuentos cortos en español, el mejor al sur de la frontera, aun reconocido por los
selectivos y escépticos círculos académicos e intelectuales de los Estados Unidos.

Pero me estoy desviando del tema. 

Aquí nos importa el poder de los banqueros, no el de los escritores.

En conclusión, me gustaría invitar al director ejecutivo de uno de nuestros bancos más importantes en los Estados Unidos en la primera edición de "Charlas informales de AL
DÍA con directores ejecutivos", que anunciamos durante el tercer trimestre de 2023 hace más de seis (6) meses.

Asimismo invito a los lectores de AL DÍA a sugerir a su favorito mientras que nuestro equipo de producción continúa sondeando a una lista en constante crecimiento de los
líderes de esta economía globalizada que responde, entre otros factores, al muy poderoso sistema de "banca digital".

Como dijimos al principio: "En esta realidad tan frágil, el ciudadano común prefiere beber agua pura, natural o con hielo, si es posible".

 

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