¿Quién no quiere ser un sex symbol?
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Si tuviera la suerte de estar este mes de julio en Filadelfia no dudaría en pasarme por la galería ARTSPACE 1241 en Carpenter Street y echar una ojeada a la exposición “Sex Symbol”, donde cuatro artistas locales reflexionan sobre este famoso y anhelado concepto. ¿Quién no ha soñado alguna vez con ser un/a sex symbol?
En mi caso en particular, viene siendo una obsesión desde que me convertí en un ‘adulto’ (un milagro que se supone que ocurre al cumplir los dieciocho). Es bastante probable que mis ansias por convertirme en un mito sexual tengan que ver con haber sido una adolescente más bien gordita y aniñada. Mientras yo aún jugaba con mis muñecas Barbies, algunas de mis amigas lucían bikinis escotados y se daban los primeros besos con chicos en las fiestas de la playa.
En la Universidad cambié las Barbies por los libros, pero mis intentos por llamar la atención de los hombres siguieron siendo igual de nefastos. Por culpa de mi enfermiza mente competitiva, mis estrategias de ligoteo consistían básicamente en vacilarles o meterme con ellos hasta humillarlos: - “seguro que te pego una paliza en el ping pong”, “supongo que te habrás leído Los Hermanos Karamazov” o “¿de dónde sacaste esta camisa, de tu abuelo? - lo que no me llevaba nunca a buen puerto. Con lo fácil que hubiera sido ponerme una falda corta, pintarme los labios y escucharlos dócilmente con una sonrisa tonta…
"En la Universidad cambié las Barbies por los libros, pero mis intentos por llamar la atención de los hombres siguieron siendo igual de nefastos"
¿En qué consiste realmente ser un sex symbol? Pregunto esta misma cuestión a Google y el buscador me manda consultar la web Wikihow, donde encuentro resumida en nueve pasos la manera de convertirse en una bomba sexual. Tras una serie de consejos sobre cómo peinarme y maquillarme, me llama la atención el punto 5: “Aprende a saber estar con gente. Sé inteligente al hablar, sin ser pesada, arrogante o sabelotodo.” Bingo. Si lo llego a saber...
Mis ansias por convertirme en una sex simbol se dispararon hace seis años, poco después de romper una larga relación. Un amigo, al ver mis intentos desesperados por regresar al mundo del flirting, me dio un gran consejo: “la clave del éxito es mostrarse misteriosa y sexy”.
Le hice caso. Empecé a acudir a fiestas enfundada en vestidos negros, con los labios pintados de rouge fatal, procurando permanecer calladita y no competir con los hombres que me gustaban. “No le digas que vas a ganarle en el tenis”, me decían mis amigas.
Un amigo, al ver mis intentos desesperados por regresar al mundo del flirting, me dio un gran consejo: “la clave del éxito es mostrarse misteriosa y sexy”.
El caso es que era imposible. Porque dejaba de ser yo. Porque cuando un hombre me pone nerviosa es inevitable que diga tonterías sin parar y empiece a cerrar los ojos, en un tic nervioso que he heredado de mi madre. A veces es tan exagerado que parece que me esté quedando dormida. “Es sexy verte hablar con los ojos cerrados”, me dijo entonces uno. “Es muy sensual”, me dijo otro. Por mi cuenta, después de tanto tiempo, llegué a la conclusión de que ese era mi punto fuerte. La base para llegar a ser una buena sex simbol, pues – os lo dice una Matahari con sobredosis de ego- es saber sacarle provecho a tus defectos. La seguridad en uno mismo es atractiva.
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Ya me contarán que les parece la obra que estas cuatro artistas de Filadelfia - Nancy Hellebrand, Judy Gelles, Ekaterina Popova y Phillys Gorsen- exponen en ARTSPACE en un intento por reflexionar sobre el simbolismo del sexo desde el punto de vista femenino. “Una mirada que implica explorar conceptos como feminidad, sexualidad, intimidad y las relaciones físicas en sí”, detalla el folleto de la exposición.
La exposición ‘Sex Symbol” estará abierta hasta el próximo 30 de julio.
De miércoles a Viernes, de 12pm a 5pm
http://1241carpenter.com/
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