Por qué celebramos a Dorothy Bolden, madre del movimiento laboral de las trabajadoras domésticas| OP-ED
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Dorothy Bolden marchó junto al diputado John Lewis y el Dr. Martin Luther King como líder del movimiento por los derechos civiles.
Organizó a miles de trabajadoras domésticas para que lucharan por salarios justos, prestaciones y protecciones en el lugar de trabajo, y dio origen al actual movimiento sindical de las trabajadoras domésticas. Elaboró un manual de código de conducta para los empleadores que establecía normas de seguridad y directrices básicas sobre cómo tratar a las personas empleadas en casas particulares.
Pero quizás su mayor logro fue dar un profundo sentido de orgullo al trabajo doméstico, afirmándolo no como un trabajo de mujeres, sino como un trabajo altamente cualificado y digno que hace posible todas las demás formas de trabajo.
Como mujeres negras y como antiguas y actuales trabajadoras domésticas, conocemos muy bien el tipo de maltrato contra el que luchó Dorothy Bolden. Sabemos lo que es trabajar largas y agotadoras horas en un trabajo difícil y salir sintiéndose violada, dolorida, infravalorada, infravalorada y mal pagada. Sabemos lo que es que nos avergüencen por nuestros títulos de trabajo, que nos pidan que hagamos más con menos y que nos duela saber que nuestra explotación es un resultado directo de nuestro género y nuestra raza.
La desvalorización estructural del trabajo doméstico no es sólo una práctica común, sino que fue escrita intencionalmente en la ley.
Las amas de casa, las niñeras y los cuidadores fueron excluidos de la Ley Nacional de Relaciones Laborales (NLRA) y de la Ley de Normas Laborales Justas (FLSA) en la década de 1930 para que la marginación económica de los trabajadores negros, morenos e inmigrantes pudiera continuar. En consecuencia, las trabajadoras domésticas carecían de las monumentales protecciones que otorgaban estas leyes laborales federales y que se extendían a otras profesiones: el salario mínimo, una semana laboral estándar, protección contra el acoso y el derecho a la huelga o a la negociación colectiva, por nombrar sólo algunas.
En respuesta a esta indignidad, Dorothy Bolden recorrió todas las líneas de autobús de Atlanta para hablar con cientos de limpiadores y cuidadores domésticos, organizando a más de 30.000 trabajadores domésticos para exigir mejores condiciones de trabajo.
La Sra. Bolden nos mostró que de las mayores luchas surge la solidaridad más potente. Nos ayudó a ver que, aunque los entornos laborales aislados pueden servir para separar a las trabajadoras domésticas, la organización colectiva puede unirlas.
Aunque conocemos de primera mano el aguijón de los malos tratos, al igual que la Sra. Bolden, también conocemos el poder de denunciar la injusticia, de unirnos a nuestros hermanos en el movimiento obrero para afirmar nuestra fuerza, de movilizar a otros por el bien común y de conseguir victorias clave que tendrán implicaciones para las generaciones venideras.
No hay un ejemplo reciente más claro del poder de los trabajadores domésticos que se unen para transformar las condiciones de trabajo que la aprobación de la Carta de Derechos de los Trabajadores Domésticos en Filadelfia a finales de 2019.
Esta legislación, que entró en vigor justo el año pasado, exige a los empleadores de la ciudad que proporcionen a los trabajadores domésticos un contrato, tiempo libre remunerado y otras protecciones esenciales. Aunque esta innovadora legislación sentó un precedente nacional para que otras ciudades la sigan, el trabajo está lejos de terminar. Las trabajadoras domésticas siguen organizándose para mejorar las condiciones laborales, aumentar su poder y proteger el carácter sagrado de su trabajo a través del programa We Dream in Black (Soñamos en Negro) de la Alianza Nacional de Trabajadoras Domésticas, que une a las trabajadoras domésticas negras en torno a sus intereses y experiencias comunes.
Sabemos que queda mucho trabajo por hacer para garantizar que se apliquen las protecciones laborales, que los salarios sean dignos y que las condiciones de trabajo sean seguras. Y sabemos que esto sólo puede lograrse aprovechando el poder colectivo, elevando las cuestiones relacionadas con los trabajadores domésticos en la esfera pública y presionando a los líderes locales y nacionales.
Por eso nos unimos la semana pasada para presentar una resolución en el Ayuntamiento de Filadelfia que reconoce el 13 de octubre como el Día de Dorothy Bolden, y fue aprobada por unanimidad. Hoy, en el que habría sido su 98º cumpleaños, conmemoramos a la madre del movimiento moderno de las trabajadoras domésticas, que sigue inspirándonos para movilizarnos, organizarnos y luchar las unas por las otras.
"No somos mujeres de la tía Jemima", dijo Dorothy Bolden en una entrevista de 1986 con The Atlanta Journal-Constitution. "Y estoy segura de que no quiero que la gente piense que lo somos. Somos políticamente fuertes e independientes".
Como mujeres negras, el espectro del arquetipo de las mamás se cierne sobre la forma en que somos percibidas, tratadas y compensadas. La Sra. Bolden nos ayudó a oponernos a este tropo dañino y a afirmar que somos poderosas, hábiles y sin miedo.
Seguiremos luchando contra el flagrante maltrato de tantas de nuestras hermanas que limpian, cocinan y cuidan a puerta cerrada, y defenderemos el trato justo de todas las trabajadoras domésticas. Y sabemos por experiencia que cuando aprovechamos nuestro poder político, somos una fuerza imparable.
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