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President Donald Trump and the First Lady Melania Trump. EFE.
El presidente Donald Trump y su esposa, la primera dama, Melania Trump EFE.

Poco que celebrar el Día de la Independencia

Otro Cuatro de Julio acaba de pasar y seguramente muchos lectores estarán de acuerdo en que este año no hubo mucho que celebrar.

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Increíblemente, en el aniversario 241 de la independencia nacional, EE. UU. está siendo empujado hacia la prehistoria política y socialmente por una banda de supremacistas blancos, cuya codicia es superada solamente por su absoluta falta de compasión y solidaridad. Su líder, Donald Trump, un grosero, ignorante e impredecible narcisista, es sin duda, el peor de todos. Y aunque todavía pueda parecer algo irreal, quizás un mal sueño o una broma de pésimo gusto, no lo es: Donald Trump es el presidente número 45 de la nación.

Hagamos una pausa para permitir que este hecho nos cale en toda su dimensión: si bien el país ha elegido a este supremamente incompetente personaje para conducir sus destinos, durante los más de dos siglos de su existencia, ninguna mujer, ningún latino, ningún judío, ningún asiático ha ocupado la Casa Blanca. Y sí, Barack Obama, un afroamericano fue presidente durante ocho años, pero todos sabemos cómo la misma pandilla de racistas que hoy están a cargo del futuro del país, lo insultaron e irrespetaron a él y a su familia.

Como se recordará, Trump lanzó su carrera política acusando descaradamente a Obama de no haber nacido en EE. UU. y se convirtió en el miembro más prominente del llamado “birther movement,” cuyo único propósito era restar legitimidad al primer presidente negro sin otro motivo que su raza.

Irónicamente, en vez de descalificarlo como el racista deshonesto que es, las mentiras de Trump le granjearon los votos de un segmento de la población que en su prejuiciada ignorancia cree que sus problemas son producto de la inmigración y la acción afirmativa, y no de las rebajas impositivas y otras ventajas concedidas a los más ricos y poderosos, a quienes nada les parece suficiente nunca. Si quedaba alguna duda sobre la profundidad y la extensión del racismo en EE. UU., esto debe haberlas eliminado de una vez por todas.

A pesar de las constantes fanfarronadas de Trump sobre cuán grandiosa es su presidencia, la realidad es muy diferente. Su único “logro” verdadero ha sido la intimidación y el hostigamiento de familias inmigrantes, persiguiéndolas y dividiéndolas inmisericordemente al deportar padres y madres de familia cuyo único “delito” es no tener papeles.

Después de todo, sería difícil que alguien pudiera considerar que su falta de respeto por la constitución, su guerra contra la prensa y su marcada intención de usar la presidencia para enriquecerse aún más, como logros dignos del presidente de la nación. 

No, definitivamente este Cuatro de Julio no invita a la celebración, sino a la introspección. Donald Trump y su pandilla desvergonzada de explotadores debe ser rechazada. El fascismo tiene que ser derrotado.

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