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OP-ED: 'Soda tax' leaves many issues unaddressed

As the debate about the proposed sugary beverage tax continues, one thing has become abundantly clear: We all want pre-K.

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Puesto que el debate sobre la propuesta de un impuesto a las bebidas azucaradas continúa, hay algo que está totalmente claro: Todos queremos ‘pre-K’.

Los estudios demuestran que aquellos niños que participan en programas ‘pre-K’ de calidad tienen más probabilidades de graduarse de ‘high school’ y obtener una mejor remuneración a lo largo de sus vidas. Todos queremos que los niños de nuestra ciudad entren al jardín de infancia en la trayectoria adecuada y listos para prosperar.

Dada nuestra prioridad común, podemos tener un diálogo constructivo sobre cómo lograr que los programas de ‘pre-K’ de toda la ciudad sean más fuertes, en beneficio de todos los habitantes de Filadelfia. Recientemente, el presidente del Concejo de la ciudad manifestó sus dudas de que el impuesto de 3 centavos por onza en todas las bebidas con azúcares añadidos logre el suficiente apoyo dentro del Concejo para su aprobación. Sus declaraciones reflejan el sentimiento de muchos líderes y figuras de la comunidad: la proposición, tal y como está planteada, deja muchas preguntas sin respuesta para la comunidad hispana.

Hablamos de estos temas precisamente porque el ‘pre-K’ es muy importante para nosotros como educadores. Durante 15 años, Esperanza College ha preparado a los educadores infantiles desde su certificación hasta el nivel B.A. Esta es sólo una de las maneras en la que fortalecemos y levantamos a la comunidad latina de Filadelfia mediante la educación, el desarrollo económico y el apoyo a causas que nos impactan. Los compromisos de nuestra organización nos hacen tomar pausa y reflexionar, debido a los impactos inciertos del plan de nuestra ciudad sobre la prosperidad económica de aquellos que apoyamos cada día. Simplemente estamos pidiendo claridad con relación a cómo impactaría este plan a la salud económica de nuestros barrios y cómo las mejoras en ‘pre-K’ serán introducidas de manera equitativa.

Nuestra primera preocupación es sobre quiénes van a sobrellevar la carga de este impuesto. Es ampliamente reconocido que un “soda tax” es regresivo y afectará a nuestros residentes de bajos ingresos. Estas familias no pueden conducir a otro condado para evitar el impuesto, a diferencia de lo que harán consumidores más ricos con mayor movilidad. Ellos tendrán que disminuir su consumo (lo que podría desembocar en el hecho de que la ciudad no obtenga el ingreso proyectado para el programa de ‘pre-K’) o ajustar aún más sus ya limitados ingresos.
Puede que los vendedores absorban el impacto de este impuesto y la disminución del consumo por medio del aumento de los precios de otros productos, encareciéndolos aún más para aquellas personas que ya luchan para poder cubrir sus necesidades básicas. Nelson Martínez, un bodeguero y miembro de las Asociación Dominicana de Tenderos (que representa al mayor número de negocios hispanos en Filadelfia) nos dijo: “Llevo perdiendo dinero desde que la ciudad aumentó las tasas del tabaco y de propiedad. Las bebidas son incluso una mayor parte de nuestro negocio. He contribuido a la economía de Filadelfia durante 25 años pero no me puedo permitir otro golpe. No podemos incrementar los precios —la gente dejaría de comprar—. ¿Qué otra opción tenemos? Muchas tiendas cerrarán. Yo probablemente tenga que dejar Filadelfia y marcharme a otro lugar donde mi negocio sobreviva”. Si los dueños de pequeños negocios sufren, los trabajos locales pueden ser amenazados y los desiertos de comida pueden empeorar.

En una reciente audiencia sobre los presupuestos, la comisionada de Salud Farley declaró que si las personas no pueden permitirse comprar soda y jugos ellos podrían beber simplemente agua. Coincidimos con el hecho de que una respuesta como esta está hecha desde un punto de vista elitista. ¿De verdad cree la administración que sólo los más privilegiados económicamente deberían tener opciones a la hora de consumir? ¿Por qué no incorporarlo a todas las bebidas, como Starbucks, donde los consumidores adinerados ya pagan $3-4 por taza y puede que no noten $0.50 extra?

También, y si una parte de este plan es alejar a los consumidores del azúcar y enfocarlos hacia opciones saludables, ¿cómo se incluye este enfoque dentro de la proyección de recaudación para programas ‘pre-K’? ¿Cuál es el propósito principal de este impuesto?

Por otro lado, estamos preocupados sobre cómo la iniciativa ‘pre-K’ sería implementada. Si los $95 millones proyectados en nuevos impuestos pudiesen ser obtenidos —aún si el consumo local disminuye– ¿Cómo se distribuirán estos fondos? A pesar de las numerosas audiencias sobre los presupuestos, no ha habido nada que asegure que estos fondos mejorarían los proveedores de ‘pre-K’ ya existentes en las comunidades de bajos ingresos. La ciudad quiere limitar el acceso a nuevos fondos a aquellos centros que ya tienen una calificación de tres o cuatro estrellas por parte del Departamento de Educación. El apoyo a los proveedores que no están a ese nivel depende de recursos filantrópicos que aún no han sido prometidos. Si esos dólares llegasen a materializarse, ¿Irían a parar a las áreas con una mayor necesidad de mejores sistemas ‘pre-K’? ¿O serán los proveedores ‘no minoritarios’, con la puntuación requerida, motivados financieramente a venir a nuestras comunidades y desplazar a nuestros proveedores locales?

La iniciativa ha sido planteada como una generadora de empleo, pero la propuesta actual podría causar la pérdida de empleo en las comunidades con menos ingresos; a no ser que los proveedores de cuidado infantil ya existentes reciban una asistencia que les beneficie del aumento de la inversión en la educación de niños en edad temprana. Según el punto de vista de Esperanza, lo recaudado con impuestos a comunidades de bajos ingresos no debería financiar las mejoras de ‘pre-K’ en barrios de mayor ingresos. Tampoco debería usarse para crear un sistema en el que los proveedores sean injustamente obligados a una desventaja competitiva.

En Esperanza creemos en la creación de oportunidades educacionales para cada niño de nuestra comunidad. Pero también creemos que eso puede y debe pasar sin poner en peligro el crecimiento económico de las comunidades minoritarias de bajos ingresos. La actual falta de claridad deja abierta la posibilidad de que este impuesto afecte a los pobres. Seguimos preparados y dispuestos a asistir a la administración mientras trabaja en los detalles de un plan para fortalecer el sistema de ‘pre-K’ a lo largo de nuestra ciudad.

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