[Op-Ed] Redefiniendo "El Sueño", El Sueño Americano
Cuando James Truslow Adams acuñó el término "el Sueño Americano", no tenía la intención de inspirar a generaciones de inmigrantes.
MÁS EN ESTA SECCIÓN
Cuando James Truslow Adams acuñó el término "el Sueño Americano", no tenía la intención de inspirar a generaciones de inmigrantes. Sin embargo, eso fue precisamente lo que logró. En su libro Epic of America, Adams describe "el sueño americano" como "ese sueño de una tierra en la que la vida debería ser mejor, más rica y más plena para todos, con oportunidades para cada uno según su capacidad o logro". Explica en detalle que este concepto está relacionado no con la riqueza material, sino con el bien común social y el bienestar general de las personas. El propósito de las filosofías de Adams es simple: dar esperanza. Los inmigrantes entendieron esto y crearon su propia versión del Sueño Americano: el Sueño Inmigrante.
A lo largo de los años, el Sueño Americano, como todos los ideales construidos socialmente, ha quedado abierto a interpretación. Para algunos, este sueño se trata exclusivamente de riqueza material; para otros, es una cerca blanca y una comida casera; y para algunos, se considera muerto. Para los inmigrantes, el Sueño Americano se reduce a una sola palabra: esperanza.
Esperanza de un futuro mejor.
Esperanza de escapar de un régimen opresivo.
Esperanza de un país sin guerra.
Esperanza de libertad.
Cuando los inmigrantes piensan en el Sueño Americano, no les preocupan las mismas cosas que a los ciudadanos estadounidenses. No piensan en los precios de la gasolina ni en la gentrificación. Sencillamente, están agradecidos por la oportunidad de decir lo que piensan sin ser castigados.
CONTENIDO RELACIONADO
A través de las historias y los esfuerzos colectivos de los inmigrantes, encontramos evidencia de lo que el Sueño Americano significa para ellos. Estas historias suelen seguir un patrón: una persona enfrenta dificultades en su país de origen, ve a Estados Unidos como un faro de esperanza y, milagrosamente, reúne la fuerza de voluntad para lograr lo imposible.
Veamos un ejemplo que sigue el patrón que mencioné. Imagina ser un joven en Cuba durante la década de los 80, cuando el régimen opresivo y abusivo de Fidel Castro estaba en su apogeo. Imagina la infraestructura del país derrumbándose, con colas de comida que se extendían por kilómetros para un pedazo de pan y acceso limitado a medicamentos. En ese tiempo, expresar pensamientos críticos sobre el gobierno podía llevarte a la cárcel o incluso costarle la vida. Sin embargo, estás obligado a permanecer fiel y leal al régimen de Castro. ¿Qué harías en esta situación? Para los inmigrantes, la verdadera pregunta es: ¿qué no harían en esta situación?
La mejor opción aquí era robar un avión, un biplano Antonov-2 Colt amarillo, para perseguir el Sueño. Al menos, eso es lo que creía mi abuelo, Carlos Alonso Guerra. El 11 de noviembre de 2002, mi abuelo me subió con siete familiares, en un avión de fumigación con tornillos sueltos y metal oxidado. Cuando nuestro avión se volvió visible para los aviones de combate estadounidenses, nos señalaron, amenazando nuestras vidas. En ese momento, lo único que tenía mi familia era la esperanza de su Sueño Americano. Milagrosamente, mi abuelo señaló que buscábamos asilo, salvando nuestras vidas. A los minutos de aterrizar, fuimos detenidos por la policía local, seguidos de una semana de interrogatorios por parte de agentes federales.
Nada estaba seguro en Estados Unidos; la interpretación que mi familia tenía de EE. UU. era una fantasía. Solo sabían que la política de "pie seco, pie mojado" los protegía al concederles asilo. Les he preguntado repetidamente a mi familia por qué se subieron al avión. Sus respuestas se reducen a dos cosas: la posibilidad de libertad superó el riesgo, y no querían que me criara bajo una dictadura. Su sueño era simple: estar en un lugar mejor que Cuba.
Mi historia es solamente una entre millones que retratan el Sueño Americano a través de los ojos de los inmigrantes. Durante décadas, los inmigrantes han cruzado desiertos, mares y todo lo que hay en medio para llegar a Estados Unidos. Hemos llevado nuestro sueño, el Sueño Inmigrante, con nosotros al cruzar fronteras, en balsas y sobre muros. Nuestras historias no son en vano. Nuestras historias importan. Nosotros importamos. Somos parte del Sueño Americano.
DEJE UN COMENTARIO:
¡Únete a la discusión! Deja un comentario.