[OP-ED]: Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Trump
No es sorpresa para nadie que las dos órdenes ejecutivas firmadas por Donald Trump el 25 de enero conviertan en política oficial el ataque frontal y sin cuartel a los
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No es sorpresa para nadie que las dos órdenes ejecutivas firmadas por Donald Trump el 25 de enero conviertan en política oficial el ataque frontal y sin cuartel a los inmigrantes y, de paso, a los valores que supuestamente definen EE.UU. como nación.
La pieza principal de dicho ataque es el absurdo muro fronterizo que prometiera a sus seguidores durante la campaña, así como la “realidad alternativa” de que México pagará por él. Como todo el mundo sabe, nuestro recién estrenado presidente es un mentiroso redomado que sabe perfectamente que seremos los contribuyentes –ustedes y yo- los que pagaremos los $1,800 millones que costará este monstruoso monumento al racismo.
La pared es ofensiva, pero la falta de respeto de Trump por México lo es aún más. Esto queda claro en la entrevista que le hiciera el 25 de enero el periodista de la cadena ABC, David Muir.
“Pero usted habló – a menudo acerca de que México pagaría por el muro”, le dijo Muir. “Y también dijo que ellos nos reembolsarían. El presidente de México manifestó en días recientes que México absolutamente no pagará, y añadió que ‘Va contra nuestra dignidad como país y nuestra dignidad como mexicanos”’.
Trump, con la falta de decoro que lo caracteriza, respondió: “David, él (Peña Nieto) tiene que decir eso. Tiene que decirlo. Pero yo te estoy diciendo que habrá un pago. Será en una forma, quizás una forma complicada. Y tienes que entender que lo que estoy haciendo es bueno para EE.UU. Y también va a ser bueno para México”.
¿Bueno para México? No, los mexicanos no están de acuerdo. Tal es así que el presidente Enrique Peña Nieto canceló su viaje a Washington el día 31 de enero para reunirse con la antigua estrella de “reality shows” que ahora ocupa la Casa Blanca.
Pero Trump, con su guapería barata, quiere recobrar el costo del muro imponiendo un impuesto de 20% a todos los productos importados de México. Y al diablo con las consecuencias para las relaciones entre las dos naciones, así como para los empresarios, comerciantes y consumidores a ambos lados de la frontera, sin contar lo que tan bien expresara el senador republicano Lindsey Graham (aunque se olvidó del guacamole): “Simplemente, cualquier propuesta política que eleve el precio de la Corona, el tequila, o las margaritas es una idea terrible. Mucho Sad”.
“Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”, declaró hace ya muchos años el dictador mexicano Porfirio Díaz. Rara vez sus palabras han tenido mayor relevancia o han sonado tan amenazadoras.
Sin embargo, construir el muro pudiera no ser la más peligrosa de las órdenes ejecutivas de Trump. Con el racismo a flor de piel, el mandatario privaría de fondos federales a las más de 300 “ciudades santuario” como Nueva York, Boston, Filadelfia, Los Ángeles, Chicago, y Denver. Muchos de los alcaldes de esas ciudades –con la vergonzosa excepción del alcalde de Miami--se han comprometido a desafiar a Trump aunque eso signifique perder fondos federales.
“Defenderemos a nuestra gente sin importar de dónde provienen, o cuál sea su situación migratoria”, afirmó el alcalde de Nueva York Bill de Blasio en una conferencia de prensa.
El despiadado ataque contra los inmigrantes continúa con las órdenes ejecutivas ordenando al Departamento de Seguridad Nacional ampliar agresivamente sus actividades dentro del país enfocándose en los inmigrantes que hayan cometido o sean acusados de “ofensas criminales”. Esas “ofensas” ahora incluyen transgresiones de inmigración como entrada ilegal al país y conducir sin licencia. Además, Customs and Border Protection añadirá 5,000 oficiales nuevos, quienes ahora –escuchen esto-- tendrán la potestad de rechazar a voluntad a solicitantes de asilo.
Hay un intento miserable por parte de la administración de Trump de criminalizar a los inmigrantes. Este intento va tan lejos como acusar ridículamente nada menos que a 5 millones de indocumentados de votar ilegalmente por Hillary Clinton, privando así al Embustero en Jefe de ganar el voto popular.
Siniestro sin duda, por lo que nos toca a nosotros, a todos, decir no a las políticas neofascistas del arrogante encantador de serpientes. Resistir es la palabra de orden.
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